Capítulo 1

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Mayo, 2013.
Buk-gu, Ulsan.

El auto se detuvo frente a la entrada, atrayendo miradas irritadas y comentarios de fastidio. Nadie que se atreviera a criticarlo podría decir que tenía prisa por abordar su vuelo y es que si así fuera, seguro que no desperdiciarían el tiempo emitiendo juicios innecesarios sobre el hombre y su forma de arribar a un aeropuerto. No es que tuviera algo de malo, disfrutar del viaje no era ningún pecado, pero hacer sonar a los Rolling Stones a un volumen menos que digno de un himno sagrado, eso sí que lo era.

Por como Chanyeol lo veía, siendo un devoto creyente de que la música debe sentirse en el alma y en la piel para hacer justicia a todas esas increíbles personas que participan en su creación, llevar el estéreo del carro a tan alto volumen sólo dejaba en evidencia lo tan comprometido que se sentía por hacer valer los mandamientos que el dios de la música había dejado a sus seguidores. Entonces, no pensaba malgastar un solo segundo en todos esos pecadores que blasfemaban sobre su fe.

Dio una última calada al cigarrillo entre sus labios, mientras uno de sus hombres sacaba el equipaje del maletero. No volvería a la ciudad en algunos meses, pero cargarse de cosas innecesarias no figuraba en sus planes de viaje, por no mencionar que se alojaría en la mansión durante todo el tiempo que durara su estancia en Seúl. Apostaría lo que fuera a que nadie había vaciado su habitación, así que lo que no hubiera empacado seguramente lo encontraría allá.

— ¿Señor? — preguntó Yoongi, cargando su equipaje, una vieja bolsa deportiva que le venía como anillo al dedo a sus intenciones de empacar sólo lo necesario.

El respeto que teñía la voz del chico casi lo hizo partirse de risa, recordaba sus primeros encuentros, seis meses atrás, cuando le enviaron a Ulsan para asegurarse de que nadie olvidaba quienes eran los verdaderos amos. Según Sehun, el periodo de transición era casi tan peligroso como la guerra, pues era cuando los que estaban más abajo en la jerarquía veían la oportunidad de rebelarse, rechazando el nuevo mandato por no considerar al sucesor digno del puesto, así que mostrarles quiénes y cuánto valían era lo mejor que podían hacer para evitar los motines.

Chanyeol habría tachado de paranoico a su líder de no ser porque al llegar a Ulsan y conocer a sus subordinados, tanto a los que laboraban en la empresa como a los que conformaban las pandillas bajo el mando de la mafia, estos intentaron sobajarlo y hacer que se volviera a la capital con un mensaje para el nuevo jefe: nadie ahí se pondría de rodillas ante un niño. ¡Vaya huevos tenían esos idiotas! ¿Siquiera se habrían detenido a pensar en que, incluso con 18años, Sehun no dudaría un segundo en destruir a quien osara enfrentarlo?

Hacía unos años que lo conocía, su padre había sido leal al antiguo líder durante un largo tiempo y debía admitir que el mocoso de su hijo le caía bien. Tenía carácter y no se andaba con rodeos, también poseía un puño excepcional que Chanyeol conoció cuando se atrevió a molestarlo y acabó comiendo polvo. Se volvieron amigos, muy a pesar de que a Sehun le irritara lo tan ruidoso que era y acostumbrara a gruñirle cuando al mayor le daba por recordarle quién era el hyung en la relación. Por eso no lo dudó, respondió a su llamada y juró serle leal.

Incluso si una parte de él hubiera pensado que al chico todavía le hacía falta para desempeñarse como líder, todas las dudas quedaron resueltas la noche de la emboscada, aquella en que Sehun guio a sus hombres y luego de mimetizarse con las sombras se abalanzaron en busca de la merecida venganza. Tal como se esperaba de él, Oh redujo a polvo la guarida de sus enemigos, se deshizo de los hombres que habían vendido sus almas a un pobre imbécil y al líder de estos, quien osó enviar al hospital a su padre, le reservó un trato especial que todavía le ponía la piel de gallina.

Ese es el niño al que ahora obedecen, el amo al que aprenderán a respetar, pensó, cuando los que le recibieron en Ulsan se negaron a obedecerle. Sehun le había cedido las riendas para que hiciera lo que creyera conveniente mientras estuviera ahí, así que Chanyeol no lo dudó y luego de poner en cintura a los idiotas holgazanes que trabajaban en las oficinas de la empresa, llamó a las pandillas a la bodega donde se reunían e hizo llegar un mensaje especial de su líder a los cabecillas de estas.

Jugando con fuego [ChanBaek] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora