Capítulo 8

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Junio, 2013

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Junio, 2013.
Nam-gu, Ulsan.

No entendía donde había estado el error, cómo el plan que llevaba años ideando había podido fracasar, arrasando no sólo con los esfuerzos de una vida de dolor, sino también con los amigos que incluso sabiendo del peligro, le habían brindado su confianza y creído en que sabría liderar su operación a la victoria. Repasando sus movimientos, como si de una partida de ajedrez se pudiera tratar, Satō vio a su gente y a él mismo atacando los cargamentos de droga que la mafia dominante transportaba desde el puerto, esperando atraer la atención de quien fuera conocido como la mano derecha del infame Sr. Oh.

Ya que habría sido tonto atacarlos sin antes haber investigado un poco, la pandilla nipona sabía que propagar el caos no bastaría para conseguir que aquel petulante enviara al campo de batalla a su mejor soldado, pero destruir al dirigente de los negocios en Ulsan y a la gente a su cargo podría servir como incentivo. Quizás ahí hubiera estado el error, en pensar que el anonimato les respaldaría y que una vez descubiertas sus identidades el huérfano correría a hacerles frente, como si no fuera igual o más arrogante que su maldito jefe.

La mafia siempre ha pecado de orgullo y vanidad, Satō aprendió esa lección cuando acudió al líder de los yakuza para rogar venganza en nombre de su padre y obtuvo a cambio una paliza, pues el hombre creía que haber provocado a los coreanos tras perder justamente el territorio no sólo había sido un movimiento idiota por parte de su progenitor, sino que además, deshonraba los principios de la organización. La humillación que sintió al obtener esa respuesta no aplacó el dolor de tener que crecer sin su papá ni acalló el sufrimiento de su pobre madre viuda.

Todo lo contrario, ser rechazado aquella vez sólo avivó la ira en su interior y lo impulsó a formar su propio clan, un grupo que se convirtió en lo que la vieja pandilla había sido en su día para su padre y que lo acompañó desde el comienzo de la operación hasta la noche en que, siendo el ególatra de mierda que la mafia criaba, Byun Baekhyun descendió desde la cima para hacer frente a los plebeyos y se encontró con que quienes lo esperaban estaban más preparados de lo que su tonta organización creía.

Cuando el fuego ardió y el hijo de la asesina quedó atrás, Satō creyó que incluso si los había tomado por sorpresa encontrar ahí al huérfano, en lugar de haber terminado llevándolo hasta sus tierras al otro lado del mar, al lugar donde le obligarían a pedir perdón de rodillas a su familia, el resultado seguía siendo el mismo pues Byun caería. No se imaginaba que los perros de EXO serían tan resistentes y que irían a perseguirlo hasta que un milagro como aquel puente apareció en su camino. Jomei dudaba que esos dos hubieran muerto en la caída pero lo consolaba estar cerca de reagruparse con su gente.

No supo realmente si fue unas cuantas horas después de haber alcanzado el punto de encuentro y esperar y esperar, sin que ninguno de sus hombres apareciera, o si fue desde que dejó atrás el taller, las llamas de un fuego que ellos mismos habían iniciado presagiando el infierno que terminaría viviendo. En todo caso, tuvo que ser en algún punto que comprendió que su grupo no lo había logrado y que los perros de caza que le pisaban los talones no tardarían nada en encontrarlo y hacerlo pagar.

Jugando con fuego [ChanBaek] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora