CAREVER

UN VIAJE

Bajo el resplandor de la luna, una fría noche de invierno una sombra casi imperceptible vagaba a las orillas de un silencioso bosque. A hurtadillas, escondidos entre los árboles, la maleza y la nieve. Vistiendo de pulcro y reluciente blanco de pies a cabeza se adentro entre los árboles al  interior del bosque y solo hasta que las luces y las murallas que rodeaban al pueblo se perdieron, volviendo el bullicioso de los pueblerinos un susurro en la lejanía se desprende del  manto blanquecino que cubría su cabeza, revelando su identidad. Una mata de cabello castaño, como el reluciente chocolate líquido bajo la tenue  luz de la luna, se sacudió con la brisa  del viento. Echando la cabeza hacia atrás, mirando el cielo azul nocturno lleno de estrellas sonrió a la redonda y pasiva compañía de la luna que lo guardaba desde lo alto como un fiero guardián. Con una última mirada hacia el camino a su espalda se adentro en las profundidades del bosque entre ramas, hojas, barro cubierto de nieve y el murmullo del viento entre las copas de los árboles cubiertos de plateada escarcha.

La luna llena alzada en lo alto, celebrada por el pueblo como el nuevo renacer de la prosperidad y abundancia significaba ofrendas, bailes y banquetes, musica, juegos y risas donde hombre y mujeres, niños, jóvenes y adultos festejaban la noche entera hasta el amanecer, dando la bienvenida a un nuevo dia bajo la luz y el rocío del primer rayo dorado del sol a la espera de la próxima luna llena. Sin embargo, aunque compartía las creencias de su pueblo y su gente, para el joven castaño, las noches de luna llena significaban una puerta, una oportunidad y felicidad plena, pues allá hacia donde sus piernas lo llevaba, lo aguardaba el regalo más hermoso de la naturaleza.

Sorteando con maestría los inconvenientes que el camino le presentaba, manteniendo un afable y tranquilo andar, como quien ha recorrido el mismo sendero miles de veces, con un mapa de todo lo que hay de por medio, ya marcado en su mente salió de la espesura del bosque encontrándose con un claro rodeado de frondosos árboles, un tapizado de suave y blanca nieve y una pequeña laguna congelada en el fondo. Con paso lento y relajado camino hasta la laguna, resplandeciente con la luz plata y colocó su palma abierta sobre la helada superficie congelada hasta que esta se encendió en una fulgurante aureola azul que inundó el claro y lo bañó con su brillo mientras destellos de oro y plata se arremolinaban en el medio de la laguna formando una alta y esbelta figura. Con un último estallido de luz la figura tomó forma, el fulgor abandonó el claro pero se mantuvo en la laguna, bajo la femenina y pálida imagen que lo miraba con sus grandes y pálidos ojos.

"Cazador" 

Lo saludo una voz invisible, suave y melódica preveniente de la mujer ante él con los labios cerrados y semblante solemne. 

Preciosa de pies a cabeza, vestida con un largo y sencillo vestido azul petróleo, su piel blanca e inmaculada brillante bajo la luz, y su cabello largo plateado, así como sus pestañas y cejas. Un lienzo en blanco donde el unico ratros de color era el rosa-naranjoso de sus labios y el purpura de sus parpados  

–Amethy, guardiana de la puerta y diadra del bosque. Por la guardia de la luna llena y bajo el nombre Carever, así como la ley que mantiene la paz entre nuestros mundos, solicitó permiso para cruzar la puerta hacia Hondyl–exclamó el joven.

La driada sonrió, hizo una leve inclinación de cabeza y negó con perezosa animosidad. 

"Timoteo, tan impetuoso como siempre"  una silenciosa exhalación hizo eco en los árboles, retumbando en el hielo bajo la hermosa y etérea criatura "Adelante, puedes pasar"

Una fuerte y helada rafaga de viento azoto el claro. Dos grandes  troncos torcidos se retorcieron y entrelazaron, elevándose, arqueandose. Con un crujido un gran arco de vieja y desgastada madera apareció. En el medio, ondas humeantes de opaco gris bailaban de un lado a otro en irregulares espirales.