Después de eso habían pasado días hasta que Timoteo recuperó la conciencia y cuando lo hizo estaba recostado en su cama, rodeado de los grises muros de concreto de su habitación. El pecho le dolía y una apabullante sensación de desasosiego lo ahogaba, se sentía más desolado que nunca. Su mente era un borrón de escenas inconclusas y el ultimo recuerdo nítido que poseía era de esa hermosa ninfa de cabellos negros que le sonreía con alegria mientras sostenía su rostro entre sus suaves, delgadas y calidad manos, despues una tormente de brillante violeta y purpura antes de que todo se tornara oscuro.
Necesitaba saber qué había ocurrido, necesitaba respuestas ¿Quién era ella? ¿Porque se sentía pleno con ella? ¿Porque se sentía vacío sin ella? ¿Cómo llego a casa? ¿Qué había pasado con el príncipe Eider? Eran tantas, tantas sus dudas, sus preguntas que el alivio lo llenó al salir de su habitación y encontrarse a su familia por completo reunida en la pequeña sala de estar.
Sus hermanos, sentados juntos en el más grande de los sofás de paja, lo veían con aquellos ojos llenos de protección y amor fraternal por el hermano pequeño que era él para ellos. Su padre, de pie junto a la chimenea de ladrillo estaba tan serio como siempre y su madre, pequeña y frágil rodeada de todos esos enormes y corpulentos hombres sentada en una silla lo miraba con los ojos anegados de lágrimas contenidas.
-¿Qué ocurre?-preguntó con cautela Timoteo.
Su padre se alejó de la chimenea, camino hasta situarse junto a Timoteo y le apretó los hombros con sus fuertes y callosas manos.
-Debemos hablar, hay algo que es necesario que sepas.
-¿A qué te refieres?
-Deberías sentarte–le dijo y se alejó de él, regresando a su lugar junto a la chimenea.
Con las miradas de su familia sobre el camino hasta un sofá solitario junto a la silla de su madre y tomó asiento, a la expectativa de lo que le dirían. Segundos transcurrieron en absoluto silencio hasta que la madre de Timoteo carraspeó llamando la atención de todos, tragó saliva y se dispuso a hablar.
-Como ya sabes hijo, yo vengo de Hondyl. Me enamore de tu padre y abandoné mi mundo para vivir con él en el suyo, sin embargo y como te hemos instruido, los habitantes de los otros mundo pueden cruzar las puertas hacia Withsmed brevemente más no quedarse en él, porque va contra las normas del orden y control entre nuestros mundos. Una regla que nosotros quebrantamos. Delito gravísimo y aún más grave siendo nosotros quienes somos.
-¿Siendo tú una bruja y él un guardián?-preguntó Timoteo confundido.
–Escucha con mucha atención Tim–le tomó las manos su madre, estas temblaban y estaban frías–¿recuerdas lo que sucedió en Hondyl hace tres días?–preguntó ella, dejando sorprendido a Timoteo, quien aun en estado de conmoción por el tiempo que había permanecido inconsciente procedió a relatar todo lo que recordaba desde su llegada a Hondyl, su búsqueda del príncipe, la patética pelea que tuvieron y el encuentro con Nerielle, la hermosa Nerielle.
–Jamás me había sentido así, era como si todo en el mundo, en todos los mundo estuviera bien solo porque ella estaba ahí conmigo, sonriendome. Solo ella importaba, sólo nosotros importamos. Éramos todo y nada, juntos. Fui pleno y completo en ese momento. Pero ahora, me siento desahuciado, incompleto. Una pieza en mi interior falta y el espacio que dejo es tan inmenso que no encuentro manera para calmar el dolor que me provoca ese vació-expresó sosteniendo con fuerza sus manos contra su pecho.
Al terminar no podía obviar las miradas lastimeras de sus hermanos, el enojo en el semblante de su padre y el llanto incesante de su querida madre.
–lo siento, lo siento tanto, hijo. Lo lamento mi bebé–repetía ella entre pequeños sollozos y gimoteos. Aumentando aún más la confusión en Timoteo que comenzaba desesperarse ¿Porque no le contaban todo de una vez por todas?
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CAREVER
Short StoryTimoteo es un joven impetuoso cuyo esfuerzo y determinación lo han llevado a buscar cumplir con su destino. Un destino que lo guiara a descubrir una verdad sobre su vida que le fue negada desde su nacimiento.