LA MISIÓN

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Las voces en su cabeza parecían haber decidido guardar silencio, las notaba quietas y tranquilas a excepción de un pequeño, constante y latente zumbido de una débil voz que lo alentaba a permanecer alerta, vigilante y a la espera de algo, algo que sentía arder en su interior, como una braza de fuego a la espera de avivar la llama.

Una llama que creía lo consumiría. Así como esa presión en su corazón. Timoteo sacudió la cabeza intentando alejar su mente de esos pensamientos y sentimientos. Tenía que regresar en sí. 

Con un tirón brusco se frenó de golpe, tomándolo desprevenido. Timoteo se giró, queriendo reclamar, sin embargo al ver el rostro impasible de su padre, mirándolo con esos profundos ojos penetrantes suyos y a su hermano, a su lado, alzar una ceja retadora, simplemente decidió callar. El ya había hecho suficiente el ridículo frente a ellos y el restos de los habitantes de Hondyl, no iba a darles más motivos para que pensaran que no estaba listo y había que dar marcha atrás.

-Puede parecer un lugar tranquilo, pacifico y muy parecido a Withsmed, pero no lo es Timoteo. Reacciona ya-le reprendió en tono duro su padre-Estamos aquí por una misión importante y no podemos dar marcha atrás. No ahora, así que espabila, déjate de idioteces y mantén la mente fría, que bastante lo necesitarás.

-Lo haré padre, no volverá a suceder-la ceja de su hermano se alzó aún más. Lo estaba poniendo en duda-no se que me ha ocurrido, pero no volverá a pasar otra vez. Lo aseguro.

Apenas las últimas dos palabras salieron de su boca, supo que realmente no podía dar eso por sentado, algo le decía que se repetirían episodios como ese, tal vez fuera que comenzaba a perder la cordura, pero esa vocecita, débil y escondida en algún recoveco de su mente parecía ser una advertencia. No muy convencido, por la razón que haya sido, su padre tomó sus palabras y asintió. 

-Muy bien, entonces no perdamos más el tiempo, las puertas se cierran al amanecer, hay que salir de aquí antes de que eso suceda-y así procedió a informarle a Timoteo la situación y su misión.

Al parecer el príncipe heredero Eider había sido raptado un par de días atrás justo en el medio de la celebración de  la ceremonia de su boda. Un hábil y pequeño comando de hombres habían entrado al salón real, acabaron con los guardias del castillo y se llevaron al príncipe del altar. No ha habido noticias, ni un chisme, cuchicheo o susurro que llevase un mensaje de su paradero o su situación. Encontrar al joven heredero era imperativo para la casa real y la corona, antes de que los rumores de que el príncipe había desaparecido se hicieran llegar a oído de los pueblerinos y todo el reino se enterase de lo ocurrido.

-Nosotros estaremos en el palacio real, reunidos con su majestad el rey Velt-dijo, extendió su mano frente a él y le mostró, en la palma de su mano una pequeña flor lila, con un titilante resplandor en cada uno de sus siete pétalos-Esta pequeña flor te indicará el momento que sea necesario para reunirte con nosotros justo en las puertas del gran palacio, cuando tu misión haya concluido en éxito o fracaso.

Con éxito o fracaso, solo así terminaría y sospechaba que su padre y hermano no creían que fuese a lograr la victoria esta última e importante vez. Eso lo afligía e irritaba en la misma medida. No podía dejar que eso ocurriera. 

Trago saliva y dio una profunda respiración.

-¿Cómo funciona?-pregunto Timoteo.

-Los pétalos titilan en lila por ahora, uno a uno se irán tornando púrpura y cuando el último pétalo deje de titilar el tiempo se habrá terminado, automáticamente se desvanecerá y este te llevara al punto de reunión-explicó su hermano.

-¿Es un traslador?-pregunto curioso el joven cazador.

-No, pero cumplen una función similar. No lo pierdas y tenlo siempre a la mano. Si lo pierdes, te perdemos-puntualizó su padre.

Así, su padre y hermano se despidieron de él e hicieron su camino rumbo al palacio, perdiéndose entre la multitud y los altos edificios de moho, enredaderas y mármol de la pequeña ciudad, dejándolo solo, de pie bajo un gran árbol sin saber que hacer o cómo iniciar con su misión.

CAREVERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora