Un susurro ínfimo le llevó los oídos y una punzada anhelante y de vacío le atenazaba el pecho a Timoteo justo en el momento que el elfo habló, como un recordatorio de que seguían ahí, de que aún lo estaban acompañando.
-Grandísimo zopenco, bajate de mi espalda-exclamó con voz ahogada por el mohoso pavimento, la voz molesta del joven elfo.
Estirando las piernas y los brazos, el cazador se removió sobre el elfo avivando aún más la molestia en él.
-¡Te ordeno que te quites de encima!-exigió, con voz fuerte y clara.
Jugándose la última carta que le quedaba, aún sobre la espalda del elfo, Timoteo se negó.
-¿Y quién eres tú para ordenarme algo?-le dijo.
-Por la forma en la que corriste tan desesperadamente tras de mí, me sorprende que no lo sepas- se mofo- Soy el príncipe Eider, heredero, excelencia y perfección real de Hondyl, así que lo repetiré una vez más: Te ordeno que te quites de encima.
La satisfacción inundó el pecho de Timoteo. Había encontrado al príncipe, su búsqueda sin sentido había dado frutos y aun le quedaban tres pétalos lilas. Lo único que debía hacer era descubrir lo que realmente pasó con su supuesto secuestro y llevarlo de regreso al palacio, ante el rey.
-¿El príncipe? Eso es imposible-negó-su majestad fue secuestrado por una banda de bandidos el día de su boda. Por supuesto que usted no es él.
-Yo soy su excelencia el príncipe, así que hazte a un lado insulso plebeyo.
-No lo creo, ¿tiene alguna manera de demostrarlo?
-No tengo porqué demostrar nada. Sabes quien soy y por eso me estás persiguiendo ¿O me equivoco?-el elfo giró la cabeza rasgando la piel de su mejilla, arrastrandola contra la suciedad, solo para poder mirar la expresión imperito del joven cazador sobre él-por su puesto que no me equivoco, pero te lo advierto, no permitiré que me lleven de nuevo al palacio para casarme con esa odiosa hada.
y ahí estaba la razón. Unas insaciables ganas de reír crecieron en el interior de Timoteo. No lo graba decicir si el príncipe Eider era un tonto o bien un autentico cobarde.
Con una sonrisa burlona Timoteo dijo:-¿Me estás diciendo, que el príncipe no fue secuestrado, sino que él mismo planeó todo ese espectáculo simplemente para librarse de un matrimonio que no quería?
-Te estoy diciendo que yo, yo lo hice, yo planee todo eso ¡Yo soy el príncipe!
Eso era suficiente para Timoteo. Estaba seguro de que ese arrogante elfo era el príncipe perdido, lo había hecho confesar la verdad y lo tenía en sus manos. Solo debía llevarlo de vuelta al castillo.
En ese momento, el brillo violeta en el interior de su gabardina, nuevamente se encendió, tiñendo de violeta otro pétalo más. Debía darse prisa, encontrar la forma de llevarse al elfo, por las buenas o por las malas y entregarlo al rey.
-de acuerdo, su majestad. Es hora de irnos. Lo esperan en casa- se puso de pie y se sacudió la suciedad y el polvo de las ropas.
-¿No escuchaste?, he dicho que no pienso regresar. ¡No me voy a casar!-exclamó mientras se ponía de pie.
-Con todo respeto, alteza-dijo burlón-no me interesa, solo hago mi trabajo y ese es encontrarlo y llevarlo al palacio, con el rey. Su padre. Ahora, podemos hacerlo por las buenas o por las malas, usted decide.
-Bueno, en ese caso… dile al rey que se busque otro heredero-sonrió, dio media vuelta de de un salto se elevó varios metros en el cielo, aterrizando en el tejado de una casa en ruinas y echó a correr, alejándose del cazador que lo miraba con increíble aburrimiento.
-Esperaba algo más interesante-begio decepcionado-en fin, por las malas será.
Del interior de su gabardina, sacó lo que parecía ser una ballesta, que en lugar de flechas, portaba en el lazador grandes esferas de un material duro y reluciente. Se acomodo la ballesta en el hombro, apuntó en dirección al elfo, que continuaba corriendo sobre los tejados a unos pocos metros de distancia y disparo. Con un zumbido atronador, la esfera salió desprendida en el aire y con un golpe seco se impactó en la nuca del príncipe, haciéndolo caer del tejado y estrellarse contra una pila de cajas y bolsas. Con paso tranquilo y triunfal, Timoteo se acercó al príncipe que yacía inconsciente entre una pila de basura. Lo tomó con sus brazos y lo echó sobre su hombro. Aún quedaban dos pétalos más para que Timoteo fuese llevado al palacio, era tiempo que él consideraba perdido y lo mejor sería llevar al príncipe de una vez por todas hasta el castillo, pero Timoteo no sabía llegar al palacio y no consideraba una buena opción preguntar a alguien puesto que todos en el reino parecían mirarlo como si fuese alguna clase de plaga y lo evitaban. Por lo que a la espera de que el último pétalo se torne violeta, Timoteo camino y camino con el príncipe elfo inconsciente sobre su hombro, hasta que dejó detrás de él las horrible callejuelas del barrio bajo y poco a poco se comenzó a adentra en las luminosas y verdes edificaciones de la ciudad custodiada por el resplandor de las fulgurantes florecillas luminiscentes.
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CAREVER
Короткий рассказTimoteo es un joven impetuoso cuyo esfuerzo y determinación lo han llevado a buscar cumplir con su destino. Un destino que lo guiara a descubrir una verdad sobre su vida que le fue negada desde su nacimiento.