࿇Capítulo 8: "Extrañeza"࿇

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¡NO ME TOQUEN!

Sus gritos resonaron, haciendo eco en ese largo y penumbroso pasillo, donde parte de su furia quedó en el olvido de esas paredes. Sus zapatos raspaban el suelo al ser arrastrada por dos hombres robustos, cuya importancia era inexistente al daño que estaban causando en el frágil cuerpo de la azabache.

—¡SUELTENME! — Volvió a ordenar, aún más furiosa que antes. En situaciones así, otra hubiera suplicado mientras lloraba.

—¡Encierrenla en la mazmorra! Que se pudra dentro — Aquella voz detestable declaró, con un tono de desprecio.

¡KOGA!

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El segundo canto del gallo se escuchó en la lejanía, pero fue lo suficiente fuerte como para que los empleados del castillo comenzaran a abrir los ojos, sin embargo, hubo una persona que tenía su mirada en el techo desde mucho antes que ellos despertaran; su mente perturbada por la pesadilla.

Creyó superarlo. Su mente había bloqueado todo ese pasado, dejando las partes bonitas para lograr salir adelante. Ni siquiera recordaba ese nombre o rostro. Pero, de nuevo, su propio cerebro la traicionó al proyectar un recuerdo amargo en forma de sueño. Fue doloroso. Tanto, que al despertar se dió cuenta que estaba llorando dormida.

Ellos pueden hablar, tratarme como una zorra manipuladora a la que llaman; "la joya", pero no saben ni la mitad de la historia. Y aún así, después de todo, sigo siendo débil al dejar que sus comentarios me afecten y la soledad me abrume. Se odió por eso, dejándose llevar por recuerdos que había enterrado, donde las palabras golpearon sus tripas por tener cierta verdad.

—Está bien, él ya no está aquí —se dijo a sí misma, convencida —. Koga e Inuyasha no nos hará daño, a ninguna —aseguró, esta vez acariciando su panza apenas abultado bajo las frazadas, anhelando tener a su bebé en brazos tras el lapso de siete meses más.

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Una exhalación salió de sus labios tras ver el armario con esos lujosos vestidos, sin embargo, había un color en especifico del que no podía escapar; el blanco. Unas horribles náuseas la habían atacado el día anterior mientras buscaba el vestido adecuado de color blanco para complacer el capricho del Rey, por lo que, con sorpresa, una de sus compañeras sirvientas tocó su puerta para notificarle que su Majestad le dio el día libre.

Era un misterio como aquel soberano estaba al tanto de cada detalle. Fue aterrador por una parte, pero la mayoría de sus súbditos se sintieron seguros por la gran vigilancia. Aún así, las voces especularon, diciendo que es posible la contratación de informantes profesionales para que el Rey tuviera oídos y ojos en todas partes.

Kagome creyó en esa teoría. Sin embargo, permitió que la duda vagara por su mente, ya que, a pesar de estar casi todo el día con el Rey, nunca vio algo similar que le indicara la presencia de algún informante. Para ella, Sesshomaru era realmente precavido, por lo que sería difícil averiguar si ese rumor era cierto o no.

El ruido de una lengua siendo chasqueada resonó en la habitación silenciosa cuando finalmente eligió el vestido más modesto. De por sí, el blanco ya era llamativo, no deseaba destacar más que eso.

La sirvienta del Rey |Sesshome|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora