࿇Capítulo 4: "La joya"࿇

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Las voces fueron más rápidas que los encargados de callarlas a tiempo. En el castillo, inclusive fuera de él, se propagó los rumores de "la joya", como hace tantos años atrás. La ola de envidia y odio creció con ello, reavivando las llamas que fueron apagadas con la muerte del Rey; Inu no Taisho.

Kagome creyó oír su nombre en todas partes, volviéndose paranoica cada vez que la veían y comenzaban a murmurar. Su oreja se volvió roja de tanto rascarla. Sin embargo, ignoró los cometarios, centrada en el trabajo para distraerse, pero los ojos y voces estaban por doquier, dificultando su día a día a partir de entonces.

La soledad se volvió su amiga.

Así como hablaban de ella, no hablaban con ella. Se alejaron, dejándola totalmente a la deriva en esa situación tan abrumadora, incluso su amiga, Sango, no quiso tener contacto con su persona. Fue hiriente, pero entendible. Si las veían juntas, sería un blanco fácil que no podría proteger.

"Es una privilegiada por su increíble seducción. No te acerques o podrías ser el próximo objetivo del Rey".

Por un lado, estaban los miedosos, quienes se alejaban por temor a terminar igual que Kagura una vez que se supo que ocurrió con ella. Según ellos, no fue por todas las cosas malas que hizo, sino porque se metió con la apodada "la joya".

—"¿De nuevo? Debería tener vergüenza de la última vez. No puede tolerar no ser el centro de atención".

Por otro lado, estaban los envidiosos. Seres cuya vida era puramente para odiar a quienes tenían más, ya sea algo bueno o malo para el afectado. No tenían lógica ni empatía.

Kagome aún estaba buscando el intermedio, aquellos que eran como los temerosos, pero que la entendían y apoyaban.

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El horario laboral había terminado luego de un arduo trabajo en las seis habitaciones de invitados que le tocó limpiar. Sintió más calor que lo usual a pesar del clima frío, por lo que se despreocupó al suponer que era un síntoma secundario del embarazo, pero eso no significaba que no se preocupaba a futuro; ¿cómo haría su trabajo cuando su barriga se convierta en un obstáculo? Kagome sabía que no serían amables con ella una vez que el rumor cese y ella vuelva a ser una simple sirvienta.

Caminando por el pasillo, en dirección al área de sirvientas, la mente de la azabache se llenó de preocupaciones, en su mayoría maternales. ¿Será capaz de cuidar a un niño en un mundo tan cruel con ella? Lo dudaba, pero se esforzaría en proteger a su pequeño de los males.

¿Qué es el mal? —se cuestionó en voz baja, pasando por su mente sus padres, a quienes no había visto desde hace tiempo, pero tendría que enfrentarlos pronto —. ¿y qué es el bien?

Sus ojos se cruzaron con una mirada marrón, deteniendo por un momento su caminar al sentir la tensión de la otra persona al final del pasillo. Sin embargo, no había nadie más allí, por lo que la azabache tuvo un gramo de esperanza al levantar la mano en modo de saludo, pero guardando el silencio para no llamar la atención de nadie.

Sango, su única amiga, la miró con incertidumbre, levantando su mano lentamente para devolver el saludo, sin embargo, algo la asustó, volviéndose cohibida tras huir del lugar, regresando de donde venía sin ninguna explicación.

Kagome bajó la mano de manera desanimada mientras seguía mirando donde antes se encontraba su... compañera de trabajo.

—Todavía temen por los tontos rumores —oyó detrás de ella, casi a centímetros de distancia de su cuerpo.

La sirvienta del Rey |Sesshome|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora