Un mes después, la incertumbre continuó.
¿Qué había pasado esa noche? No lo sabía. Su mente era confusa. Sólo recordaba ser arrastrada de la mano por el Conde hacía las afueras del palacio, luego, pieles chocando sudorosas. Sin embargo, entendió lo último.
La angustia permaneció incluso cuando se arregló para trabajar, teniendo un hueco en el corazón. Le daba asco haber sido tocada por ese terrible ser, más aún cuando se enteró que su vientre estaba contaminado con su semilla. Lo aborreció. Sin embargo, a la vez se alivió que el Conde no estaría dispuesto a hacerse cargo, ya que no quería tener ningún otro contacto con él.
Atando su delantal, Kagome observó su estómago aún plano, pensativa de que haría a continuación con el nuevo problema. Le hirvió la sangre que ese feto fuera de ese hombre, pero a la vez, también era de ella, por lo que fue sensible al respecto.
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El pasillo fue suyo una vez más, limpiando cada rincón como de costumbre, agradecida de estar en ese sector, ya que a pesar de ser varios pasillos, se lo consideraba la limpieza más sencilla. Fue silencioso mientras todos hacían su trabajo en sus respectivos puestos, vigiladas de vez en cuando por Kagura.
La mente de la azabache contaba los tiempos en los que tardaba Kagura en entrar y salir de las habitaciones que vigilaba, observando discretamente la puerta cerrada del cuarto al que quería ingresar para hablar con cierta persona.
Haciéndose la tonta, continuó limpiando cuando escuchó una puerta abrirse, oyendo pasos antes que otra puerta se abriera y cerrara. Esa fue su oportunidad, no podía desperdiciarlo.
Mirando hacía ambos finales del pasillo, corrió de prisa hacía una puerta en especifico, ingresando rápidamente, pero tratando de no hacer ruido que pudiera llamar atención indeseada. Aún así, suspiró de alivio cuando cerró la puerta.
—¿Qué haces aquí? Este es mi sector hoy, Kagome — Oyó la voz de la mujer confusa. Por lo general, ninguna sierva cruzaba caminos con otra en horario laboral. Al menos no de esa manera.
Tomando valor, la azabache se volteó hacía la sirvienta intrigada de su llegada, pero no parecía molesta en lo más mínimo por la interrupción, sabiendo que la joven no lo hacía por nada.
—Lo sé, pero necesito tu ayuda, Sango. Es muy importante —dijo con seriedad, sin ganas de sonreír como lo hacía habitualmente.
La peli-marrón asintió con la cabeza.
—Adelante. Habla antes de que Madam Kagura nos descubra fuera de nuestros quehaceres —apuró para evitar un caos evitable.
—Estoy embarazada —exhaló.
Sorprendida, la mujer buscó las palabras adecuadas, sin saber que decir realmente por la repentina noticia. Pero al principio no pudo captar el ambiente tenso.
—¿Felicidades? —preguntó, dudosa por la expresión tan seria de su compañera.
—Estoy embarazada del Conde Inuyasha —aclaró, mirando hacía el suelo.
La compresión golpeó a Sango en el estómago.
—Oh... — La sierva entendió a que se refirió con aquello —. Esa noche, cuando desapareciste... — Sus palabras quedaron en el olvido.
—Sí. El Conde me drogó —afirmó en tono tembloroso.
Lamentablemente, eso no le sorprendió.
—¿Y no lo quieres tener? —cuestionó con cautela, observando como con los ojos llorosos, la azabache negaba lentamente con la cabeza —. Hay... Hay una curandera en la primera aldea fuera del palacio. Se llama Kaede. Ella puede ayudarte —informó en voz baja.
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La sirvienta del Rey |Sesshome|
FanficNo era más que una sirvienta en el Palacio real, sin embargo, luego de servir en el baile anual que ofrece el reino para todos los nobles, su vida cambia cuando el Rey la convierte en su sierva personal cuando rumores recorren los pasillos del casti...