Recuerdo la calidez de esa tarde soleada, pero también la melancolía, dolor y sufrimiento en el aire. La última vez que usé un vestido de tan alta calidad, fue cuando me despedí por última vez del Rey antes que su tumba fuera cerrada y guardada en aquel lugar.
Alisó la tela con sus manos, dando el último retoque al hermoso vestido azul oscuro antes de tomar coraje y salir de la habitación, enfrentando una vez más las miradas. Sin embargo, las ignoró, sumergida en su propia mente al caminar por esos pasillos donde las dagas invisibles se clavaban en su espalda.
De inmediato había renunciado a mi puesto de protegida en el castillo, volviendo por sí misma al ala de las sirvientas, incluso antes que Sesshomaru tomara el trono como sucesor.
Sus pasos eran firmes, postura perfecta, delicada como una flor al recorrer el castillo hasta su destino. Quien la miraba, regresaba al pasado con ella, viendo a esa joven inocente que vagaba por los pasillos con seguridad. Tímida, pero sabiendo que el mundo le pertenecería si quisiera. Esa joven ahora era una adulta, pero aquellos años, por un momento, parecieron no haber pasado.
No me fue una sorpresa que en su coronación, él ni siquiera me miró. Ya que, después de todo...
La azabache ingresó al cuarto una vez que los guardias abrieron las puertas por ella, encontrándose con la mirada perdida del Rey mientras miraba por la ventana, como todas las mañanas.
Él me odió por haber enamorado a su padre.
—Buenos días, Majestad —saludó cortésmente, junto con una leve reverencia.
Parada en el medio de la habitación, esperó aunque sea una mirada de reconocimiento, recibiendo exactamente eso segundos después de lo que se le hizo un eterno silencio. Los ojos dorados se giraron de manera perezosa para verla, sintiendo una punzada cuando, con asombro, notó la vestimenta que él mismo elegió para la mujer.
No quiso hacerle notar su verdadera reacción, por lo que se dió la vuelta hacía ella con gran indiferencia, mirándola de arriba hacía abajo más minuciosamente, como si estuviera contemplando solo el vestido, sin embargo, estaba embelesado por lo hermosa que se veía con esas telas puestas.
Kagome era una belleza, eso cualquiera en el castillo podría decirlo. No tenía características peculiares, pero había algo en ella que la hacía hermosa. Aquello generó problemas con muchos corazones rechazados, por lo que no era un privilegio ni gran beneficio ser una mujer bella en esa época, tal como muchos asumían.
Kagome se encogió en su lugar por la intensa analización de su gobernante. Pupilas dilatadas de nuevo, notó nerviosa, no sabiendo bien que significaba eso cada vez que sucedía, sin embargo, en cada ocasión hizo que su estómago se revolviera, inquieta por las nuevas y cálidas sensaciones.
—Prefiero el blanco —dijo para la consternación de la sierva, cuyos ojos se abrieron aún más por la declaración del Rey, quien hace segundos estaba perdido en su mente.
—¿El blanco? —recordó lo exagerados que eran. Cinco vestidos blancos en total, con detalles dorados preciosos, pero muy grandes para el gusto de la azabache.
A regañadientes aceptó los nuevos "uniformes", sin embargo, el diseño de los vestidos blancos le causó inseguridad. No había modestia en ellos, gritando por cuenta propia; 'superioridad'.
—Usaras ese color mañana. — No preguntó, ordenó.
Apretando los puños detrás de su espalda, contuvo una mueca ante las palabras del Rey, manteniendo su expresión neutra al ser observada fijamente por él, aún así, sus ojos siempre dijeron más que su voz. Sesshomaru pudo contemplar lo furiosa que estaba de manera silenciosa.
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La sirvienta del Rey |Sesshome|
FanficNo era más que una sirvienta en el Palacio real, sin embargo, luego de servir en el baile anual que ofrece el reino para todos los nobles, su vida cambia cuando el Rey la convierte en su sierva personal cuando rumores recorren los pasillos del casti...