Desde su existencia sobrenatural, Yako ha sido un misterio peligroso para todos. Su sola presencia traía caos, pero también, un inexplicable sentimiento de angustia no expresado.
Un villano no comprendido; decían algunos.
Aún así, su sed de sangre opacaba lo poco humano que quedaba en él. La empatía no tuvo lugar para sus crueldades inimaginables.
Los llantos de bebés cesaron en el reino, pero por una razón inhumana. Aún así, hubo un molesto gimoteo que no paró, el cual provenía de la habitación de la reina cuya consciencia estaba dormida profundamente tras haber sido poseída por "la bestia". La cabeza de éste se giró en aquella dirección, con una mirada siniestra que se intensificaba a medida que sus pasos avanzaban hacía el ruido.
—"¡No le haga daño, por favor!". — Fue la súplica de los habitantes del palacio, retenidos en contra de su voluntad por los peones de la bestia.
El sonido cada vez se hizo más cercano; un suave quejido de incomodidad, más no estaba cerca de convertirse en llanto. La mujer frunció el ceño tras entrar a la habitación, visualizando una cuna al lado del gran ventanal. Su decoración era preciosa, todo en colores pastel, logrando que algo en su interior se removiera al recordar brevemente su pasado; eso no le gustó.
Su ceño se profundizó cuando al fin vio a la bebé sollozante. Y su mandíbula se apretó cuando notó como ésta se calmaba al verlo allí, pensando que en realidad se trataba de su madre, y aunque físicamente lo era, estaba muy lejos de serlo.
—La pequeña princesa del reino de corazones. — Su voz fue baja, burlona — ¿Cómo pueden decir que traes paz cuando en tu nacimiento he aparecido yo para causar caos? Tú solo eres una desgracia. — La bebé sonrió, sin entender lo que estaba diciendo su "madre". Las palabras hirientes no funcionaban con ella —. Eres tan inocente... Podría apuñalar tu corazón y nunca lo entenderías. — Sus dedos rozaron las mejillas de la criatura, decidiendo tomarla en brazos pero manteniéndola lejos de su cuerpo, dirigiéndose hacía el gran ventanal para patear con fuerza, logrando abrirlo de par en par.
Sus ojos prestando atención a la dulce bebé cuando se acercó al balcón, levantando su pequeño cuerpo para que quedará al borde, aunque sus brazos extendidos la estaban sosteniendo firmemente. Una guerra detrás, el hermoso jardín ahora en llamas, con cadáveres por doquier.
—Podría soltarte. Caerás desde varios metros si lo hago. Acabar con una vida que tendrá miseria eterna es lo más bondadoso que he hecho, pequeña Lady. — La bebé rió en respuesta, divertida por la altura al creer que estaba jugando con ella.
Eso lo enojó. ¿Por qué debía ser tan inocente? Es vulnerable, sin poder defenderse de absolutamente nada, ¿por qué alguien querría hacerle daño? Su veneno se disipaba al mirarla, incluso su odio se sintió apaciguado por ese efímero momento. ¿Por qué no pudo ser así con su hija?
—He escuchado que transmites paz y amor con tu presencia. — La alejó del balcón acunando su pequeño cuerpo en su pecho —. Pero solo eres un ser con mucha suerte. — Apretó los dientes, negando con la cabeza decepcionado de sí mismo mientras salía de la habitación.
Un pequeño rumor se corrió por los sobrevivientes de ese día.
Así como se cuenta que la reina de corazones se suicidó por la tristeza luego de que Yako abandone su cuerpo, también se dice que el antiguo rey fue misericordioso por primera y última vez al dejar ir a dos sirvientes casados para que cuidaran de la princesa, muy lejos del reino en ruinas. Jamás se volvió a saber de aquella niña, pero los plebeyos juraron cuidarla como suya.
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La sirvienta del Rey |Sesshome|
Fiksi PenggemarNo era más que una sirvienta en el Palacio real, sin embargo, luego de servir en el baile anual que ofrece el reino para todos los nobles, su vida cambia cuando el Rey la convierte en su sierva personal cuando rumores recorren los pasillos del casti...