III

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Movió sus ligeros dedos, ausente del sirviente detrás suyo esperando por una orden. Creo dos líneas de polvo mágico de color azulado simulando las olas del mar con otras tres que simularon el viento de aquel día que le era imposible olvidar atormentándolo a cada segundo.

-Es tarde, Sulli-susurro agotado-. Ve a dormir.

-Usted también debería descasar, príncipe.

-Lo haré.

Deshizo la magia que creo al tiempo que le entregaba una tranquila sonrisa a su mayordomo. Volvió a la cama tomando asiento notando al fin que se encontraba totalmente solo.

Observo por las enormes ventanas el paisaje del jardín cubierto por la oscuridad de la noche, su mente voló por quinta vez en el día hacia aquella fría noche de invierno a un lado del mar con el fuerte olaje que colocaba la piel de gallina a cualquiera. Recordó a Yume siendo sostenida por Amir, un sicario bien pronunciado y reconocido por la alta sociedad, encargado de extorsionarlo con la vida de su amada sino cumplía con sus ordenes, que según él salvarían al reino en muchos ámbitos.

Kutatsu Yume dama de compañía de su madre proveniente de familia noble con un encanto único que lo hacia estremecer. Tan solo dos años menor que él, una chica que cada vez que lo veía entrar a una habitación no lograba evitar sonreír y sonrojar sus mejillas, sus manos temblorosas y algo torpe cuando trataba de comenzar una conversación.

Su relación recién había comenzado cuando vio como Amir la sostenía con un cuchillo en su garganta, las lagrimas en sus mejillas, ahora pálidas, rompieron toda seguridad en el interior del príncipe. No confiaba en su magia para salvarla y correr el riesgo de lastimarla, se sorprendió de su cobardía al arrodillarse y pedir piedad por la vida de su amada.

-Eres inteligente-la voz rasposa de Amir hizo que Yume sollozara aún más.

-Haré lo que quieras-dijo Satoru susurrante, al borde del pánico-. Por favor, no le hagas daño.

-Eso depende de ti.

Abrió los ojos atemorizado por la dificultad al respirar, se levanto de un solo movimiento y corrió al balcón. Ya era de día, el sudor había comenzado a cubrir todo su cuerpo. Observo su alrededor y noto el calmado clima y los ruidos de las aves indicando el inicio de un nuevo día.

Tardo unos minutos antes de poder superar la hiperventilación que su cuerpo se rehusaba a desechar.

Día quincuagésimo sexto desde la desaparición de Kutatsu Yume.

-Hoy despertó temprano, señor.

Satoru vio como Sulli preparaba el baño apenas entrara a la habitación.

El agua estaba tibia y a la vez cálida para su gusto, se apoyo y dejo que Sulli y otros dos hombres comenzaran a asearlo con la delicadeza de siempre.

Dejo que sus pensamientos volvieran a atormentarlo. Luego de aquel trágico atentado, le rogo a su padre que lo entrenara de una manera que aumentara el control de su magia, sin embargo, a pesar de su desesperación el rey le revelo que sería imposible.

Había quedado claro que la magia solo aumentaba acorde a su edad, lo único que podría mejorar sería el control y su eficiencia. Con alguien de sangre real su poder estaba por sobre la plebe, pero nada de eso significaba que podría superar a un sicario de dudosa procedencia y con una habilidad física por sobre los normales. Además, los rumores que lo encerraban indicaban que seguramente era un bastardo de una persona de sangre real.

Con ayuda de Sulli se vistió con prendas reales por la próxima visita a la familia del Conde Itadori Jin, su hijo menor había sido seleccionado como su futuro compañero de vida y como no, el chico era hijo de uno de los hombres más influyentes ante la sociedad, un hombre el cual su hijo mayor se había convertido en rey con tan solo tres visitas a la princesa como cortejo.

AFECTO - JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora