Capítulo final.
Una nueva vida juntos.
Que caprichoso puede llegar a ser el destino. Al menos eso era lo que pensaban Renji y Byakuya en estos momentos mientras que se abrazaban en la cama del noble. Habían pasado infinidad de horas juntos prácticamente ignorándose mutuamente y de golpe y porrazo, se daban cuenta que estaban hechos el uno para el otro. También pensaban en lo mucho que habían cambiado sus vidas en las últimas semanas. Pasando de ser monótonas y algo aburridas, a ser una montaña rusa de emociones.
El pelirrojo estrechaba entre sus brazos a su taichô a la vez que besaba sus cabellos. Byakuya se dejaba acunar con los ojos cerrados dándose cuenta de lo feliz que le hacía ese hombre. Cierto que quiso mucho a Hisana pero con Renji era distinto. Cuando estaba cerca de él, sentía un sinfín de mariposas revoloteando en su estomago. Cuando sus fuertes manos rozaban su piel, notaba como su corazón latía desbocado en su pecho, algo que jamás sintió con su venerada esposa. No sabía exactamente cuando sus preferencias sexuales habían cambiado repentinamente, pero estaba feliz de que así fuera. Gracias a eso, ahora estaba con la que sabía era su alma gemela.
Por su parte Renji rememoraba todas las personas que habían pasado por su vida. Después de meditarlo por un rato, se percató que nunca había estado siquiera un poco enamorado de su pareja de turno. Cierto que había tenido bastantes y que disfrutó mucho de la compañía de todas. Por no mencionar los rollitos del club, aun que estos últimos más bien eran simple trabajo. Lo que jamás pudo imaginar, era terminar amando con locura a su capitán. Si alguien lo hubiera insinuado tan solo un mes atrás, se hubiera reído con ganas del iluso. Y fíjate por donde, resultaba que justo él era la persona por la cual llevaba tantos años esperando para poder sentirse por fin completo.
-¿En qué piensas Renji?- Preguntó el moreno moviéndose un poco sobre su pecho.- Estás muy callado.-
- En cómo puede cambiar la vida de uno en tan poco tiempo.- Comentó atrayéndole más a su cuerpo.- Y en lo mucho que te quiero.- Byakuya sonrió casi imperceptiblemente.
- Parece que pensábamos en lo mismo.- Dijo el noble regalándole un beso en la base del cuello.
- ¿Pensabas en lo mucho que te quiero? Vaya.- Bromeó.
- Baka, sabes a que me refiero.- Contestó dándole un golpecito en la frente. Renji ahora se reía con ganas a la vez que volteaba a Byakuya quedando él encima del Kuchiki.
- No quiero que este día acabe.- Confesó uniendo sus labios a los de su capitán. El beso fue lento, cargado de afecto y anhelo. Cuando concluyó, Renji le observaba con la mirada llena de amor separado por tan solo unos centímetros de distancia.- Es el mejor día de mi vida.-
- No temas que acabe, te prometo que el resto serán aun mejores.- Byakuya subió sus manos al cuello del pelirrojo para deshacer la distancia entre ellos y volver a saborear sus dulces labios.
Renji se dejó atraer encantado y correspondió al beso que su capitán le daba. Sus lenguas pugnaban por tomar el control de la batalla. Al final fue la experta del pelirrojo la que ganó la partida. Cuando concluyeron el asfixiante beso Renji no se demoró en crear un camino de saliva por la anatomía de su amante. Fue depositando miles de besos según iba avanzando. Primero en la mejilla, de ahí a la oreja en la que se entretuvo un rato mordiendo y lamiendo a la vez que la acariciaba casualmente con la punta de la nariz. Byakuya se estremecía al notar la fogosa lengua de su pareja mojar sus zonas sensibles y el contraste de sensaciones que experimentaba al notar el cálido aliento de su semental chocar contra la piel húmeda. El pelirrojo animado por los leves gemidos de su pareja continuó con su travesía. Bajó al pecho en el que encontró un par de botones rosados muy erectos. Con suma precisión se apoderó de uno de ellos con su boca. Lo mordía y estiraba de él sin llegar a lastimarlo, a la vez que pellizcaba el otro con un poco de brusquedad.
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Enmascarado.
FanfictionDespués de una conversación con el impertinente de Kurosaki en los jardines de la mansión, Kuchiki Byakuya decidió demostrarle que no era ningún estirado sin sentido del humor e incapaz de divertirse. Determinado a quemar la noche puso rumbo al mun...