Adiós.

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Capitulo 9.


Adiós.


- ¡¡QUITATE ESA PUTA MASCARA DE UNA BUENA VEZ, RENJI!!- Gritó el Kuchiki preso de un ataque de ira ya seguro de la persona que se escondía tras ella.

- H..Ha..i.- Contestó el pelirrojo con pánico reflejado en su mirada.

Era consciente del terrible error que cometió al empezar ese peligroso juego con su capitán. Pero ya era tarde, ya no había vuelta atrás.

Renji retiró lentamente la máscara de su rostro, retrasando el momento todo lo posible. Sabía que en cuanto eso sucediera sería su fin de un modo u otro. Byakuya le observaba conteniendo su ira. Apretaba los puños a ambos costados pegados a su cuerpo. Cuando el rostro de Renji quedó por fin al descubierto, Byakuya explotó.

-¡¡¡TÚ!!!- Gritó.- Eres un maldito desgraciado.- Sin poder contenerse agarró del cuello al pelirrojo y le estrelló contra la pared violentamente. Renji gimió aturdido por el fuerte golpe recibido y la tremenda presión que sentía en su garganta. El estuche con su regalo estaba ahora tirado en el suelo.

- Byakuya...Me...asfixio...no puedo...respirar.- Renji sujetó con ambas manos el brazo de su capitán intentado liberarse de su agarre sin éxito.

- ¡¡Para ti soy Kuchiki-taichô!!- Le gritó soltándole y dejándole caer de golpe al suelo. Renji se frotaba la garganta intentando volver a respirar.- No vuelvas a dirigirte a mi por mi nombre. No tienes ningún derecho a hacerlo.- Siseó parado frente a él.- Espero que te hayas divertido humillándome de esta manera, porque te juro que lo vas a pagar muy caro.- Byakuya abandonó la habitación sin mirar a su teniente. Estaba muy dolido. Todo lo que vivió con el que creía el gran amor de su vida solo era ahora para él un cruel juego por parte de su subordinado.

- Taichô...- Renji no se atrevió a parar al Kuchiki. Asumía que él moreno jamás le perdonaría. No después de todo el odio que desprendía su mirada. Le había roto el corazón y era plenamente consciente de su gran error. Se quedó sentado en la misma posición llorando amargamente por perder a su alma gemela de una manera tan estúpida.

Kuchiki Byakuya abandonó el local como alma que lleva el diablo. Cuando estuvo lo suficientemente lejos de un lugar donde poder ser visto, salió de su gigai. Lo tiró al suelo y con un movimiento de Kido le hizo convertirse en ceniza. Ya no lo necesitaré más. Pensaba mientras vía arder su Gigai. Maldito Renji. ¿Cómo se ha atrevido a hacerme esto? El muy desgraciado se ha estado riendo de mi todo este tiempo. Le dije que le quería y él solo se estaba aprovechando de mí. Byakuya lloraba amargamente en silencio. Su corazón estaba hecho pedazos. Ni siquiera la muerte de su adorada esposa le provocó un dolor tan intenso como el que ahora experimentaba. Cuando por fin empezó a serenarse llegó a su mansión. El lugar estaba sumido en un profundo mutismo. Decidido a no volver a pisar el mundo humano si no era en una misión, se marchó directo a su dormitorio. 

Sin tan siquiera ducharse se puso su yukata negra y se metió de lleno en la cama. Necesitaba poner en orden sus sentimientos. A demás de cabreado, estaba muy triste y confundido. Todo pasó demasiado deprisa para poder asimilarlo de una manera coherente. Sigo sin poder creer como ha acabado todo. Me ha estado utilizando a su antojo, pero sus miradas, sus caricias, sus pocas palabras, destilaban tanto amor. ¿Y si no ha sido todo un juego? ¿Y si de verdad me quiere? Si eso fuera así...Solo me estoy mintiendo a mí mismo. Si él me amara me lo habría dicho. Pero le quiero tanto. Mañana hablaré con él y depende de lo que me diga tomaré una decisión. Tal vez debí dejarle que se explicara. Y con estos pensamientos terminó por caer dormido cerca de cuando el cielo empezaba a clarear.

Enmascarado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora