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Boruto se preguntó cómo acabo escondido en su habitación, no era su culpa o al menos no del todo, culpaba a Mitsuki, quién lo mandaba a ser tan lindo.

Desde hacía más de un año que se había dado cuenta que veía de manera diferente a su pálido amigo, al principio pensó que simplemente era admiración o algo parecido, semanas después admitió que tal vez tuviera un pequeño (gran) crush por su amigo, era normal ¿verdad?

Lo cierto es que desde entonces se encontraba a si mismo viendo a Mitsuki con estrellas en los ojos, esto según su mamá y su hermana, él pensaba que sabía disimular bien (no lo hacía) por lo cual cada que Mitsuki no se daba cuenta (según él) se encontraba viendo cada detalle de su persona, desde sus largas pestañas, sus pómulos definidos o sus ojos, eso era lo que más le gustaba de Mitsuki, sus ojos eran muy sinceros y de un hermoso color mostaza. Boruto podría pasar horas hablando sobre todo lo que le gustaba de Mitsuki pero llevaría mucho tiempo y actualmente no quería pensar en eso.

Iba bastante bien con su amistad, sabía que Mitsuki lo quería mucho pero Boruto deseaba que lo quisiera como más que un amigo, considero confesarsele pero no tenía idea de como; a sus catorce años jamás se había confesado a alguien, por lo cual estaba muy perdido. No podía ir con sus amigos, la mayoría se burlaria de él y aunque en días normales les seguiría el juego esta vez quería un consejo serio, por lo cual acudió a su mamá. Ella le había dicho que hiciera algo que a Mitsuki podría gustarle, había pensando en comida pero Mitsuki no necesitaba comer y cuando lo hacía no lo disfrutaba del todo, luego pensó en una carta pero siendo sincero era pésimo para escribir y cuando lo intento salió algo como:

Mitsuki me gustas como me gustan las hamburguesas.

Con amor Boruto.”

Rompió la nota y la tiro a la basura.

Su última opción fue hacerle un regalo a Mitsuki y declararse cara a cara, la idea le hacía temblar las rodillas pero Boruto no era una perra débil, o con eso se daba ánimos a si mismo por lo cual se decidió por eso, con el rostro rojo como una amapola le pidió a su madre que le enseñara a tejer, su mamá aceptó con gusto y así se pasó meses aprendiendo a tejer. Primero pensó en hacerle unos guantes pero recordó que Mitsuki ya tenía unos, luego pensó en un suéter pero nunca había visto a Mitsuki con uno así que no sabía si sería de utilidad para él, al final se decidió por una bufanda.

Sus primeros intentos terminaron bastante mal, o ponía demasiado o le faltaba, luego de muchos intentos con aciertos errores término una linda bufanda color azul turquesa, aunque era mas larga de lo que pensó que sería pero aún así era perfecta a sus ojos. Hinata lo vio con nostalgia pues su pequeño estaba creciendo.

El día había empezado bien, había desayunado con su mamá y su hermana, se había alistado, se tomó su tiempo para su rutina de cuidado de la piel, se aplicó crema corporal con olor a vainilla e incluso se aplicó un poco de bálsamo labial sabor a fresa, había salido rápido de su casa pues se le hizo tarde, se aseguró de llevar consigo la bolsita donde llevaba la bufanda, seguro Sarada lo regañaria por llegar tarde al entrenamiento, por correr sin ver su camino término cayendo por suerte gracias a sus rápidos reflejos no se ensucio, lastimosamente Sarada se tropezó en su camino y término cayendo de bruces en un charco de lodo.

One-shots MitsuboruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora