La mañana era perfecta para quedarse en cama. Nos abrigaba cierta calma tras saber de la llegada de nuestro hijo, algo que en las últimas fechas no solía estar en nosotros. Paz mental, tranquilidad y calma.
El olor a chocolate amargo característico de las margaritas impregna la habitación. Blancas con el centro amarillo, que solo florecerán en las noche. Inicialmente se sembraron debajo de la habitación de mamá, no porque les gustara; aunque sí, eran por ser las que rodeaba la casa en Londres. Su hogar hasta los dieciocho años, una manera de recordar a Isabella Funar, su madre adoptiva.
Poco a poco se han ido dispersando por los alrededores de la casa, creando en esta época del año un manto blanco y amarillo. Hay varias flores de diversos colores, pero estas comandan el liderazgo en al casa.
Abrazada a Alexis, con los ojos cerrados me deleito de ese aroma y la compañía. El día de ayer quisimos corroborar nuestro embarazo y acudimos a la clínica y confirmamos la llegada de nuestro bebé. Desde entonces permanecíamos en un estado de felicidad y éxtasis increíble. Alexis se negó a hacer planes, y mi familia estuvo de acuerdo, temían que el silencio de Kamil o no saber nada de quien esté detrás de todo esto manchara nuestra felicidad.
En mi caso mi cuerpo y movimientos me daban la sensación de estar drogada. Desconocía si era mi embarazo o los recuerdos de la perdida de mi bebé. Pero salvo la felicidad por la llegada de mi hijo, no sentía nada.
El embarazo se mantendría en secreto por el mismo motivo. La inquietud y el miedo me rodeaban, han pasado solo veinte cuatro horas y han redoblado la seguridad. Esperaba que esto pasara pronto y todo volviera a la normalidad, la acostumbrada en los Frederick.
El ruido del móvil de Alexis rompió el silencio y la magia se esfumó cuando dejó de abrazarme. Ambos nos giramos en dirección al objeto, por ser la línea privada y solo la familia la tiene. Toma el móvil levantando la llamada lo escucho saludar a Marck al tiempo que se sienta en la cama e imito ese gesto. Escucha atento del otro lado de la línea y luego de unos segundos dice:
—Vamos hacia allá —cuelga y me observa.
—¿Qué sucede?
—Dasha entró en labores de parto —comenta feliz dirigiéndose a mí. —te ayudaré para llegar a tiempo…
—No iré. —le interrumpo —Ella no me querrá allá y puedo entenderlo. —sigo y sus hombros caen —tu deber es darle apoyo como siempre.
Trato de que mi voz salga lo más normal posible y no tenga un tinte de reproche. No poseo odio, rencor hacia ella o Mauren, pero entiendo que no es lo mismo de parte de ellas hacia mí. En ellas prevalece en la memoria que las traicioné y yo me mantengo en un punto de no retorno al pasado.
Ni siquiera para pedir excusas por mis actos. Y, aunque algunos puedan sentir mi comportamiento egoísta, es la mejor manera de protegerme.
—Se que se vio mal que no te invitaran a esa fiesta …—se excusa pasando una mano por su cabeza con desesperación. —pero no puedo obligarlas a…
—Seria peor si lo hicieran y me excluyeran. —le calmo sonriendo— No la pasé mal, tus padres me enviaron a la parte divertida de la familia y me hicieron compañía.
Pueda que no lo hicieran con ese fin o sí, el punto es que la pasamos bien en aquella noche improvisada noche de cine. Desnudo, en pie y analizando mi rostro se queda por unos segundos pensando. Son bastante unidos, suelen acudir juntos a cualquier cosa que ellos consideren importante.
El día de hoy no tiene que ser la excepción.
—Trabajaré en casa, tengo algunos detalles que realizar. —continuo al ver que duda.
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El Demonio que habita en ti
RomanceII Saga Frederick Con la firma del divorcio Emma y Alexis dan por terminada un año de matrimonio y más de dos décadas de amistad. Años después, Alexis regresa a la ciudad trayendo consigo una prometida. Es un hombre más maduro, seguro de sí y está...