Karma

206 15 0
                                    

Existían infinidad de recuerdos juntos y por separados, que lo trajimos a la mesa. Él me contó su vida en Afganistán y como al final de cada operación se debatía entre regresar a casa o ir de vacaciones a cualquier lugar. Escogía siempre lo segundo, por considerar que su fuerza de voluntad era escasa y acabaría por buscarme.

—Eso hubiera cambiado el rumbo de los acontecimientos —confieso.

Observo la copa con el vino que me ha ofrecido, Alexis se sienta en el sillón frente a mí. La alzo a la altura de mis ojos viendo a través del líquido granate señal que es envejecido y sonrió imaginando el rostro del tío Alex si me viera. 

—¿Sientes que traicionas a tu familia si lo tomas? —Alexis ha visto mi lentitud a tomar como duda cuando no es así. 

—Soy buena rompiendo las reglas en la familia—comento dando el primer sorbo y Alexis sonríe. —no le temo a hacer lo correcto.

Al tío Alessandro no le gustara saber que estoy degustando un Vinotinto de la competencia y lo que es peor, lo disfruto. Alexis saca el móvil del bolsillo trasero de su pantalón, lee algo en la pantalla y lo deja en la mesa.

—¿No te sientes mal por ello? —niego girando la copa y observando a través de ella.

—Solo de una cosa me arrepiento. —bajo todo el contenido de la copa a mi garganta  con los ojos de Alexis puesto en mi —de dos en realidad —corrijo.

Dejo la copa justo al lado del móvil que se ilumina de nuevo y leo el nombre de quien llama. Treinta y cinco minutos sin tener noticias de Kamil, pienso viendo como el nombre en esa pantalla parece burlarse de mí.

—Dañar a Isabella e intentarla emparejar con Ethan —sigo diciendo, alzando la mirada hacia él y noto como su cuerpo esta tenso.

Sonrío brindando con ese gesto calma. La mujer que soy no pudo retirar el demonio dentro de ella como se lo recomendaron, pero si logró controlarlo y usarlo a su favor.

—Y con dañar, abarco todo lo que hice en su momento —continuo diciendo.

El móvil se ilumina una segunda vez, los hombros de Alexis se tensan y la mandíbula se aprieta. En adelante seguirá tensándose, cada que el móvil se ilumine en espera de una reacción violenta de mi parte.

—La segunda, puedo deducir cual es…

—Lo dudo—le interrumpo viendo la tercera llamada entrante —pero, te invito a especular sobre ello.

Mi respuesta no le agrada y lo noto en su mandíbula tensarse o en sus ojos grises adquirir un brillo peligroso. Hace tiempo abandoné sentimientos de miedo, pesar o lastima por dañar mi sistema. Mamá lo definía bastante bien al decir sobre cómo debemos vivir.

“En este mundo hay dos maneras de vivir, siendo el cazador o la presa”.

Yo decidí al salir del quirófano y tras le muerte de mi bebé que sería el cazador. La presa lo fui por años, cubierta por un manto de autocompasión, envidia y dolor.

—Seducir a Gadien Doyle el día de nuestro compromiso e insinuar a tu hermana que su prometido había correspondido horas antes de ella casarse. —empieza y guardo silencio —también podría ser costear esa excursión en que casi pierde la vida ese hombre.

Se toma un trago de whisky largo para dejar el vaso justo al lado de mi copa. El móvil queda en medio de los restos de nuestras bebidas y se ilumina una cuarta o quinta, en ese punto no tengo claro cuantas llamadas van.

—He pagado un precio justo por cada uno de mis errores —comento al fin sin dejar de ver el móvil. —todo lo que has dicho y lo que no, tiene un trasfondo. Creer en las palabras de un tercero y no en mi familia.

El Demonio que habita en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora