Parte I

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-suku ven ven – llamo el niño de cabellera rosada y brillante sonrisa, que se encontraba corriendo con gran agilidad para atrapar unas ranas con alas, cuales siempre le gustaba jugar o acariciar, cuando lograban escapar de casa – apresúrate, que se van – se lo expreso a su hermano menor quien estaban a unos pasos atrás y solo tenia una cara neutras mientras observaba como su oniichan, se lanzaba al hacia las ranas y fallaban torpemente.


-no quiero, mocoso… siempre nos castigan cuando llegamos a casa todo sucio – comento mientras metía sus manos en la túnica blanca y seguía caminando donde su hermano mayor se encontraba tirado, parecía no querer levantarse del suelo por nada.


-noooooo – chillo y se levanto a una gran velocidad – sukuuu, no sea malo y vamos a jugar, puede dejar tu túnica en aquella acacia, nadie nota las camisa manchada  – explico y señalo agitadamente hacia una rama de un fuerte árbol, que sostenía una túnica blanca con un listón rojo en el cuello. Yuuji se acerco a su gemelo y puso ojos de cachorro abandonado – siempre estamos estudiando o encerrado en casa, jamás podemos andar por ahí desde aniki se fue, además mamá igual no regañara – termino de hablar mientras cruzaba los brazos y hacia un pequeño puchero en sus labio, refunfuñando sobre que madre era mala casi siempre cuando papi jin no estaba.


Sukuna solo suspiro cuando vio el lindo puchero que estaba haciendo su oniichan y tenia las mejillas levemente rosa por el sol, siempre era adorable y divertido mirarlo o fastidiarlo, lo que viniera primero… así que giro los ojos con enojo fingido y le pellizco los labio un poco fuerte a su gemelo, para obtener un gemido agudo y unas pequeñas lagrimas en esos hermosos ojos ámbar, que tanto amaba observar por horas, su yuuji siempre era lindo en cualquier forma.


-Esta bien, pero luego aremos lo que yo quiera – le sonrió malévolamente y miro con sus ojos color sangre, como yuuji gritaba saltando alegremente y lo abrazaba con toda su fuerza, causando que gruñera molesto por la falta de aire en sus pulmones, su gemelo era muy fuerte a veces.


Ambos niños se pospusieron atrapar todas las ranas con alas que podían, pero antes sukuna dejo su túnica con la de su hermano, ahora solo se mancharía la camisa blanca y sus chores negros, que gran combinación… giro sus ojos carmesí con fastidio y se proponía ayudar a su hermano mayor, jamás habia aceptado ser gentil con esa cosas saltarinas.


Los gemelos itadori eran bien conocido por todo el paraíso por vestirse de la misma manera, a ninguno de los dos le gustaba usar diferente ropas del otro por no sentirse cómodo y hasta verse extraño, los otros ángeles no entendían eso y hasta sus propios padres mucho menos, pero no le dieron tanta importancia porque sus niños de 6 años aun le faltaban sus alas y pensaron que eso ayudarían a no sentirse inseguro, además nada malo pasaría de esa bella unión, ambos eran niños buenos… Tanto que todos el mundo los adoraban y cuidaban, hasta los ángeles mas fuerte del paraíso le tomaron aprecios a los gemelos itadori, nadie podía decir que esos pequeños alborotadores no eran amables y fuerte como sus padres, todo cercano a la familia itadori esperaban grande cosas de esos gemelos y claro de su hermano mayor choso, quien ya era un estudiante honrado en la academia de arcángeles como eran de esperarse.

Cuando el sol estuvo en su mejor momento, ambos pelirosa decidieron descansar en el árbol de acacia donde no dudaron en tomar la sombra que este le daba, yuuji se sentó y recostó su espalda en el tronco, mientras cerraba los ojos y tarareaba una hermosa melodía, una que siempre estuvo con el y que ahora soñaba con ella, era la única que lo tranquilizaba todas las noches por los feo sueños.


Sukuna solo lo miraba atentamente y en silencio, siempre escuchando esa melodía con paciencia, no le molestaba pero estaba seguro que podía recitarla fácilmente y reconocerla en cualquier segundo, la conocía tan bien como a su propio gemelo que seguía descansando distraídamente con los ojos cerrados. El menor se sentó a su lado mientras dejaba reposar su cabeza en los hombro de yuuji y entrelazaban manos.

《del cielo al infierno》 sukuitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora