《del cielo al infierno》 sukuita

Parte IX

– mate a nuestro padre –

Esas palabras tomaron desprevenido a sukuna por un instante mientras su rostro solo podía mostrar una mueca en blanco, tenia que ser una broma de mal gusto pero ver a su yuuji casi nervioso o desesperado por una respuesta, le daba a entender que su día ya se habia vuelto una mierda. Lo único bueno de encontrase en esta maldita posición era que por primera vez en años su gemelo tenia una mirada perdida y oscura, calentándolo en una forma tan enferma que le daba gracia, tanto que sino fuera por el shock de la noticia se pasaría la lengua por su labio y se lo comería con la mirada, tenerlo tan vulnerable mientras trataba de ocultar un temor evidente, era demasiada tentación… aunque sukuna no entendiera su actitud apagada, tampoco le importaba.

Así que suspiro suavemente llamando la atención del contrario, quien acomodo su postura y agarro el borde de su ropa mientras desviaba la mirada, como si esperara lo peor del mundo acompañado con grito o insulto en cada palabras, causando que el de ojos carmesí meditara antes de hablar, necesitaba estar calmado para comprender todo.

-¿porque piensa eso? – pregunto tranquilo esperando una respuesta rápida, pero se hecho a reír cuando su gemelo le entrego una tonta expresión de incredulidad, al parecer estos años no le habia quitado lo estúpido y adorable a su yuuji. Entonces suspiro antes de sonreírle seductoramente, quería jugar un poco – ¿que pasa ahora? El demonio se comió tu lengua – se burlo momentáneamente para disipar la tención en el aire y en los hombros del contario, pero solo recibió otra mirada tonta cual podía jurar que si no estuviera amarrado le daría una cachetada, sin embargo se controlo y resoplo con frustración antes de entregarle su escasa paciencia  – ¿como sabes que mataste a jin? Lo hiciste con tus propia manos – aclaro.

El de edad mayor analizo un segundo esas palabras antes de confirma con su cabeza, con un rostro un poco serio y nervioso.

-lo se… lo vi quemándose con mis propios ojos, además kenjaku me lo confirmo cuando me dijo que somos hibrido – expreso agobiado y asustado, esperaba una reacción explosiva o agresiva de su hermanito, prefería que lo maldijera mil veces que observarlo con una actitud calmada, era extraño que ahora se comportara civilizadamente, pensó que le reclamaría por desaparecer o ¿acaso no noto su fuga?

-¿kenjaku? – escupió ese nombre con desprecio y odio, como era posible que su preciado yuuji conociera a esa perra – ¿como sabes sobre el? ¿donde conoces ese bastardo? Si tan solo toco uno de tu cabello lo mato – amenazo con unos ojos llenos de furia y apretaba la mandíbula.

Ese cambio de actitud tomo desprevenido al mayor mientras se tensaba y se alejaba un poco de sukuna, pero recordó que en si nadie en el paraíso sabia quien era realmente el demonio que una vez fue su madre, así que se calmo y suspiro con un puchero en sus labios.

-bueno… kenjaku es el verdadero nombre de nuestra madre, solo que tomo la identidad de kaori para crear un monstruo – expreso aun con el puchero en los labios y el seño fruncido, al de ojos como el oro le molestaba que su apariencia o la muerte de su progenitor, no afectara nada la compostura de su gemelo, pero con tan solo escuchar ese maldito nombre lo alteraba tanto, era injusto.

Aunque yuuji decidió apartarse de su hermano, el lograba doblegarlo a su merced tan fácilmente porque aun era su suku. Sin embargo trato de apartar esos pensamiento e ignorar unos agrios sentimiento que no eran suyos, alegrándole al instante por saber que ryoume estaba vivo, desde que se habia despertado su compañero de cuerpo no se manifestó de ninguna forma, apena lograba sentir su presencia y eso lo preocupaba, además tampoco le contestaba cuando le hablaba, eso era lo mas extraño.

-monstruos – yuuji volvía a observar a su gemelo, quien aun seguía en una incomoda posición y mostraba una suave mirada, como si volvieran hacer niños otra vez – ella o el… no solo creo uno, sino dos – lo dijo con un tono tan suave que yuuji apena podía recordar la ultimas vez que lo escucho – en fin de cuenta somos un alma –