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—¿Jungkook? ¿Qué haces en mi pieza?—
—Lo... lo siento—dije saliendo corriendo por la puerta mientras las lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos. Ese niño dulce, amable, no podía haberse convertido en asesino. Mi primer amor, mi salvador, era quién quería mi cabeza. Esto no podía estar pasando. ¿Qué iba a hacer ahora?
Entré a mi cuarto, y me quedé encerrado ahí, tenía que pensar que iba a hacer ahora ya que conocía esto. ¿Podía matar a Taehyung aunque fuese ese niño dulce que salvó mi vida tras la muerte de mis padres? ¿Podía ser ese niño Taehyung el que ahora quiere mi cabeza?
Miles de preguntas invadían mi mente volviéndome loco. Estaba perdido. No sabía cómo reaccionar ante esta noticia. Y ¿qué hacía ahora? ¿Le decía hola si, soy Jungkook el nene de tu infancia al que le regalaste la cadenita, ah y por cierto soy el lobo que tanto buscas? Por favor. ¿Tan complicado iba a ser todo?.

Como estaba, me acurruqué en la cama, las imágenes del pasado invadían mi mente. Aún dolía, dolía el que me haya dejado así no fuese por su culpa. Porque ocurrió lo que me prometió que no volvería a pasar y era estar solo. Esos días en los cuales Tae había desaparecido fueron similares a los días anteriores a conocerlo. Vacío, solo, sin rumbo, ¿cuál era el sentido de mi vida? ¿Por qué no me mataron junto a mis padres? ¿Por qué tuve que conocer a Taehyung? Si al fin y al cabo quedé solo. Pero ya no era así, los padres de Kiki me había adoptado y me dieron lo que cualquier persona podría desear.... una familia.

Un golpe en la puerta me saca de mis pensamientos.
—¿Jungkook? ¿Qué pasó?— dijo del otro lado de la puerta
— No.. no pasa nada Taehyung.
—Kook, ábreme. A partir de ahora si lloras hazlo en mi hombro, que aquí estaré yo para ayudarte, lo prometimos.
—¿Cómo?— me acaba de decir lo mismo que cuando éramos niños. ¿Taehyung ya me había reconocido?
—me reconociste ¿no?. Viste las fotos en mi cuarto. Ya ábreme Kook, soy yo. Tae—
Lentamente me dirijo a abrir la puerta. Él se encontraba parado junto a la misma.
—¿cómo me reconociste?
—me fue imposible olvidarte Kook, y estás igual.  Aparte lo confirme cuando vi la cadenita que llevas puesta—inmediatamente agarré la misma
—por fin te encuentro, aunque jamás pensé que iba a ser que vos vengas a mi casa por trabajo. Me sorprendió pero amé verte. Te extrañé mucho kook—dijo acercándose y dándome un abrazo
—a...Aléjate. Me dejaste solo. Y lo habías prometido—dije entre lágrimas—no sabes lo que sufrí tras tu partida—el abrazo se hizo más intenso—
—Kook, mi Kook, no te abandoné, sólo me fui un tiempo obligado por mi padre. Pero esas vacaciones volví y te busqué, pero ya no estabas.
—¿de verdad me buscaste?—él asintió—yo también te extrañé mucho Taetae

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