CAPITULO 5

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Parecía dispuesto a salir corriendo. Sasuke, para calmarlo, retrocedió unos pasos y relajó las manos a los costados. Sus ojos brillaban con ironía.

-Eres un doncel encantador. ¿Te sorprende que me sienta atraído por ti? En cuanto a lo que quiero de ti, estábamos tan cerca que supongo que la respuesta es evidente.

Naru siguió mirándolo con aire sombrío, intentando ver lo que había bajo sus palabras irónicas. Era muy sofisticado, pero usaba aquello como un escudo para esconder al hombre auténtico, al que lo había besado con pasión fiera. Era un hombre de muchas capas, con motivos complejos y desconocidos. Sí, ambos se atraían de la misma forma. Sería tonto negar su participación. Pero también tenía la impresión de que lo estudiaba, manipulaba de un modo sutil. Desde el principio había captado su determinación de introducirse en su vida y eso era justamente lo que hacía. Fueran cuales fueran sus motivos, iban más allá de la atracción física.

-Yo no me acuesto con cualquiera -dijo.

El hombre estuvo a punto de sonreír. Fue más una expresión de los ojos que de la boca.

-Querido, prometo que no soy cualquiera -repuso-. ¿Sales con alguien?

-No.

No lo sorprendió que negara cualquier relación con Kiba .

-Entonces no hay problema, ¿verdad? No me digas que yo no te atraigo también a ti.

el doncel levantó la barbilla con ojos brillantes.

-Ese guante de terciopelo oculta un puño de hierro, ¿verdad? -comentó con voz neutral-. No, no voy a decir que no me atraes.

-Puedo ser decidido cuando quiero algo... o a alguien -repuso él.

el doncel hizo un movimiento abrupto, como si estuviera cansado de aquella justa verbal.

-Me he expresado mal. Yo no tengo aventuras.

-Sabia decisión, pero demasiado restrictiva en este caso -se acercó y el no se retiró. Tomó el rostro de naru con una mano-. No te forzaré -murmuró-. Pero serás mío.

-Si no usas la fuerza, ¿cómo piensas conseguirlo? -preguntó el.

El hombre enarcó las cejas.

-¿Crees que debería contártelo?

-Sí.

-Una idea interesante, pero no creo que la siga -rozó el labio inferior de naru con el pulgar-. Por ahora será mejor volver al puerto. Tú tienes un negocio que atender y yo un barco que anclar.

Dejó caer la mano y Naru se volvió aliviado, como si acabaran de liberarlo de un campo de fuerza magnética. Le cosquilleaba el rostro donde la había tocado y recordaba la sensación eléctrica que la atravesó cuando le acarició el pecho. Su atrevimiento sugería gran experiencia y seguridad en sí mismo, lo cual lo colocaba en desventaja.

De regreso al muelle guardaron los dos silencios.

El barco de Sasuke, un yate rápido, de seis metros, seguía donde lo dejó, enganchado a un Jeep negro. naruto entró en la oficina y Shino levantó la mirada de la revista deportiva que leía.

-¿Va todo bien? -preguntó-. Los chicos dicen que Konohamaru casi se ahoga.

-Tiene una conmoción, pero irá a casa mañana -repuso naru-. Gracias por venir. Siento haberte estropeado el día.

-No importa -contestó él, animoso. Era un chico moreno y alto de diecisiete años. Llevaba dos años trabajando unas horas con naru y era lo bastante formal como para poder dejarlo al cargo sin miedo-. Oye, ¿y ese barco nuevo?

Amando a un doncelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora