La señorita Kwon Yu Ri no solo es bella por dentro y por fuera. Es una prodigiosa bailarina de ballet desde los seis años. Vivió gran parte de su infancia en un país extranjero, pero, a medida que se hacía mayor, no aguantó la presión de aquel país y decidió regresar al país de sus padres para quedarse en casa de sus familiares más cercanos. Por supuesto, retomó sus estudios y su fiel práctica al ballet, que la llevó a ser admitida en una compañía después de haber realizado algunas funciones en el teatro.
Pero, aquel día, de su primera presentación, sufrió un incidente que la condujo a ser llevada al hospital para confirmarle de una mala noticia en ese momento. A raíz, de lo ocurrido, comenzó a sentirse frustrada, vulnerable y detestar tanto su condición que ocasionalmente la llevaba a padecer ciertas crisis donde atenta contra su vida. Debido a ello, su tía, quién se hizo cargo de Yu Ri desde los trece años, puso a su disposición cuantiosos enfermeros, doctores y un costeado tratamiento para que pueda volver a ser la de antes. Y poder disfrutar nuevamente de bailar ballet. Así, como de la vida.
—No tengo hambre —respondió Yu Ri viendo a través de la ventana nada en particular. Uno de los mayordomos de la casa le avisó de que el desayuno estaba listo. Y de que su tía se encontraba esperándola en el comedor—. No tengo hambre, he dicho —volvió a recalcar, negativa, ante la insistencia del mayordomo que lo condujo, finalmente, a salir de la habitación debido a la indisposición de la señorita.
—¿Tan temprano y haciendo un escándalo? Sí que eres toda una princesita odiosa.
Esa persona que entró hacia la habitación y destilaba un envidioso tono que hizo alzar las orejas a Chan Yeol para estar alerta, era nada menos que la prima de Yu Ri; Hye Yoon. Chan Yeol no simpatizaba con la muchacha por haberle hecho cara de asco la primera vez que se vieron. Lucia molesta de su presencia. Hasta por poco y le ahoga con tanto perfume que le echó como repelente. Para él, Hye Yoon era la única odiosa de la casa.
—Mejor así. ¿Qué estás muy gorda lo sabes? Es que no se puede tener todo en la vida. Al menos no, para ti. Que con esa condición no creo puedas lucir un lindo vestido como el que tengo. Justo Hae In me acaba de llamar para invitarme a su exposición de arte en una galería muy fabulosa en el centro. Es una lástima que no puedas asistir, Yu Ri. Pero, no te lamentes, tampoco es como que vuelvas a ser el centro de atención. No, ya no lo eres.
Con una risa nada disimulada por lo estruendosa que era, Hye Yoon salió con un gesto de victoria de la habitación sin importar que Yu Ri respondiera. Chan Yeol solo sacudía la cabeza en desaprobación y refunfuñaba por aquel comportamiento tan familiar para él. Esa engreída muchacha le hacía recordar a Min Ho; su ex-amigo. Que vivía alardeando y buscando hacerle pisar el palito, pero, así como Yu Ri, para Chan Yeol era mejor no caer en su juego.
—Gracias por ser mi mejor amigo, Ezequiel.
Algo que supo Chan Yeol sobre Yu Ri era su gran apego con su gato Ezequiel. Que lo adoptó adulto por frecuentar la institución cada que iba a sus clases de ballet. Un día, de repente, lo llevó a su casa y pese a la negativa de Hye Yoon, por ser la única que protestó, el animal terminó siendo acogido por Yu Ri para dejar de estar en las calles y tener un nuevo hogar.
—No vuelvas a escaparte, ¿sí?
Las manos de Yu Ri eran tan suaves y delicadas que Chan Yeol no podía resistirse a esas caricias en sus peludas mejillas cuando se subió hacia el marco de la ventana para animarla. Empezó a ronronear por lo bien que se sentía que rasquen y peinen su pelaje. Hasta sonreía de recibir cortos besos por una chica tan bella que le hacía pensar que hace mucho nadie lo consentía de aquella manera. Aunque sabía que no debía acostumbrarse. Él no era un gato. Y menos Ezequiel. Se preguntaba también dónde estaría el verdadero gato de Yu Ri. Lo único que llegó a informarse fue que Ezequiel se escapó del hospital donde Yu Ri hacía su tratamiento. Pese a que, su tía le comentó que era preferible no llevarlo.
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Las siete vidas de un gato
FantasiA Park Chan Yeol desde los seis años le enseñaron a tocar varios instrumentos, pero, el violonchelo, se volvió su pasión. Justo en su presentación más importante, una impredecible lluvia lo lleva a salir de su taxi y correr con un paraguas por las c...