Parte 3: Dina, segunda parte

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Después de aquellos primeros vídeos vinieron otros, luego las videollamadas tórridas, donde los dos se excitaban mutuamente y el grado de confianza aumentaba día a día, se mandaban mensajes constantemente y charlaban sobre multitud de temas, se puede decir que se hicieron grandes amigos, hasta el punto de que llegó un momento en el que tanto José (el profesor) como Dina estaban siempre pendientes del teléfono móvil, o de abrir el ordenador, la tablet o lo que fuera con tal de estar en contacto el uno con el otro, pasado un mes se dieron cuenta que no solo era el fuerte deseo sexual entre ambos, también sentían un algo especial cada vez que se conectaban ¿se estarían enamorando? Alguna vez lo comentaron en tono de broma, produciéndose mutuamente risas, "enamoramiento" era una palabra muy fuerte, pero ambos sabían que no había cosa que deseasen más que vencer la barrera de la distancia y poder verse cara a cara.

Las sesiones de cibersexo fueron al principio frecuentes, pero luego se fueron calmando, y dejando pasar más tiempo entre sus encuentros. Se puede decir que disfrutaban planificando esos encuentros, inventando situaciones, pero lo que más le gustaba, sobre todo a Dina era aprovechar las habilidades del profesor para escribirle historias en las que ellos eran los protagonistas, y la pregunta preferida del profesor era cuando Dina le decía, si tuviéramos un encuentro esta tarde ¿qué me harías? A lo que el profesor, en vez de contestarle de viva voz en la videollamada le decía, "revisa luego los mensajes y lo verás", ya que prefería escribirle largos mensajes en Whatasapp o Instagram, o incluso le escribía una larga historia por mail, mensajes donde podía dar rienda suelta a su imaginación e inventar las situaciones más calientes que nadie pudiera imaginar..., y esto a Dina le encantaba.

Aquel día habían estado hablando de las posturas preferidas en el sexo, Dina le dijo al profesor que una de sus favoritas era la postura del perrito, ponerse a cuatro y sentir al hombre empujando por detrás. así que Dina le preguntó ¿cómo me lo harias? el profesor le contestó, espera a esta tarde y tendrás tu historia, así que llegada la tarde Dina recibió por Mail el siguiente relato de su querido profesor español:

La pasada noche tuve un sueño erótico contigo, estábamos en mi habitación y tú estabas bien hermosa con el short jeans que me mostraste el otro día y ese top negro de tirantas que deja ver tu ombligo y tus perfectas caderas.

Me acercaba a ti despacio, ambos de pie y echabas tus brazos al cielo, te quitaba el top despacio dejando tus pechos desnudos a la vista, te besaba lentamente el cuello, seguía por tu hombro y bajaba poco a poco hasta tus pechos,... para acomodarme mejor, me senté en la cama y te atraje hacia mi rodeándote por la cintura, hasta tener tus pechos a la altura de mi boca y los besaba bien, deteniéndome en tus pezones que al tacto con mis labios parecían de papel, te los chupaba con suavidad y sentía como se endurecían en mi boca, tu boca quedó entreabierta y noté, por tu respiración, que te gustaba lo que te estaba haciendo, con suavidad te girabas para que mi boca cambiase de un pecho a otro, aplasté mi cara contra ellos y pude oler tu esencia, tu piel, beso el espacio entre tus pechos y sigo el camino marcado hasta tu ombligo, camino recorrido a besos.

Te doy indicaciones de que te tumbes en la cama para poder besarte más cómodo, mientras mi boca se entretiene besando tu ombligo, mis manos van desabrochando tu short, me incorporo un momento arrodillado junto a ti sobre la cama y te lo quito despacio, cuando ya te lo he quitado te quedas en la cama casi desnuda, solo con tu tanga negro, viendo el precioso espectáculo de tu cuerpo, sujeto tus piernas por los tobillos y las elevo hasta acercar tus pies a mi boca, beso tus dedos y no puedes evitar reir porque te hago cosquillas, chupo algunos dedos de tus pies y notas un cosquilleo tan fuerte que tu reflejo es quitarlos de mi boca, pero sé que a la vez que sientes el instinto de apartarlos también tienes ganas de que siga, y yo sigo despacio besando tus pies y tus dedos, pasando mi lengua por entre los dedos del pie, sin prisas hasta llegar a tus tobillos...

Desde aquí, mi boca va siguiendo el camino que lleva hasta la cara interna de tus muslos, voy dando besitos lentos con mordida suave y sé que te gusta. Llegado aquí mi nariz roza ya tu sexo y te beso por encima del tanga, noto el calor y la humedad de la prenda en mis labios que me avisan del grado de excitación que sientes, también me llega tu olor, olor suave y ácido a la vez, olor a mujer y a sexo.

Mis manos se dirigen a tus braguitas y te las quito con suavidad, y ahora sí, me detengo a besarte entre tus piernas, comiéndote despacio, jugando con mi lengua en tu interior, saboreándote y poniéndote más y más mojada a la vez que escucho tu respiración agitada oigo como  liberas gemidos ahogados. Creo que lo estás pasando bien, al igual que yo, disfrutando de la belleza de ese cuerpo tan bello, así que me esmero bien en comerte con ganas, mi cabeza hundida entre tus piernas y mis manos agarrándote bien, una en las caderas y la otra por tus nalgas, profundizando con mi lengua en tu interior y frotando bien tu clítoris hinchado entre mis labios y mi lengua, hasta que noto que tu excitación es máxima, noto que te estás acelerando, así que me pides que pare, que quieres calmarte un poco, te sientas sobre la cama y me dices "te toca ahora a ti".

Me tumbas en la cama y me dices que me relaje, me quitas la ropa interior y agarras mi pene entre tus manos, que ya lleva un buen rato bien duro de la excitación que me produce comerte, diriges tu boca hacia él, pero solo te pones a darle besitos y lametones, recorriendo con tu lengua desde la base a la punta, torturándome, ya que deseo enormemente que introduzcas mi pene en tu boca, pero no, solo me miras con sonrisa malévola y sigues con ese juego de dar besos húmedos con tu lengua y tus labios por todo el tronco de mi virilidad.

La erección es enorme, tanto que incluso resbala algo de semen de la excitación, pero tú sonríes con sonrisa pícara y comprendo, por tu mirada, que eso que yo quiero no va a ocurrir, quieres ese miembro grande y duro solo para ti, te pones a cuatro como gata en celo y sin dejar de mirarme me dices "poséeme y hazme tuya", dándote un par de nalgadas en tu culo.

Yo obediente me incorporo, llevo mi mano a tu sexo y te toco por detrás, veo que ya estás muy mojada, mis dedos entran y salen de tu sexo con facilidad así que no hará falta lubricarte, voy introduciéndotela lentamente, cuando te acostumbras a mi pene en tu interior, me dices que no me mueva, que te vas a mover tú.

Y mueves tu culo de forma perfecta, primero lentito y luego vas subiendo el ritmo haciendo que entre bien adentro, me vuelves loco porque vas cambiando el ritmo y empujas tu culo contra mí, haciendo que te penetre bien hasta el fondo cada vez que arremetes contra mí. Cada vez más duro en tus embestidas a las que yo ayudo acompasando el ritmo y empujando a la vez.

Te mueves perfecto y la excitación aumenta y con ella, las ganas de correrme, así que te pido que bajes un poco el ritmo, no quiero terminar aun, así que nos damos un descanso suave, y seguimos con ritmo suave un ratito, pero noto por tu respiración que deseas de nuevo que siga con las embestidas fuertes, gimes de placer y comienzas a mover tu culo otra vez con fuerza hacia mí, te penetro bien al fondo y noto que ya estás para terminar por tus gritos ahogados, yo tampoco puedo aguantar mucho más, tras la última embestida veo que te desplomas sobre la cama y me rodeas con un brazo por detrás para que me quede pegado a ti sin separarme, noto como te estás viniendo por las palpitaciones de tu vagina y tus gritos de placer, me dices que te apriete encima tuya y que no me mueva, escucho tus gemidos ahogados y me corro dentro tuya, notas los pulsos de mi pene y como se derrama, cálido, mi semen dentro tuyo, sigues con palpitaciones pero ya mas espaciadas, tu respiración se va relajando y una relajación y paz profunda te invade con el peso de mi cuerpo encima de ti, te giras y me miras con mucho amor, el tiempo detenido y me dices "estuvo bien rico hacerlo así".

La Distancia y el DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora