Capitulo 7

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Durante todo el día, mientras trabajaba en la embajada, no pudo sacarse al extraño tipo del gimnasio de la cabeza. Ese día se marchó al gimnasio un poco más pronto, quedándose a charlar unos minutos con la recepcionista, haciendo tiempo hasta que él llegó, dirigió un saludo a ambas y continuó su camino. Cuando desapareció en el interior, se despidió marchándose también a cambiarse de ropa, no pudo evitar pensar en la extraña forma en que le saludó la recepcionista, le llamó "C", a secas, solo eso, solo "C". Salió la primera, yendo a situarse en la máquina del día anterior, y también como la otra vez, él hizo exactamente lo mismo. Se sentó enfrente, la saludo otra vez, solo que en esta ocasión únicamente lo hizo con una leve inclinación de cabeza... y dejo de prestarla atención, nuevamente perdió sus ojos por encima de su cabeza. Nora nuevamente sintió que se empezaba a sulfurar con él nuevamente, esta vez ni siquiera le había dirigido la palabra para saludarla.

La verdad es que ese comportamiento en un hombre le resultaba totalmente desconcertante. Se dijo a si misma que la única explicación que podía encontrar para que pasase de ese modo de ella, y por lo que había visto, también del resto de las poquísimas mujeres que había a esas horas, es que fuese gay. Solo media hora después, en el gimnasio solo quedaban ellos dos, la recepcionista y otro par más de tíos, uno de los cuales por cierto, sí que no parecía gay en absoluto, porque no hacía más que mirarla de forma más o menos disimulada. Lo cierto es que el tipo, mediría sobre 1.85, moreno, guapo, muy musculado, no le parecía nada mal como ejemplar de hombre, incluso de encontrárselo en otro sitio y en otro ambiente, no le vería nada mal para echar un polvo, pero allí, en el gimnasio, no tenía intención de complicarse la vida, lo que no era obstáculo para que ella al igual que ellos, admirara los ejemplares disponibles.

En las dos siguientes semanas observo que el tipo era un animal de costumbres, cada día siempre hacia la misma rutina, siempre en las mismas maquinas si estas estaban libres en ese momento, aunque tenía algunas variaciones mínimas, estas parecían también seguir un orden, en la tercera semana ya era capaz de predecir, en que sitio se pondría y cuánto tiempo se tiraría en cada cosa. En todo este tiempo, Nora había entablado conversación con prácticamente todas las personas con las que coincidía, aunque solo fuesen unos pocos minutos, tanto hombres como mujeres incluida la recepcionista, con todas excepto con una, justo con el puñetero tipo misterioso.

Ella normalmente no hubiese ido al gimnasio los fines de semana, ya que gustaba de salir a divertirse, y los domingos prefería descansar para el lunes, pero el tercer día de estar allí, le escucho hablar con la recepcionista, comentaban el horario que él hacía de ejercicio, que parecía ser después de regresar de salir por ahí a cenar, justo el domingo, que según comentaron, iba asiduamente. Otra cosa que le pareció observar en esas tres semanas, es que el dichoso tipo, solo parecía tener algún tipo de relación o contacto más allá del saludo inicial con la recepcionista. Esta era una chica joven, de unos veintitrés o veinticuatro años, morena, con buenas curvas, atractiva de ojos claros, por lo que había visto solía vestir mallas, culotes, pantalones cortos, de chándal y casi siempre llevaba tops que dejaban su ombligo al aire junto con un tribal que llevaba tatuado en la cintura a la espalda, tops que por otro lado también resaltaban sus pechos.

Una característica del gimnasio es que para entrar si no se encontraba la puerta abierta, se podía acceder pasando la tarjeta de socio por un lector que se encargaba de abrir. El primer domingo, eso fue lo que le pasó, fue al gimnasio tras haber salido a cenar con un par de amigas que había hecho en la embajada e hizo coincidir el fin de la noche con la hora aproximada a la que él iría al gimnasio según escucho aquel día que hablaba con la recepcionista, para acceder tuvo que usar su tarjeta ya que parecía no haber nadie en la puerta. Cuando se cambió y se dirigió a la sala, se encontró con el sujeto entrenando como siempre, pero con una diferencia, sentada junto a él, se encontraba en ese momento la recepcionista haciendo también ejercicio y ambos hablando animadamente. Estuvo unos minutos observando sin ser vista, viendo como ella se reía con lo que fuese que él le contaba..., la recepcionista era la única persona con la que había visto hablar de modo distendido a ese tío en lo que llevaba en el gimnasio, y no digamos ya mientras estaba en alguna maquina trabajando...

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