Carta VIII

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Hola, 

se que he dicho que te extrañaba en más de una ocasión y puede ser que no lo hayas creído. Pero me llegó una ráfaga de nostalgia que me heló hasta los huesos. No estoy muy segura de como describirla, pero fue algo así como si hubiera recuperado una parte de mí, como si estuviera viviendo nuevamente algo que ya había vivido, pero no como un deja-vú, mas bien como si las piezas del rompecabezas hubiesen encajado en su lugar. 

Es una contradicción, porque fue el dulce y tibio consuelo de lo familiar, del hogar; pero me llegó como un balde de agua fría. Como si en un instante hubieran encendido nuevamente el Sol. Tengo tanto que decirte.

Te puedo decir para empezar, que llegamos. Aquí estamos. Donde querías estar. Saliste de ese lugar, y por fin llegaste, no te quedaste sin gasolina en el camino, siento que más bien supiste donde detenerte a recobrar fuerzas para continuar. Fuiste inteligente. Fuimos más de lo que creíamos posible ser. Estamos aquí. Estoy aquí. Pero te perdí un instante. Algo no andaba bien, algo no pertenecía aquí conmigo, con nosotras. Te deje de lado. Me olvidé de ti. Pero recordé. Me acordé de ti, de nosotras, y te recuperé.

Discúlpame. Pero ya estás a mi lado de nuevo. 

Ahora si puedo decirte la felicidad que me causó tenerte aquí, conmigo. Lo feliz que me ha hecho todo este tiempo el trayecto, fue doloroso y difícil, pero lo recuerdo con una sonrisa en el rostro. Todo gracias a ti, a mi.

Recuerda esto último, la vida se va, la vida viene, pero la vida es de quién sabe tomar oportunidades. Nosotras las hemos aprovechando, y gracias a eso estamos formando una vida increíble. Una vida nuestra, te pertenece a ti, me pertenece a mi, y a nadie más. Gracias, de nada y a gozar. 

Te escribo pronto. 


Cartas de RominaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora