A diferencia del Jungkook adolescente, pasional y que se dejaba llevar, entre esas cuatro paredes se encontraba su renovada versión. Una en la que las emociones se veían sometidas a un férreo control del que no podían escapar. La inesperada interrupción de Taehyung ni siquiera se notó y regresó a su rutina como si nada.
Terminó el café que le esperaba en la cocina sin reparar un instante en que se acababa de reencontrar con los que en otra vida le habían parecido los ojos cafés más bonitos que existían o en las suaves ondas que se formaban en las puntas de su cabello. Vació el amargo contenido de un trago, dejó la taza en el lavavajillas y fue directo a ponerle la cena a su perro.
—No seas ansioso y espera a que haya terminado —apuntó, como siempre, volcando el pienso en el recipiente; solo que el dóberman no estaba revoloteando a su alrededor—. ¿Bam? —El animal ladró desde el salón—. Amigo, si quieres comer, tendrás que mover tu trasero. No puedes estar todo el día encima de la alfombra, por mucho que te guste el calor del fuego.
Bam se hacía mayor, eso ya lo sabía. Cada vez le costaba más sacarlo a pasear y, cuando lo conseguía, sus caminatas eran cortas. Atrás quedaban las carreras que terminaban con los dos tirados en cualquier sitio agotados con el pecho a punto de reventar. El animal perdía energía y…
—¿Qué crees que estás haciendo? —Jungkook se quedó paralizado al alcanzar la sala.
Taehyung estaba dentro, junto a la lumbre de la chimenea, agachado para acariciar a un manso Bam que le lamía la mano. ¿Era posible que lo recordara?
«No, es necesario más tiempo para dejar huella», pensó.
—Tenía frío afuera y la llave de emergencia sigue estando dentro del neumático del columpio.
El castaño se encogió de hombros y se puso de pie. La capucha se le cayó para atrás y Jungkook pudo ver la totalidad de su rostro, con su nariz alta y elegante, los labios rosados y sus cejas espesas.
—Conocer mis escondites no es una invitación para entrar.
—Ya te lo dije, quiero hablar.
—Sea lo que sea, supéralo. Utiliza la técnica de estos años, por ejemplo.
Él se hizo a un lado y le señaló la puerta con un movimiento seco de barbilla. Taehyung no se inmutó. Le llevaba ventaja. Concretamente, seis horas de trayecto en coche y más de tres semanas desde que una inesperada llamada había irrumpido en su vida y le había tocado decidir entre dejarlo pasar o regresar a Gwangyang y cerrar una etapa.
—¿Qué esperas? —Jungkook se impacientó.
Cada segundo que el castaño permanecía allí, una porción de su pasado enterrado recuperaba parte de la intensidad. Y volver atrás no era una opción. Bastante le había costado escapar. Al menos, a lo que quedaba de él.
—A entenderte desde luego que no. Hace tiempo que me cansé de intentar descifrarte.
«¿Cómo puedes comportarte tan orgulloso? ¿Tú, Jeon Jungkook, después de lo que pasó?».
Taehyung no permitió que la pregunta saliera despedida por su boca y detuvo la rabia que lo alteraba por dentro. Recriminarle significaría que le seguía importando y pocas cosas tenía más claras como que de ningún modo debía permitir que volviera a hacerlo.
—Toma —Metió la mano en el bolsillo y le tendió al pelinegro un sobre doblado prestando especial atención en no tocarlo.
—¿Qué es?
—Lo sabes muy bien.
Claro que lo sabía. Jungkook solo necesitó un vistazo por encima para reconocerlo y que el pulso se le disparara. Sin verlo, era capaz de conocer lo que contenía, como esas canciones que crees que has olvidado y recuerdas de golpe con el primer acorde.
—¿Y?
—Toca cumplir. Tranquilo, a los dos nos hace la misma «ilusión».
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El sobre...
:)
❀ Harumi ❀
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That Summer ❀ Kooktae
Romance•• Taehyung y Jungkook estaban destinados a colisionar en Gwangyang. El primero iba todos los veranos. El segundo vivía allí. Dos desconocidos que cayeron abrazados a la piscina aquel mes de julio. Cinco años después, Taehyung vuelve dispuesto a c...