⁵ | 𝓐𝓰𝓪𝓻𝓻𝓮 𝓹𝓸𝓬𝓸 𝓭𝓮𝓼𝓮𝓪𝓭𝓸

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Cuando llego la mañana, Lelio comprendió porque las mujeres siempre remarcaron que era mala idea llorar contra la almohada.

Sus párpados estaban pesados y al levantarse de la cama logro sentir como sus articulaciones estaban más livianas, pero el peso que le cayó sobre los hombros al verse en el espejo disminuyó su emoción.

' Ojos de sapo... '

Tocó de forma suave el contorno de estos y no pudo evitar lamentarse. Sus ojos estaban hinchados y colorados, cualquiera que lo viera adivinaria que el príncipe estuvo llorando de forma desconsolada.

¿Podría bajarse la hinchazon con agua fría?

Antes de poder dirigirse a lo que él creía que era el baño. Tres figuras conocidas ingresaron en la habitación y se reverenciado ante él.

Eran Latil, Amy y Tamy; las sirvientas de ayer que lo ayudaron a cambiarse.

El velo caía con gracia sobre sus rostros, luciendo un aspecto más elegante que ayer y con adornos ostentosos recorriendo su típico traje de sirvienta.

" Su alteza, la mañana brilla y el inicio de la ceremonia está cerca. Nuevamente seremos las encargadas de servirle. "

Lelio no dijo mucho, ya que no podía, pero a diferencia de ayer el joven no puso resistencia y permitió que las tres damas comiencen a desvestirlo.

La ceremonia va a durar tres días.

Recordando las palabras del emperador, el joven supo que seguramente tendría que escuchar un largo discurso luego de llenar una cantidad ridícula de papeles para que la victoria de Arbezela sea legal.

Decir que seria un día pesado es poco.

' Ah '

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Tal como lo esperaba; desde que salió de la habitación el rubio no tuvo tiempo ni de respirar.

Fue arrastrado por una orda de guardias de aquí para haya. Podría jurar que recorrió todas las oficinas del palacio y firmo cantidades ridículas de papeles bajo la mirada de varias testigos.

Para su buena suerte no vio al emperador en toda la mañana.

Lelio estaba seguro que no podría enfrentar al monarca por otro día consecutivo. Más aún cuando en sus ojos aún había evidencia de la vergonzosa forma en la cual lloro en su habitación.

Latil al verlo se ahorro las preguntas, o quizás el accidente de la vez pasada seguía causándole rechazo hacia el príncipe, e hizo su mejor esfuerzo aliviando la hinchazon y maquillando el rostro del rubio para que se vea presentable. También optó por vestirlo con ropas formales que taparan a la perfección las vendas que cubrían su cuerpo y que si fueran vistas podrían dar pie a un sin fin de malas miradas.

El amado concubino de Secramise [ Las joyas de la princesa ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora