¹⁵ | 𝓛𝓪𝓼𝓽𝓲𝓶𝓪

1.8K 236 258
                                    

Situación explicita a continuación. Saltar hasta el primer separador en caso de ser sensible.

Capítulo corto para prepararnos psicológicamente.











.
.
.

_____________

' Con un buen lubricante todo es divertido '

Había murmurado con bastante seriedad el bufón de la corte de su padre. Un hombre que el rubio bien recordaba de estatura por debajo del promedio y una extraña deformación en el rostro, ciertamente no tenía claro cómo era esta y su mente no parecía querer colaborar en la búsqueda de respuestas.
Luego de unos breves instantes, Lelio comprendía la razón;

Realmente le aterraba aquel hombre.

Un sentimiento asfixiante solía recorrer su cuerpo cada vez que el hombrecito de vestimenta brillante se presentaba ante ellos para divertirlos. Para dejarse en ridículo y exclamar con una extraña admiración halagos, idioteces y diversos chistes que enmascaran consejos.

Su padre había reído un sin fin de veces, oh, como recordaba su risa; tan fuerte y poco contagiosa que la sala del trono solía quedarse en un absoluto silencio cuando el monarca reía.

' Tch '

El cuerpo de Lelio se tenso y maldijo al bufón de su padre, la risa de este y el simple hecho de no haber experimentado la posición de pasivo con sus anteriores amantes. Quizás si hubiera recolectado la mínima experiencia posible no se sentiría tan perturbado mientras enterraba en su entrada el primer dedo, bajo la lubricación y limpieza suficiente como para verse capaz de olvidar que aquel agujero no debería ser usado para eso.

' Mierda, mierda, mierda... '

La vergüenza abrazo su rostro cuando sus piernas, abiertas lo mínimo posible para permitirle a su mano explotar, temblaron bajo el fugaz ardor de su interior por el intruso poco deseado, se atrevería a decir incluso que era rechazado pero una parte inconsciente de él le susurra que es mejor tener aquél dedo adentro que eso.

Cerro los ojos con fuerza y ahogo un sollozo.

El asco y miedo no ayudaban en nada a tratar de relajar su cuerpo como se le había indicado por las damas de la rosa roja, por lo cual siguió su instinto y doblo sutilmente el dedo hacia la parte interna de sus paredes; de la misma forma que él solía hacer con sus amantes para que estos se relajen al estimular su próstata. Logrando finalmente que su cuerpo pierda tensión ante la breve sensación de comenzon que advertía placer.

Naturalmente no exploro más.

Abrio debilmente los ojos, sumergió otro dedo bien lubricado e hizo el mejor esfuerzo posible en aflojar la zona lo suficiente como para que cierto infeliz no lo destroce aquella noche.

Su pulso temblaba ante la idea de tener que abrirse de piernas el emperador; pero más le aterraba el hecho de poder ser lastimado en medio del acto.

Lelio realmente no sé creía capaz de soportar otra tortura física.

.
.
.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El amado concubino de Secramise [ Las joyas de la princesa ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora