Capítulo 5ཻུ⸙͎

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Se aparecieron con un ruido, justo al final de las escaleras. Ella echó una mirada al oscuro pasillo, confundida por un momento antes de maldecir en voz baja.

Severus se rió y alzó una ceja. "¿No es el lugar a donde querías ir?" Preguntó él.

Ella le lanzó una mirada de enfado antes de sonreír y carcajearse. "Bueno, si no me hubieras distraído justo antes de aparecernos, estaríamos exactamente en donde quería. Tienes suerte que no terminamos partidos a la mitad por la distracción."

Él la levantó en sus brazos. Un brazo por la espalda y el otro debajo de las rodillas. "Pero aquí estamos. Ahora, tengo frente a mi un largo corredor con varias puertas. ¿Por cual de ellas entraremos esta noche?"

Ella sonrió tímidamente y apuntó en la dirección de su habitación, sintiendo como sus nervios comenzaban a tensarse y los latidos de su corazón se aceleraban frenéticamente dentro de su pecho. "Es esa." Dijo ella con un suave susurro mientras señalaba una puerta.

Él no podía verle el rostro con claridad, pero podía sentir la repentina tensión en ella y el ligero temblor. Se dirigió a la habitación que ella había señalado con celeridad, agradeciendo que la puerta se encontrara ligeramente abierta.

La empujó suavemente con el hombro y con un movimiento de la varita de ella, las velas en la habitación se encendieron de inmediato. Severus la bajó al suelo, pero no la dejó ir.

No se molestó en cerrar la puerta ya que la chica vivía sola. La miró, sintiéndose él mismo, un poco nervioso. Había soñado con ese momento por tanto tiempo que, aquí y ahora, casi no podía creer que estuviera ocurriendo.

Sintió otro temblor proveniente del cuerpo de ella, que todavía estaba bien presionado contra el de él, y de repente los nervios de Severus se desvanecieron. Esto era real. Esta no era la copia. Una copia nunca temblaba. Esta era la mujer que había deseado por tantos años como podía recordar y él sabía exactamente lo que ella quería y lo que le gustaba.

Severus se inclinó hacia ella y deslizó sus labios sobre la mejilla de ella, sobre los párpados cerrados, la frente, luego descendió sobre la otra mejilla, los párpados de nuevo, la mejilla de nuevo. Presionó sus labios sobre la nariz y otro sobre el mentón, antes de posarse, finalmente sobre los labios de Hermione.

Escuchó como suspiraba antes de abrirse a él. Los brazos de la chica reptaron sobre su pecho hasta llegar al cuello. Lo atrajo mas hacia ella y el beso se hizo mas profundo. Una de las manos de él fue a enredarse en su cabello y la otra en la nuca, sosteniéndola contra él.

Ella tenía el sabor de la extraña y exótica que recordaba y el rum de coco de su bebida con un dejo de jugo de arándanos. Era maravilloso. Los sabores mezclados en una forma que Severus nunca hubiera imaginado.

Las masculinas manos de él descendieron sobre la espalda de ella, acercándola mas hacia él, apretándola contra su cuerpo, mientras un suave gemido escapaba de los dulces labios de ella. Hermione enredó su lengua con la de él, todavía sorprendida por que era justamente este hombre el que encendía tanto fuego en ella. El hombre que había hecho miserables sus años de escuela. El hombre en el que había pensado en secreto, cada noche durante su último año en la escuela. El hombre en el que había dejado de pensar cuando se casó, aunque muchas veces había aparecido en su mente cuando menos se lo esperaba.

No estaba vistiendo las ropas que acostumbraba en la escuela, así que no había una larga hilera de botones, como los que luciera en la larga chaqueta que usaba. Los únicos botones a la vista eran los de su saco negro, el cual Hermione se encargó de sacar del camino rápidamente. Algunos botones en su camisa, pero esos no representaron ningún problema. En un parpadeo, se deshizo de ella también. Luego, cuando hubo quitado la camisa, sintió su suave y pálida piel.

𝐃𝐞𝐬𝐞𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐲 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐝𝐨 [𝐒𝐞𝐯𝐦𝐢𝐨𝐧𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora