Capítulo 17ཻུ⸙͎

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Harry trató de mantenerse fuera del asunto. De verdad trató. Pero desde que Ginny se iba a Hermione cada mañana desde ese sábado en el que la encontraron en cama, no había podido mantenerse fuera.

Estaba furioso. No, estaba mas que furioso. Estaba lívido. Cada día, Hermione iba al trabajo y se veía como la mierda. Harry se aseguraba de encontrarla cada día y se aseguraba que comiera. Le resultaba difícil hacerse el tiempo, pero siempre lo hacía.

Ginny, por su parte, se aseguraba de ir a verla cada noche, para asegurarse que comiera su cena. La pelirroja no se quedaba satisfecha hasta que la veía con sus propios ojos, terminar la comida. Luego, regresaba a su casa.

Luego, le diría a su esposo, algo que ya sabría porque la veía durante el almuerzo. Le diría lo mal que estaba su castaña amiga, algo que era un hecho, ya que cada noche la encontraba llorando sentada a la mesa.

Parecía que Hermione aguantaba con las defensas en alto hasta que llegaba a casa y colapsaba, hecha un mar de lágrimas. Ginny la ayudaba a ponerse en movimiento, pero Harry sabía que era difícil para su esposa ir a verla a diario.

Hermione estaba bebiendo las pociones para las náuseas, pero cada vez la ayudaban menos. Usualmente, Ginny la ayudaba hasta el baño y hasta que ya no le quedaban lágrimas. Harry ya no estaba seguro de si las náuseas eran tan malas o si el estrés y lo tenso de la situación las estaban poniendo peor.

La estocada final fue el día en el que Hermione había estado picoteando el alimento frente a ella y se escuchó unos golpecitos en la ventana. Ginny la abrió y dejó entrar a una lechuza, viendo que traía un sobre del Ministerio.

Hermione había tomado el el documento, le dio un poco de carne a la lechuza y después de echarle una mirada, sin siquiera abrir el sobre, lo dejó con el correo basura. Ginny esperó para que le dijera de qué se trataba pero Hermione no dijo nada. Como su amiga guardaba silencio, la pelirroja tomó el sobre y lo leyó. Cuando vio que era una copia que oficializaba el divorcio de Hermione, no entendió nada.

La castaña había estado mas que ansiosa por librarse de Ron y ahora actuaba como si no le importara. Ginny le había preguntado y ella se había encogido de hombros y había seguido picoteando su cena como si nada mas importara.

Todo lo que Harry sabía, era que estaba viendo sufrir a la mujer que amaba como a una hermana cuando sabía que el responsable de su tristeza estaba muy tranquilo en Hogwarts. Así que Harry decidió que iba a ir a confrontar al bastardo.

Harry sabía que no podía entrar a Hogwarts así nada mas, aunque siendo un Auror, podía hacerlo, pero esto no era un asunto oficial del Ministerio y no quería tener a todo el mundo preguntando, especialmente la Directora, su antigua jefa de casa.

Le envió una lechuza a Minerva preguntándole si podía ir vía Floo hasta su oficina, esa misma tarde, después de trabajar. Ella le respondió que le encantaría verlo y que esperaba verlo en la chimenea a las seis en punto.

A las seis, menos cinco minutos, Harry fue a su oficina. Minerva siempre había sido muy quisquillosa con respecto a la puntualidad. Harry usó su varita para limpiar las cenizas y vio a la mujer que lo había guiado durante sus años en la escuela.

"Profesora McGonagall, es grandioso volver a verla." Dijo Harry con una sonrisa y acercándose a ella.

Minerva le sonrió y lo abrazó. "Harry Potter, han pasado años desde la última vez que te vi. ¿Cómo has estado? ¿Y qué es eso de llamarme profesora? Ahora puedes llamarme Minerva. Después de todo por lo que hemos pasado, no hay necesidad de formalidades."

La sonrisa de Harry se ensanchó. "He estado muy bien Minerva. Deberías ir a ver a los niños. No nos has visitado desde que Albus era pequeñito. Ahora ya tiene tres años."

𝐃𝐞𝐬𝐞𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐲 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐝𝐨 [𝐒𝐞𝐯𝐦𝐢𝐨𝐧𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora