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-¿Sabes? tus hijos me recuerdan a dos personas que odio bastante- comenzó a reírse como si fuera gracioso.

No debí subirme a este taxi, primero fueron cumplidos hacía mis hijos, pero luego se convirtieron en palabras de odio.

-Bajare aquí- después de permanecer callada, tratando de ignorar todo lo que decía, me arme de valor y hable.

Hubo un silencio, las risas pararon.

¿Dije algo malo?

-Pero todavía no llegamos a la dirección que me diste- mire el espejo, pude ver su cara sería, daba miedo -Tan rápido quieres escapar de mí-

¿Quién diablos realmente era este tipo?

Decidí permanecer callada, después de todo tenía a los niños conmigo, faltaba poco para llegar a casa, pero el viaje parecía eterno.

-Entonces ¿Que tal si damos un paseo? será completamente gratis- su sonrisa macabra volvió, cada vez el auto iba más rápido.

Mi corazón no dejaba de latir, tenía miedo, pero no podía demostrarle eso a los mellizos, si no ellos también se asustarian.

Pero mis fuerzas por no llorar se fueron cuándo pasamos de largo dónde tenía que bajarme.

-¡Acabamos de pasarnos, tenía que bajarme en la esquina!- dije alterada, a este punto el miedo estaba dominando mi cuerpo, mi corazón no dejaba de latir fuertemente -¡¿Me está escuchando?! ¡¿Tengo que bajarme?!-

-¡QUE PARTE DE QUE DAREMOS UN PASEO NO ENTIENDES!- su grito hizo que los mellizos empezarán a llorar.

Ahora entendía todo, era un enemigo de los Haitani y venía por mi.

-Déjame bajar a los niños, solo eso, por favor- dije casi rogando -Me iré contigo, pero déjame bajarlos- estaba aceptando mi destino, pero Reiko y Riku ellos no podían tener el mismo destino que yo.

-Una madre que se preocupa por sus hijos, admirable- comenzó acelerar más el auto - Pero desgraciadamente eso no te servirá para protegerlos, todos las personas que los Haitani aman desaparecerán, de eso me encargo yo-

¿Que hago? Piensa, piensa.

Los gritos de llantos de los mellizos nublaban mi mente, cuando miraba al frente solo veía esa sonrisa escalofriante, no podía concentrarme.

Mire mi mano, estaba temblando, tenía miedo, miedo de que hicieran algo a mis hijos.

Ni siquiera podía hacer algo para protegerlos, las lágrimas saladas mojaban mis mejillas, se supone que soy la madre, maldita sea has algo.....

-¿Sabes? las personas se vuelven débil cuando tienen algo que proteger, incluso darían su vida si la persona que aman está en peligro- el pelirosa estaba serio -Justo como tu ahora-

Todas las opciones que tenía para sacar a los mellizos de aquí, las eliminaba cuándo me daba cuenta que eran muy peligrosas para realizarlas.

Una de ellas era tirarme del auto en movimiento junto a mis hijos, pero saldrían muy lastimados, la otra era ahorcar al pelirosa, pero si pierde el conocimiento podríamos chocar abruptamente.

¿Que hago?

Me estaba torturando mentalmente buscando alguna alternativa para salir de aquí.

-Llegamos- dijo el pelirosa con una sonrisa de oreja a oreja -Te dije que solo íbamos a dar un paseo-

Cuando mire por la ventana me di cuenta que estábamos en la puerta del edificio de mi departamento.

¿Acaso estaba jugando con mi mente?

𝐒𝐎𝐘 𝐁𝐄𝐓𝐀 | 𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora