Capítulo 7 - ¿Quién eres?

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—No puede ser...—, gimió Hisoka—. En verdad no planeas matarlos, ¿verdad?

Sus orbes amarillentas seguían los pasos del azabache frente sí.

—Por supuesto, aún no quiero matarle.

Ahora sí, le miraba con cierta diversión. Una sonrisa pícara deseaba mostrarse en su maquillado y pálido rostro—. Aún así, antes desprendías mucha sed de sangre. Ten cuidado—, dijo, alargando con cierta burla sus últimas palabras.

「ゾルディック」「の」「悪夢」

—¡Me muero de hambre!—, se quejó Leorio—. ¡Andamos y andamos! ¡Pero todo es exactamente igual!

Los lamentos de Leorio y los gimoteos agotados de Gon tan sólo irritaban la ya cansada mente del rubio.

—¡Voy a morir si no lleno mi estómago!

Aunque tampoco podía contradecirles.

Estaban jodidamente hambrientos.

—Os entiendo, pero no creo que haya nada de comida cerca de...—, sus palabras fueron interrumpidas por un desgarrado grito de Gon, quien echó a correr hacia un árbol en concreto.

Leorio, siguiendo sus pasos se encontró con el mismo manjar que el joven que agitaba con insistencia el manzano. Una verde manzana cayó y rodó por la lejanía, completamente inalcanzable para el trío de jóvenes hambrientos.

Al fin, uno de los frutos golpeó contra el pie del isleño, quien felizmente se lo llevó a la boca.

—¡Esperen! ¡Es demasiado conveniente! ¡Podría ser una trampa!—, inquirió Kurapika desconfiado, aproximándose al azabache trajeado que le miraba incrédulo, boca abierta a punto de dar un bocado al fruto.

—¿Podría estar envenenada?

Un mordisco les interrumpió, ambos dirigieron su mirada al ojimarrón que comía la manzana con velocidad.

—¡Gon!—, llamaron preocupados, el joven les miró confuso por unos segundos antes de sonreír aliviado.
—Oh, olvidé limpiarlas—, dijo, frotando la parte aún no masticada del alimento contra su verde chaqueta.

—Eso no era...—, gimió Leorio, viendo cómo Gon se llevaba de nuevo la fruta a la boca.

Pero realmente, se acababa de zampar una manzana entera y no había pasado nada, posiblemente no hubiese peligro. Leorio le informó su sospecha al rubio, ofreciéndole una a la vez que encogía sus hombros.

Entre árboles, ahí donde la verde manzana había caído, una pálida mano de afiladas y bien trabajadas uñas la recogía.

—Hey Illumi—, llamó—. Te lo diré una vez más—, dijo, observando la dulce fruta antes de cruzar amarillentas orbes con negros iris—. Gon es mi presa, tócale y sufrirás las consecuencias.

Illumi observaba inexpresivo al joven de cabellos rojizos—, lo sé.

—No, no lo sabes. No entiendes cuánto he esperado a que crezca... estoy tratando desesperadamente de mantener a raya mi deseo de aplastarle inmediatamente—, pronunció, regresando la mirada a la verde manzana frente sí. Sed de sangre inundaba su aura a la vez que mantenía la mirada fija en el fruto.

Illumi al fin miró curioso al pelirrojo—. Hisoka—, llamó—. ¿Eres del tipo de persona que le gusta comer su parte favorita al final?

—Por supuesto—, jipió—. Guardar aquellas apetitosas cosas para el punto final de la comida, ¿tú eres de comerlas primero?

La pesadilla de ZoldyckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora