Capítulo 9 - La promesa

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-¡Y adivina lo que Gon dijo luego!-, rió-. ¡No quería que le cortaran las piernas, pero tampoco quería rendirse!

Ambos rieron, Killua tomándose un par de segundos para recuperar su respiración, retomando entonces el hilo-; ¡es muy cabezón!

-Suena como un chico muy interesante-, comentó Silva.

El joven asintió-, entonces su oponente apuntó una cuchilla a su frente, ¡y ni así Gon...!
-Kil.

Aquel llamado le hizo detenerse en seco, sus ojos aún relucían con felicidad ante los recuerdos, aunque la sonrisa ya no permanecía en sus labios. Miró a su progenitor con cierta confusión.

-¿Quieres ver a tus amigos?

La respuesta era evidente, pero... seguía sintiendo que era algo erróneo. Quisiera o no, un asesino no podía tener amigos, por no mencionar que su presencia simplemente le pondría en peligro. Illumi lo dijo, él sólo seguía a Gon porque tenía la curiosidad de si podría matarlo. Algún día cedería a sus impulsos como el asesino que es... lo traicionaría. Y si no se daba el caso, Gon lo haría por él. Su amistad sólo llevaría al desastre, era equivocado y dañino querer permanecer a su lado.

-No necesitas contenerte, dime la verdad.

La verdad...

¿Cuál es la verdad?

-Pensándolo bien nunca habíamos tenido una conversación de padre e hijo antes. Fui criado por mis padres para ser un asesino y te crié de la misma manera-, dijo Silva-. Tú y yo somos distintos; no me di cuenta de eso hasta que te fuiste de casa. Eres mi hijo, pero tú eres tú mismo. Vive como quieras. Si te cansas, puedes venir a casa-, aseguró, su mano siendo posada sobre el blanquecino y esponjoso cabello ajeno, Killua seguía observándole con ojos bien abiertos.

No esperaba algo así, no había palabras tampoco que fueran capaces de salir de su boca. Se encontraba boquiabierto, absolutamente en shock. Seguía escuchando a su padre, pero se sentía helado.

-Te lo preguntaré una vez más; ¿quieres ver a tus amigos?

Asintió, cerrando al fin la boca. Esta era una oportunidad que se le estaba presentando por primera vez. Aunque hubiese alguna voz preguntándole si se trataba de la opción correcta, prefería confiar en sí mismo por una vez. Empezaría a vivir a partir de hoy la vida que siempre quiso.

-Comprendo-; retiró su mano-. Ahora eres libre. Pero...

Su corazón dió un vuelco entonces. No obstante, al ver la mano de su padre dirigirse a sus propios labios le hizo comprender lo que estaba por suceder. Sangre comenzó a deslizar de su pulgar, una herida abierta en este como signo de dedicación a una promesa.

-Prométeme una cosa; nunca traicionarás a tus amigos, ¿entiendes?

Asintió, ni un segundo disponible para darle margen de pensar. Lo tenía tan claro... estaba tan determinado a proteger aquellos a los que amaba que nada lo podría detener.

Su propio pulgar fue rasgado también por sus dientes, sangre siendo presente ahora también en su mano.

-Lo prometo-, dijo, alto y claro-. Nunca los traicionaré.

La pesadilla de ZoldyckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora