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El día en que Yeonjun tenía que ir al consultorio de su médico, estaba más que nervioso, estaba aterrado, al punto en que se asustaba por un movimiento muy rápido o un ruido medianamente fuerte.

— Tranquilo, Yeonjun, yo sé que puedes.— Soobin dejó un beso en su frente, el castaño se mordía el labio.— Estaré contigo, recuerda que juntos podemos hacer todo, lindo.

Tomó su mano con firmeza, y juntas salieron del departamento, bajando por el ascensor, Yeonjun se pegaba al cuerpo de Soobin, cerrando sus ojitos.

Se lo estaba tomando mejor que otras veces.

Antes, Namjoon tenía que ir a verlo a su domicilio, porque Yeonjun ni era capaz de poner un pie fuera del departamento.

Luego de unos cuantos meses, habían logrado que Yeonjun pudiera salir e ir al consultorio, pero para eso le daban una pastilla que lo adormecia, y lo dejaba muy tonto.

Era la primera vez que intentaban hacerlo sin nada, aunque por cualquier cosa, Soobin llevaba las pastillas consigo.

Yeonjun mantenía el agarre en la mano de Soobin, y cerró sus ojitos muchos tiempo, más aún cuando salieron del edificio, hacia la calle, tenían cincuenta metros hasta la esquina, donde había una parada de taxi.

Se mantuvo detrás de Soobin, tomando su mano y escondiendo su rostro en el hombro del menor.

Subieron al primer taxi, Yeonjun suspiró con alivio, aunque estaba nervioso por el conductor, pensaba que sólo una persona desconocida era lo mínimo luego de esa calle con bastante gente.

— Lo hiciste muy bien, Yeonjun.— murmuró Soobin, dejando mimos en su cabello, el castaño se escondía en su hombro y se abrazaba a su brazo, algo asustado.— Estoy muy orgulloso de ti.

Mhm.

— Cuando lleguemos a lo del doctor te daré una pastilla para el dolor de cabeza, ¿Si? — ofreció, y Yeonjun asintió.

Yeonjun siempre tenía jaquecas cuando sentía mucha presión, como luego de un ataque de pánico o una experiencia como esa, por más simple que pareciera, estaba llena de cosas que lo aterraban.

Al llegar al consultorio médico, eran los únicos allí, Namjoon les había dado el último turno de esa tarde, para estar solos, entre menos gente era mejor para Yeonjun.

— Hola, Yeonjunnie, tanto tiempo — dijo el moreno, sonriendo amablemente, sus hoyuelos se lucieron en sus mejillas.

Yeonjun estaba nervioso y mantuvo su distancia, pero conocía a Namjoon, por eso no se escondía de él ni quiso huir, a demás de que en su mente tenía el objetivo fijo de poder soportar la compañía de más personas.

Alzó una mano y lo saludó algo tímido, su otra mano aún se apretaba a la de Soobin.

— Oh, veo que has avanzado, qué bien — dijo el médico, puesto que Yeonjun no era de saludarlo.

Le hizo el chequeo general, en todo ese tiempo Soobin no se separó de él, y cada tanto, se tomaba un momento para esconderse en el hombro del menor, Namjoon se alejaba de él, le daba unos minutos para que se recomponiera, Soobin le decía algunas palabras bonitas y luego asentía para volver a acercarse y terminar.

Revisó su pulso, su respiración, también comprobó el estado de su sistema nervioso con una par de pruebas obvias, golpeando su rodilla con el pequeño martillo y viendo sus pupilas con una linterna.

Preguntó sobre los medicamentos, pero Yeonjun ya no tomaba ninguno, como mucho, algunas veces una pastilla común para el dolor de cabeza.

— Por lo que veo, Yeonjun está realmente bien.— dijo Namjoon, bastante contento.— Dime, Yeonjun, me contaron que quieres estar con otras personas y sentirte bien.

𝐌𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐞𝐬 || 𝐒𝐨𝐨𝐣𝐮𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora