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— ¡Yeonjunssi! ¡Volví! ¡Compré helado!

— Soobinie... — su voz sonó como un chillido demasiado bajo como para ser escuchado, incapaz de moverse, temblaba de forma furiosa mientras era rodeado de toda aquellas fotos, que parecían transformarse en videos con sus recuerdos, que hacían su cabeza doler entre tantas imágenes y sonidos a la vez.

— ¿Yeonjun? — preguntó el pelinegro, bastante alto, sin recibir respuesta ni señales del castaño.

— ¡Soobin! — grito con todas sus fuerzas, y unos pasos apresurados se escucharon, hasta que finalmente el pelinegro abrió la puerta del dormitorio, para encontrar al mayor al borde del pánico, con la caja de fotos Polaroid frente a él, en su mano se aferraba a una imagen en especial.

— Yeonjun ¿Qué haces con eso? Te dije que no podías verlo y menos cuando yo no estoy, Dios... — Soobin comenzó a ponerse nervioso, tomó la caja para dejarla en el suelo e iba a tirar de la fotografía que Yeonjun tenía en su mano pero el grito del menor lo detuvo.

— ¡No! ¡Es mía! — se abrazó hacia ella, en su mente, llena de pánico, esa pequeña foto era lo único que hacía no olvidara a la persona que más quería en el mundo.

— Bueno, bueno. — Soobin se apartó de él, retrocediendo unos pasos, con las manos en alto, el mayor abrazó a la foto contra su pecho, como si fuera un tesoro muy preciado, el pelinegro no sabía lo que había pasado—.  Yeonjun, acuéstate en la cama, estarás  bien.

Yeonjun se dejó caer de lado, hecho una bolita, sobre las suaves sábanas de la cama, mientras intentaba controlar sus sollozos para poder respirar.

— Soo...Soobin

— Si, estoy aquí.

— Eres tú — murmuró, el pelinegro se sentó el borde de la cama, dándole su espacio.— E-eres mi novio.

Soobin alzó las cejas con sorpresa, no esperaba esas palabras, no sabía de dónde Yeonjun había sacado esa idea.

— ¿Qué dices, Yeonjun?

— Q-que eres mi n-novio.— volvió a repetir.

— N-no sé a qué te refieres.— dijo, bajo, en verdad ya no sabía qué decir o qué hacer, nunca se había preparado para una situación así, dónde Yeonjun recordara su relación. Quizás hacia dos años o un poco menos pensará que aquello era una posibilidad, que aún Yeonjun podría recordar quién era y qué eran... Pero había perdido esas esperanzas hacia muchísimo tiempo, ahora debía cuidar de él, no fantasear con algo casi imposible. — L-los sueños... Fueron reales, ¿No? Son reales, ¿No? — preguntó el castaño, con las mejillas rojas y empapadas en lágrimas.

— ¿Tus sueños?

Mhm...

— Pues creo que sí,  Yeonjun, es posible.

>> Pero esos sueños no importan, ¿Si? No son nada malo, está bien, estás bien ahora, estás en casa, y estás a salvo, ¿Lo sabes? — intentó distraerlo, para que no se sintiera peor.

— ¿E-entonces por que tengo miedo? — preguntó, ya había preguntado algo parecido antes.

— Porque te hicieron creer que era malo recordar todo eso, Yeonjun... — murmuró Soobin por lo bajo, esta vez, no quiso ocultar la verdad, al menos, no del todo—. Pero no es malo, no es malo nada de lo que pasamos juntos, es maravilloso y es hermoso... No eres malo por recordarlo, no es un error, es excelente, y estoy muy orgulloso de ti. ¿Lo sabes?

Yeonjun asintió, sentía su cabeza palpitar por tanta tensión y ansiedad que lo envolvía.

— Te quiero mucho, Yeonjun... Te quiero igual, recordando o no, y eso está bien, estás haciendo lo mejor que puedes, está bien.— estiró una mano hacia él, y Yeonjun la tomó con fuerza, sus dedos se volvieron blancos de tanto apretar la mano del menor.

Su mente se volvió un lío, un enredo de imágenes y cosas, voces, gritos y palabras suaves y bonitas, por momentos veía rostros oscuros que lo pateaban, lo golpeaban, le escupían en el rostro, lo tocaban de formas dolorosas y le repetían una y otra vez... Que él no existía, que no le importaba a nadie, que todos sus conocidos lo habían abandonado, y que los olvidara porque nunca volvería a verlos, porque moriría antes que reencontrarse con ellos.

Por otro lado, cada tanto veía a Soobin, tomando su mano, mirándolo con preocupación, escuchaba su voz diciendo que estaría bien, que era bueno, que lo estaba haciendo excelente, que lo amaba y que ya pasaría todo... Por todo ese rato no sabía cuál de las dos partes era la realidad.

"No quiero morir" escuchó su propia voz. " Quiero vivir... Tengo que vivir para ver a... Ya no sé quiénes son".

— Soobin... Soobinie

— Yeonjun.

"No sé quién es Soobin..."

— Te quiero demasiado como para olvidarte...

— Yeonjun... — Soobin acomodo un mechón del cabello castaño que caía sobre sus ojos—. Está bien, no te preocupes por eso, ¿Si? No vas a olvidarme, pero debes calmarte, ¿Bien? Concéntrate en eso, yo estaré aquí, contigo, no importa qué pase.

Mhm. — murmuró, su cabeza daba vueltas.

— Yeonjunssi, también te quiero, demasiado.— dijo el pelinegro, haciendo sonreír levemente al mayor, y fue lo último que hizo antes de desmayarse.

Con el corazón en la boca, latiendo a mil, Soobin acomodó las cosas, apartando las fotos de la cama, luego fue hacia el castaño, para acunar su cuerpo en sus brazos, acomodando su cabeza sobre su pecho, dejando que escuchará sus latidos, en una posición más cómoda, y se quedó allí, abrazándolo, dejando leves mimos sobre su cuerpo, esperando a que despertara y rogando que al menos... Yeonjun recordara, al menos algo, de lo que había redescubierto.

 Yeonjun recordara, al menos algo, de lo que había redescubierto

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𝐌𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐞𝐬 || 𝐒𝐨𝐨𝐣𝐮𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora