Capítulo 18

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Sarah miraba con emoción los proyectos que se mostraban en los exhibidores.

—Señorita, camine con cuidado. —dijo una voz a su atrás, llevando puesto un gorro y cubrebocas negro.

—Es la primera vez que papi me deja venir, tío Bucky. —contestó la pequeña haciendo caso omiso a las palabras del hombre—. ¡Voy a divertirme!

«Es igual de terca que Steve»
pensó Bucky suspirando.

El Capitán Hydra había dejado salir a su hija con la condición de que su mejor soldado la escolte. Al parecer, Steve no quería correr con el riesgo de ir a la Convención de la persona por la cual mucho tiempo había huido.

—Aún así, es demasiado peligroso traer a su hija aquí. —murmuró Bucky negando con la cabeza.

Aún si era casi imposible que Sarah se encuentre con Tony Stark en el lugar, no podía descartar el peligro.

—¿Sarah, porque no-... —cortó al no poder visualizar a la pequeña cabellera rubia—. ¡¿Sarah?! ¡¿Dónde carajos te metiste?!

«Mierda, Hydra va a matarme» pensó, antes de comenzar a correr por el lugar.

[...]




Anthony había estado hablando por demasiado tiempo con los inversionistas de sus venideros proyectos. Supuestamente, la Convención era el mejor lugar para ver los futuros grandes éxitos.

«Estoy cansado» pensó, alejándose un poco y viendo de reojo a la Beta que parecía sumamente concentrada en la conversación con aquellos hombres de traje.

—Voy por una bebida, cielo. —susurró a su lado, antes de desaparecer por el tumulto de gente.

«Sigo sin acostumbrarme a ser tan trabajador» pensó con una sonrisa de lado. Virginia Potts le había enseñado buenos hábitos. Por fin, sentía que su vida estaba yendo por buen camino.

—Este no es el producto final, niño. —dijo la voz de una muchachita con desdén—. ¡Es un prototipo! ¿No puedes diferenciarlo? ¿Acaso, eres tonto?

Tony volteó un poco sorprendido, al escuchar las palabras duras provenir de una voz tan infantil. ¿Quién podría..?

Una pequeña figura de cabellos rubios peinados en dos coletas y con uniforme militar se encontraba de espaldas, mientras señalaba a un niño mucho más grande que ella. Aún siendo notable la diferencia de tamaño, la niña parecía intimidar al contrario.

— ¿No has sido un poco ruda al hablar, cariño? —intervino el Alfa con amabilidad.

La infante volteó a ver quién le hablaba y sus grandes ojos como el rubí, brillaron al reconocer al hombre.

—¡Eres Tony Stark! —exclamó con emoción—. ¡Soy fan de tus inventos!

El mencionado se quedó perplejo al ver con claridad a la pequeña niña.

«Rubia y de ojos rojos» pensó Tony sin poder evitar recordar a una persona que había enterrado en el fondo de su corazón. ¿Por qué se parecían tanto? ¿Por qué su corazón dolía con solo verla?

—¡Soy Sarah! ¡Un gusto en conocerte! —saludó la muchacha con alegría—. ¡Eres un genio! ¡Te admiro mucho! ¡Mi papi me hizo un taller igual que al tuyo!

—¿Qué..? —balbuceó el Alfa sin dejar de mirarla.

Eran idénticos. Algo que tenía que ser imposible.

—¡También me dejó tener un perrito y lo llamé Jarvis! ¡Me gusta mucho la ciencia! —dijo sin cesar la niña, saltando a su alrededor.

—A mi también me gusta la ciencia. —interrumpió el niño que seguía ahí.

Sarah volteó a verlo y su expresión cambió por completo. Su mirada pareció oscurecerse.

—Yo estoy hablando con el señor Stark. —respondió con rudeza—. Vete.

«Oh, Dios Santo» pensó Tony retrocediendo de la impresión. Era la viva imagen del Capitán Hydra cuando se molestaba y fruncía el seño de manera intimidante. No había duda alguna.

—Sarah... —llamó el Alfa con un hilo de voz—. ¿Cómo se llama tu papá?

La pequeña ladeó la cabeza y pareció pensativa por un instante.

—Mi papi me enseñó a nunca decir su identidad a cualquier desconocido. —dijo con una mueca—. Pero, usted es el señor Stark y yo lo admiro mucho. Mi papi se llama Steve Rogers. —respondió con una sonrisa.

Tony sintió que sus rodillas no funcionaban y cayó al piso con incredulidad.

—Steve tuvo una hija... —balbuceó tocándose el pecho. ¿Cuándo? ¿Cómo? Un montón de preguntas y dudas se amontonaron en su mente. No obstante, había una más primordial—. ¿Quién es tu otro papá o mamá?

Sarah se encogió los hombros ante la pregunta.

—No lo sé, mi otro Papi parece que no quiere conocerme. —dijo como si nada—. O mi papi Hydra no quiere que lo conozca. ¿Puede creerlo, señor Stark?

El Alfa asintió, tratando de pararse.

Su mente había estado comenzando a trabajar a mil por hora desde que había escuchado el nombre del Omega. La pequeña niña parecía tener unos cinco años de edad y tenía un padre ausente. Encajaba perfectamente con el tiempo que había sido abandonado por Hydra.

¿Era una coincidencia? Su corazón decía que no y las esperanzas dentro de su pecho comenzaban a crecer.

—S-Sarah... ¿Quisieras ir a conocer mi Torre Stark? —preguntó Tony con las manos ansiosas—. ¡Puedo presentarte a Jarvis! ¿No quisieras ver mi traje de Iron Man? ¡También puedo mostrarte todos los proyectos de la Convención de aquí y no solo los prototipos.

—¡Sí, si! —exclamó la pequeña eufórica.

Tony asintió y mando un mensaje a Pepper que le había sucedido algo urgente y tendría que irse.

[...]



Bucky corrió por los pasillos de la base con desesperación. Había encontrado demasiado tarde a Sarah. Al final, lo único que pudo hacer fue mandarle un mensaje a Hydra de que había visto a Tony Stark llevarse a la niña.

—¡Capitán, aquí estoy! ¡Déjeme explicarle, yo..!

Un escudo fue lanzado hacia su cabeza y por poco, Bucky pudo esquivarlo.

—Cierra la boca. —ordenó Steve lleno de furia, poniéndose el traje.

—Deberíamos pensar en un plan con calma, mi líder. —trató de intervenir el Barón Zemo con cuidado—. No podemos dar por hecho que el señor Stark haya descubierto la identidad de la niña.

Steve volteó a darle una mirada y cayó cualquier sonido dentro de la habitación.

—Voy a ir por Sarah. —sentenció, recogiendo su escudo—. Si no vengo con mi hija entre mis brazos, ustedes pagarán las consecuencias. ¿Entendieron?

Bucky agachó la cabeza y asintió. En el lugar se esparció un fúnebre silencio.

«Mierda y más mierda» maldijo Steve saliendo de la base con la respiración agitada. Lo volvería a ver y no estaba preparado para ello. ¿Sería capaz de llevarse a Sarah? ¿Cómo podría quitarle a su hija si Tony descubría la verdad?

—¿Qué tan cruel debo seguir siendo..? —se preguntó, apretando los puños. No quería volver a lastimarlo.

Se suponía que era el temible Capitán Hydra y un villano insensible que jamás cedería ante nadie. No obstante, ¿por qué ahora se sentía tan culpable?

—De verdad, ya no quiero lastimarte.

¿Hydra está enamorado...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora