Capítulo 20

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La figura de Steve apareció por los pasillos de la base. Parecía estar herido.

—¡Capitán! ¿Está bien? —preguntó Bucky yendo a socorrerlo.

«¿Qué mierda ha pasado?» pensó el soldado, mirando a su líder mantenerse de pie con esfuerzo. No tenía ninguna herida que se pudiera ver, sin embargo el Omega parecía más débil que nunca.

—¿La niña dónde está, mi líder?

Bucky volteó a ver a Zemo que aparecía a su atrás.

—Es obvio que sigue con el Vengador. —respondió el azabache con molestia, sin dejar de mirar a Steve—. ¡Traigan a un médico!

Hydra negó la cabeza, esforzándose por respirar. Su cuerpo parecía tener pequeñas convulsiones y su pulso estaba errático.

—Tra-...traigan supresores. —habló Steve en un suspiro.

—¿Qué? —preguntó Bucky agarrándolo de los hombros y levantando el rostro enrojecido de Hydra—. ¿Has entrado en celo? Es imposible.

Steve rechazó su toque y trato de alejarse. Al parecer, no quería sentir la presencia de ningún Alfa.

—¿Es porque viste a Tony Stark? —cuestionó el soldado incrédulo—. ¿La marca no ha desaparecido? ¿Tu lobo interior aún pide la presencia del Alfa? ¿Por qué-...

—Bucky, basta. —cortó Zemo cogiéndolo del brazo—. Tenemos cosas más importantes que hacer que cuestionar el motivo. Hay que llamar a los científicos de la base. —pausó para coger su móvil —. Recuerda que hemos dejado de preparar el supresor que logra controlar el celo del Capitán Hydra. Tú sabes la razón.

El Soldado del Invierno, asintió.

«Maldita sea, lo sé» pensó irritado. Después de que Steve diera a luz a Sarah, había dejado de presentar un ciclo de calor. Los doctores diagnosticaron que ya no sería fértil por el resto de su vida. Muy pocos dentro de la base, sabían que el Capitán Hydra estuvo al borde la muerte por su estado de gestación. Al estar sin su Alfa, era prácticamente cometer suicidio el tener a un cachorro.

«Aún así, la tuviste y ahora la has dejado ir»
pensó Bucky mirando al Omega recostarse en la pared.

—Capitán. —llamó el soldado, yendo a ayudarlo—. Déjeme llevarlo a su habitación.

Steve frunció el entrecejo y trato de alejarlo inútilmente.

—No eres mi Alfa. —murmuró Hydra, cayendo entre sus brazos.

—Mierda, está ardiendo en fiebre. —maldijo Bucky cargándolo y volteando a ver a Zemo—. Trae a los médicos y todos los calmantes que puedas encontrar. Al menos, uno tendrá que hacerle efecto. Yo lo llevaré a su recámara.

El otro Omega observó a su líder y luego al soldado.

—Está bien. —respondió yendo hacia la puerta y parando un instante—. Pero, Bucky... Recuerda que eres un Alfa después de todo y Steve no es ni será tu Omega. —añadió antes de irse.

El azabache se quedó perplejo ante sus palabras. ¿Había confundido sus acciones?




[...]

Steve se retorcía entre las sábanas.

Recordaba vagamente haber llegado a la base de la Organización. Después, las escenas parecían estar borrosas. Los rostros de varios médicos que lo observaban, la mirada de preocupación de Bucky. Hasta el leve pinchazo en sus brazos, todo era remotamente lejano.

Volvió a apretar las piernas, luchando contra el deseo de querer llevarse por sus instintos más primitivos.

«No quiero tocarme» pensó Steve apretando los puños en posición fetal.

A cada ciertos momentos, el rostro disgustado de Tony Stark aparecía en su mente.

—Ugh... —jadeó entre lágrimas.

«No he podido parar de llorar» pensó, recordando las palabras del Alfa en la Torre.

—Tony... mi Alfa. —llamó, mientras sollozaba. En alguna parte de su mente, quería darle las gracias por hacerle ver qué si tenía emociones. Aún, si no era capaz de respirar debidamente por el dolor en su pecho. Se sentía agradecido. No estaba reprimiendo su sentir.

Steve volvió a tener una punzada en el vientre y ahogó un gemido de dolor.

—N-necesito calmantes. —balbuceó, levantando la cabeza y viendo en el escritorio los medicamentos que le habían inyectado. Ninguno servía.

Tenían que crear uno específicamente para el celo del Capitán Hydra y que no reaccionará mal ante el suero.

—Mierda, uno más. —dijo con esfuerzo, acercándose a una jeringa con las manos temblorosas.

Trato de llevarlo hacia su brazo que parecía un paisaje de puntos morados por las inyecciones que le habían puesto. ¿No fueron demasiadas? ¿Se moriría por uno más?

«Lo dejo en tus manos suero de supersoldado, confío en que serás capaz de contrarrestar los efectos secundarios» pensó antes de inyectar la jeringa. Al instante, sintió un pequeño alivio recorrer su cuerpo. Quizás, su efecto no duraría demasiado pero, era mejor que soportar el calor sin hacer nada.

—¡Capitán Hydra! ¡Es urgente!—llamó un soldado detrás de la puerta de la habitación —. ¡El reloj de la señorita Sarah se ha activado!

«¿Qué? No puede ser» pensó Hydra levantándose de la cama.

Le había dado a su hija un reloj con un botón de emergencias por si alguna vez se encontraba en peligro. ¿Acaso, la habían atacado al descubrir que era hija del Capitán Hydra?

—¡Carajo! —exclamó lanzando un puño hacia la pared y quebrando la superficie—. Soldado, ¿le ha avisado a alguien más? —preguntó el Omega yendo a abrir la puerta.

El subordinado lo miró y negó varias veces.

—Solo a usted, Capitán. Las noticias deben ser avisadas primero al líder de la Organización. —dijo en tono militar.

Steve asintió satisfecho y volvió rápidamente hacia la habitación para cambiarse. No tenía tiempo que perder. Aún si no podía pararse bien, lo haría.

—Prepara un helicóptero lo más rápido posible. —ordenó Hydra yendo a coger su escudo—. Iré por mi hija.

[...]




Sarah había estado encantada con la presencia del Alfa. El hecho que sea su otro padre era como estar en un sueño.

—¡Me ha gustado mucho el muñeco que creamos! —exclamó la pequeña con una sonrisa, mientras abrazaba al pequeño peluche.

—Me alegra que te guste, cielo. —respondió Tony con cariño.

Se encontraban en la empresa de Industrias Stark para unos pequeños papeleos que tenía que hacer el Alfa. Le había prometido a Sarah que luego de ello, tendrían todo el tiempo libre para pasarla juntos y divertirse.

—Voy a hablar con mi secretaria un momento, cariño. —dijo Tony levantándose al ver a la Beta que tenía una expresión consternada al observar a la niña—. Vuelvo en un minuto, Sarah.

La pequeña mencionada asintió, ajena a todo. Le había gustado mucho el peluche que tenía en sus brazos. Era el primer invento que había creado con su papá.

—Te voy a cuidar mucho. —dijo Sarah levantando su peluche—. Solo falta activar la pequeña inteligencia artificial y estarás completo. ¡Serás como Jarvis!

—Wow, que genial. —dijo un niño de su edad acercándose—. Es muy bonito, ¿me lo prestas?

Sarah volteó a verlo y apretó su peluche entre sus brazos.

—Es mío y no quiero prestarlo. —respondió directa.

—¡Vamos! ¡Yo también lo quiero abrazar! —exclamó el niño en tono infantil—. ¡Papi, ven! ¡La niña no quiere prestarme su peluche!

Sarah observó como un señor de traje negro se acercaba y cargaba a su hijo.

—Oye, pequeña. Dale el peluche a mi cachorro. ¿Vale? —dijo en tono autoritario.

La joven rubia, no sé inmutó ante sus palabras. Es más, estaba comenzando a enfadarse. ¿Quién se creía ese señor?

Volteó a mirar a todos lados, esperando a que su papi Tony regresará. No quería tratar con personas de ese nivel, ni siquiera los subordinados de Hydra se atrevían a tratarla de esa manera.

—Mocosa malcriada, debes responder cuando un adulto te está hablando. —dijo el señor irritado—. Mi hijo quiere el peluche, ¿vale? Te lo puedo pagar.

—No me interesa su dinero, señor. —respondió Sarah viendo a lo lejos la figura de Tony Stark acercarse—. ¡Papi!

El Alfa sonrió y vio a uno de sus inversionistas con su hijo.

—Hola, señor. ¿Viene para la reunión? —preguntó Tony saludando—. La sala de juntas se encuentra por allá.

El hombre asintió y después observó a Sarah.

—Oh, Stark. ¿Esa niña es tu hija? —preguntó con desden—. Deberías enseñarle a compartir, mi hijo le preguntó amablemente si le podía prestar el peluche que tiene en sus manos y le dijo que no.

Tony volteó a mirarla, curioso.

—¿Por qué no le prestas el peluche a tu nuevo amiguito, cielo?

Sarah lo miró iracunda. ¿Por qué creía las palabras de esa persona sin antes consultarle? Además, ese niño no era su amigo.

—No quiero. Es el peluche que nosotros creamos. —respondió Sarah tratando de calmarse—. Es muy especial para mí, papi.

El Alfa la miró enternecido y se agachó a su altura.

—Pero, podemos crear otros. ¿Trata de compartir, si? —dijo tratando de darle una pequeña caricia.

Sarah lo esquivo y sintió su furia estallar.

—¡Te dije que no quiero! —exclamó apretando su pequeño reloj—. ¡Por qué estás creyendo las palabras de ese señor! ¡Su hijo es un engreído!

—Sarah...

—¡No! Es mi peluche y yo puedo decidir a quién prestarle o no. —sentenció la pequeña con la mirada iracunda. Sus ojos rojos se parecían a la lava centelleante.

—No tiene modales tu hija, Stark. —dijo el hombre retrocediendo ante la expresión de la muchacha—. ¿Quién será su madre, para que sea así y-...

—¡Cállate! —cortó Sarah furiosa—. ¡Mi otro papi te hubiera arrancado la lengua por mucho menos! -—exclamó antes de voltear a ver a Tony—. ¡No entiendo porque tú no me defiendes, papi!

«Papi Hydra nunca hubiese dejado que me hablarán así» pensó Sarah conteniendo el llanto. Lo extrañaba.

Quería ser protegida por tío Bucky, tío Zemo, tía Sharon y todos los soldados de Hydra. Pero, sobretodo quería a su padre Omega la abrace y le diga que todo estaría bien.

"Si no te gusta como el mundo te trata, yo conquistaré el mundo y lo cambiaré para ti" eran las palabras que su papá siempre le decía.

—Yo... soy...—sollozó apretando su peluche—...hija de...

—¡El capitán Hydra! —exclamaron unas voces con terror, mientras se escuchaba el estruendo de una ventana al romperse.

La figura imponente de un hombre de ojos rojizos y mirada enloquecida fueron la imagen que vieron todos los presentes.

—¡Papi! —exclamó Sarah corriendo hacia sus brazos.

—Mi niña. —dijo Steve cargándola con un brazo y en el otro, levantando un arma—. ¿Quién se atrevió? ¿A molestar a la hija de Hydra..? —preguntó con peligrosa calma.

Sarah apunto hacia la presencia del hombre y su hijo que los veían aterrorizados.

—Ellos, papi. —dijo con una sonrisa.

¿Hydra está enamorado...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora