Capítulo 7

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Advertencia: En este capítulo se muestra cómo fue el ambiente en el que vivió Lucía y Karen. Se menciona violencia, comentarios machistas y misóginos, y abuso sexual infantil. Estos temas son delicados y ninguno es correcto, por lo cual, es opcional leerlo, ya que no es muy relevante en el caso decidan saltarlo, no se perderán de mucho. Si estos temas los afectan a ustedes, por favor, no lean; cuiden de su salud mental. Si alguien de ustedes necesita ayuda con algo, o quiere hablar con alguien, mis dm's en instagram están abiertos. @mxttommoroyale.

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"¿No lo ves? Todo el mundo está muriendo, los animales están llorando, y las religiones se están dividiendo, mientras mi familia sigue luchando"

—Redeemer - Palaye Royale.

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Años antes del nacimiento de Harry y Louis, en el mundo de los mortales.

La familia de los Hitchcock vivía feliz en su pequeña cabaña dentro del pueblo central, donde Diego Hitchcock hacía de su vida un templo y ejemplo de Dios

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La familia de los Hitchcock vivía feliz en su pequeña cabaña dentro del pueblo central, donde Diego Hitchcock hacía de su vida un templo y ejemplo de Dios.

Carla cocinaba mientras tarareaba una canción, y sus dos pequeñas hijas se bañaban para estar listas a la noche luego de que uno de los mejores amigos de la familia los invitara a cenar.

Diego siempre había sido amigo del sacerdote de su iglesia, quien le presentó hace algunos años al gran Ismael Bañuel; un hombre de negocios en una granja cercana, con una esposa hermosa y un hijo de quince años.

Lucía había salido de su habitación vistiendo un hermoso vestido color rosa pastel que la hacía ver como una hermosa muñeca, algo que siempre los demás se ponían a elogiar en ella.

La pequeña comenzó a pasearse por la cocina mientras cantaba y miraba a su madre cocinar, hasta que después se le unió su hermana pequeña, Karen, quien vestía un vestido igual que el de la otra niña, pero en color morado.

—Niñas, dejen de jugar aquí. ¿Terminaron de arreglarse? —dijo poniendo comida en un recipiente que después puso sobre la mesa.

—¿Por qué cocinas si no vamos a comer aquí? —preguntó Lucía dejando de caminar alrededor de las sillas del comedor.

—Porque de seguro volveremos tarde, y mañana debo preparar la comida que tu padre llevará a su trabajo. —respondió poniéndose de rodillas frente a la niña para estar a la altura de la pequeña.

—Prometo no hacer enojar a papá. —murmuró en voz baja.

Carla sonrió. —No quiero que te haga más daño, cariño. Intenta ser buena niña, ¿sí? —Lucía asintió. —Eso es, mi amor.

La niña recibió un abrazo de su madre que correspondió a la par que iba recordando las reglas.

—Estaremos bien. —escuchó decir a su madre.

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