Capítulo 15

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—¿Quién es? —preguntó intrigada debido a la facilidad del rizado para identificarlo. —¿Lo conoces?

Harry asintió. —Es un tipo de sirviente para mi padre, él ayudaba a cuidarme siempre y no fue alguien cercano a la religión. ¿Por qué estaría esto aquí?

—¿Y por qué nadie puede verlo?, esa es otra pregunta. —dijo la rubia.

—No lo sé, es extraño, pero... —comenzó mirando al ojiazul, quien extrañamente miraba hacia la puerta del lugar.

Louis caminó hacia donde mantenía fija la mirada, observó el pequeño interruptor que mantenía el lugar iluminado, y después tan solo el lugar quedó más oscuro.

Los tres lo miraron confusos.

—¿Qué tan peligroso es estar en este lugar? —preguntó mirando a Maddie.

Aquella cerró los ojos cayendo en cuenta de sus palabras, y tomó nuevamente el libro en sus manos. —Oh, mierda. —maldijo al escuchar levemente unos pasos que se acercaban. —Vengan por acá.

La observaron caminar con rapidez en medio de varias estanterías, luego, abrió una puerta por donde salieron, llegando a un pasillo oscuro nuevamente.

Samara caminaba detrás de la rubia, y Louis caminaba detrás de la pelinegra mientras tomaba la mano de Harry, quien iba detrás de él.

Avanzaban rápido y sin decir ninguna palabra por miedo a que pudieran escucharlos.

Samara temblaba con desesperación al no saber qué hacer, al no conocer exactamente el lugar que estaban recorriendo.

En un momento Maddie abrió otra puerta que daba a la iglesia.

Samara entró siguiendo todavía a la rubia, y Louis tomó a Harry de la cintura, empujando levemente al rizado para que pasara primero.

El castaño cerró la puerta y caminó hasta llegar a un espacio entre dos paredes donde la rubia los había conducido. Justo detrás de la pared donde se encontraba aquella representación de la crucifixión.

Los cuatro se quedaron en silencio, esperaron unos segundos y tan sólo eso bastó para que una puerta se abriera.

Unos pasos se escucharon, y Maddie pareció temblar en un momento, pero después se mantuvo firme.

—¿Estás aquí, Madd? —preguntó la voz masculina del sacerdote.

Samara miró a la rubia a través de la poca luz en el lugar, rogando para que no dijera nada, pero eso no bastó.

Antes de que el sacerdote volviera a repetir sus palabras, Maddie acercó el libro que tenía en sus manos hacia la pelinegra, quien lo recibió, y luego ella salió de aquella pared y caminó por el pasillo que se encontraba en medio de la iglesia debido a las bancas que había.

—Aquí estoy. —dijo acercándose con el rostro alzado, como si no tuviera miedo. —Vine a rezar un poco. No podía dormir.

El sacerdote asintió. —¿Dónde está Samara?

—¿Samara? —preguntó actuando confundida. —No sé quién es. ¿Pasó algo de lo que no estoy enterada?

Miró la pura sombra acercarse a ella, y comenzó a sentirse intimidada, casi escuchando la risa burlona que caracterizaba a aquel hombre.

—No te hagas la Santa, Maddie. Una de las mujeres de tu habitación te vio saliendo detrás de ella.

—Bueno, pues... salí detrás de una chica, pero no vi a dónde se fue y yo vine directo aquí. —respondió en un tono bastante natural.

Redeemer || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora