Capítulo 11

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Despertó teniendo a Harry de espaldas, con su brazo posado sobre la curva de su cintura mientras su mano acariciaba su abdomen y su cabello rizado le hacía cosquillas en el rostro.

Se acercó hasta enredar sus piernas, sintiendo el cuerpo ajeno moverse lentamente; dejó un beso sobre su hombro, mirando como aquellos ojos verdes chocaban con sus ojos azules cuando el ángel volteó un poco su rostro.

—Hola. —murmuró rozando sus labios en la oreja del rizado. —¿Cómo te sientes?

—Estoy bien. —respondió dándose la vuelta y quedando atrapado en los brazos ajenos con más seguridad. —¿Y tú?

—Pude dormir mejor que otros días. —respondió besándolo. —Te extrañaba aquí, conmigo, mi ángel.

Harry cerró sus ojos, sintiendo el roce de sus narices, luego sintió sus labios siendo atacados en otro beso más profundo, las manos ajenas afirmando su agarre en su espalda y acariciando su cadera; subió sus manos a los brazos del ojiazul, dejándose ir en la sensación de las mariposas que recorrían su vientre como campo en primavera.

La lengua del castaño se abrió paso entre los labios del rizado, obligándolo a abrir más su boca. La mano de Louis subió al rostro de Harry hasta que se separaron y dejó un beso en la frente del menor.

—Te extrañé, Louis. —dijo acercándose para besar la punta de su nariz.

El mayor se quedó en silencio observando el rostro de su amado, quien lo miraba esperando más, siendo curioso y terminando por acomodar su cabeza sobre su pecho mientras él le acariciaba la espalda.

—¡Estoy despierta y los escucho! —ambos oyeron. Levantaron la mirada y observaron a Samara al final del pasillo donde estaba la cocina. —Espero no abusen de mi confianza y mínimo no terminen haciendo cosas privadas en mi casa mientras estoy yo aquí. Al menos esperen a que me vaya. —dijo sin mirar a la habitación.

—¿Vas a salir? —preguntó el ojiazul. —¿No es domingo?

La mujer suspiró. —¿Puedo voltear?

—No estamos haciendo nada, supongo que sí. —respondió mirándola darse la vuelta y caminando hasta el marco de la puerta abierta.

—Los domingos voy a ayudar a una niña pequeña a que aprenda a leer. Ella no puede caminar, y además vive en otro pueblo diferente; pueden quedarse aquí, no es necesario que vayan conmigo. —explicó.

—¿No necesitas ayuda con algo? —preguntó Louis queriendo levantarse.

—¡No! —respondió rápidamente haciendo que el castaño volviera a recostarse bien. —Es mejor que se queden aquí, a salvo. Creo que pasaron bastante tiempo separados, supongo que es bueno que pasen tiempo juntos ahora; pueden aprovechar las horas que no esté en casa. Les dejé el desayuno hecho, está servido en la mesa. —dijo volviendo a la cocina para después tomar sus cosas. —¡No abran la puerta a nadie, y si salen a caminar un poco no se alejen demasiado! —gritó antes de salir de la casa.

Harry suspiró escondiendo su rostro entre el cuello del mayor. —Estoy seguro que, si no hubiera llegado casi muerto aquí, hubiera estado demasiado celoso. —confesó en voz baja. —Ella es muy linda. —terminó diciendo al mismo tiempo que rozaba sus labios contra la piel morena del ángel.

—Es muy hermosa. —admitió el castaño sintiendo un par de ojos asesinos color verde sobre él. —¿Estarías celoso de ella? —soltó una risa. —Es lesbiana.

—Eso me mantiene tranquilo. —comenzó a besar el cuello de Louis. —Estaría celoso de todos, por ti.

—Soy tuyo, Harry. —dijo en voz baja cuando el rizado comenzó a levantarse para ponerse sobre él. —No estés celoso de nadie porque soy tuyo, amor. —insistió antes de sentir los dedos del ángel sobre sus mejillas, finalmente hasta que se acercó para besarlo.

Redeemer || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora