Capítulo 14

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Habían pasado unos largos minutos donde Harry se había quedado dormido sobre su pecho cómodamente. Louis miraba al techo pensando en todas las cosas que podrían pasar, y pensaba en cómo Samara terminaría sola nuevamente después de que ellos se fueran.

Finalmente, tan solo cerró sus ojos abrazando a su ángel lo más cerca posible, hasta que, del otro lado de la puerta, se escuchó un llamado.

Harry despertó al escuchar los golpes, abrió lentamente sus ojos y después sintió como Louis salía de la cama y antes de que éste pudiera abrir la puerta, aquella se había abierto primero.

Se quedó de pie al mirar a Samara y volvió a acercarse a la cama para tomar la mano de Harry y ayudarlo a levantarse, tan sólo después la pelinegra les hizo la seña de que salieran.

El rizado talló sus ojitos para despejar el sueño que tenía, y salió detrás de Louis luego de cerrar la puerta nuevamente. Bajaron las escaleras tomados de la mano, y luego el castaño lo soltó mirándolo y casi diciéndole "perdón" con la mirada, a lo cual solo sonrió levemente y asintió con la cabeza en señal de que entendía lo que hacía.

Caminaron entre unos pasillos largos, y después de unos minutos estuvieron en un lugar grande y despejado lleno de mesas que eran cubiertas con manteles blancos y muchas sillas a sus alrededores, donde ya había personas sentadas frente de los platos que estaban servidos de comida.

El gran patio parecía un jardín hermoso lleno de flores y pequeños árboles, lo cual le recordaba al mismo paraíso, con la pequeña diferencia de que no hacía su piel fría todo el tiempo.

Los tres se sentaron juntos en la misma mesa, justo en un rincón donde no había más que personas ya mayores.

La pelinegra les hizo la seña de que guardaran silencio, y Louis al estar al lado de Harry, sintió la energía insegura que emanaba su ángel; por debajo de la mesa, con cuidado, tocó un poco su pierna para llamar su atención.

Harry bajó la mirada y vio la mano de Louis mostrando su palma, la cual fue cubierta con su mano sobre la ajena.

Ambos sonrieron al sentirse por unos segundos.

Momentos donde Harry y Louis aprendían a disfrutar los pequeños tactos escondidos, los pequeños detalles en ellos, y el extraño sentimiento de aguantar las ganas de querer abrazarse y besarse por el entorno en el que estaban.

Cuando el ojiazul comenzaba a querer entrelazar sus dedos, el sacerdote empezó a hablar y separaron sus manos en dos segundos.

—¡Bienvenidos a todas las personas que vienen a buscar a Dios este día! —comenzó gritando para llamar la atención de todos. —Pongámonos de pie para hacer la oración de la comida. —dijo alzando ambas manos como si intentara alcanzar algo.

Todos obedecieron aquellas órdenes, y cedieron cuando la pelinegra también lo hizo.

Samara se sintió tensa cuando el hombre la miró haciendo un gesto, dando a entender que le daba el honor para decir sagradas palabras.

Cerró sus ojos sintiendo todas las miradas sobre ella y levantó su rostro como si pudiera ver el cielo a través de sus párpados.

—Dios bendito y lleno de gloria que se encuentra en los cielos. —comenzó apoyando un poco sus manos sobre la mesa. —Te agradecemos este día por darnos la comida que estamos por degustar, siendo siempre conscientes de todo lo que nos otorgas a nuestro día a día. Danos en la comida, un poco de esperanza por ser escuchados, un poco de tu existencia otra vez luego de tu propio reino, danos piedad de quienes sufren en silencio, y dales su justo a quienes nos lastiman. Gracias Señor por este alimento... —hizo una pausa y cerró sus ojos con fuerza, entonces comenzó a escucharse el sonido de una grieta, como si algo estuviese a punto de romperse. —Amén.

Redeemer || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora