Capítulo 18: Máscara resquebrajada

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Adam se adentró a la mansión en la que había crecido, la fastuosa casa ya no se sentía como un hogar, la calidez que una vez había envuelto el lugar se había extinguido. Consumido debido al enorme vacío dejado atrás por su principal fuente de alegría.

De memoria se dirigió al invernadero ubicado en la parte trasera de la mansión, una magnífica estructura de cristal donde había pasado gran parte de su infancia, la mayoría de los mejores recuerdos que tenía se habían originado al interior de ese lugar.

Con un sentimiento agridulce detuvo sus pasos en la entrada, con la mirada puesta en la bella mujer de cabello negro parada frente a un rosal cuidado con esmero.

La alfa conseguía verse pulcra y elegante a pesar de estar usando guantes y tijeras de jardinería.

Su madre parecía haber envejecido de golpe desde la última vez que la había visto, en su cabello negro ahora eran visibles una abundante cantidad de canas plateadas, no tenía nada que ver con que hubiera llegado a la mediana edad, si no al vacío dejado por la pérdida de su compañera.

La vio acercar la nariz a una rosa blanca, su toque en la flor era extremadamente delicado, la expresión en su rostro nostálgica.

Un nudo se formó en la garganta de Adam al presenciar eso.

La miró fijamente, lidiando con su propio dolor y culpa ante el recuerdo de una hermosa omega rubia de mirada gentil.

Minutos después se acercó a su madre, sabiendo no sería bien recibido, sabiendo la alfa no deseaba verlo.

Lauren Grayson se quedo completamente quieta, se alejó de la flor con hombros tensos y espalda rígida, la nostalgia en su expresión ahora sustituida por una máscara ilegible.

—Madre —saludó, respetuoso.

Fríos ojos grises lo miraron de reojo.

—¿A que viniste?

—Comprobar tu bienestar.

Guardó silencio tras eso, viéndola cortar las espinas en los tallos.

—Te has recuperado completamente —comentó la alfa poco después, sorprendiéndolo.

—Si —contestó, a pesar de que no era una pregunta.

Tocó su pierna derecha y recordó la última vez que habían estado en una misma habitación. Las cosas que se habían dicho aún provocaban una punzada dolorosa en su corazón.

—Volverás a la empresa.

—Lo haré pronto, madre. Hay algo que necesito resolver primero.

Centró su mirada en una de las rosas junto a él, se acercó para olerla, dejó caer sus párpados intentando así rememorar el cálido aroma de su otra madre.

No lo consiguió, no era siquiera comparable, y a pesar de eso, le brindaba un consuelo del que no era merecedor.

—Espero no hayas permanecido oculto y encerrado estos años planeando una venganza sin sentido, Adam —habló, con voz dura—. Espero no verte repetir los errores del pasado.

Sostuvo la frágil rosa blanca entre sus manos, evitando así mirar a su madre. La vergüenza retorciéndose en su interior.

—No planeo hacerlo. —Ante los recuerdos de sus acciones pasadas una ola de ira lo embargo, no queriendo dañar la frágil flor, la soltó—. Pero no puedo dejarlos ir luego de lo que hicieron.

Su madre detuvo el movimiento de sus manos y por fin le dirigió una mirada.

—Ya no eres un niño. —Era un clara reprimenda para que dejará de comportarse como tal.

Despertando como un personaje secundario en una novela BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora