Capítulo 7: Términos extraños

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Evan miró un poco extrañado alrededor del comedor. Habían mucho más mujeres y hombres con hijos de lo que habría imaginado, muchos bebés, niños y adolescentes. Habría esperado algunas personas sin hogar, personas mayores de la tercera edad, tristemente como en la mayoría de los albergues en su mundo, pero la realidad era otra. Había descubierto el lugar funcionaba más como una casa de acogida para padres solteros que como un albergue. Suponía que el conductor le había dado esa dirección al ver a Chris con él.

Se sentó con Chris en una de las mesas dentro de la zona del comedor e hizo un gesto de asentimiento a algunas personas a su alrededor, algunos le regresaron el gesto, otros más bajaron la mirada en actitud tímida o desinteresada.

Llevó su mirada hacia Chris y descubrió este observaba al igual que él el lugar en donde estaban, lo vio mantener su mirada sobre un grupo de niños.

Se acercó a él para llevar un mechón de su cabello castaño tras su oreja, recordando que debería llevarlo a cortar el cabello y también debía arreglar su cabello en cuanto pudiera permitirselo.

—¿Quieres ir a jugar con ellos?

Chris no respondió ni tampoco retiró su mirada.

—¿Chris?

—No.

Luego de eso, el niño procedió a concentrarse en la comida frente a él.

La sensación de que quizás no todo estuviera bien con Chris comenzó a rondar en su cabeza. Evan no lo atribuyó a la aparición del hombre de la tarde, no era algo inteligente, pero solo iba a tener más cuidado y no pensar en ello, esperaba no tener que lidiar con ningún problema en esa nueva ciudad.

Solo podía imaginar las cosas que seguramente Chris había experimentado para su corta edad, y ahora venía Evan, haciendo que se mudará de ciudad otra vez, incapaz de proporcionarle el hogar digno y seguro que cualquier niño merecía y necesitaba; si lo pensaba, Evan tendría que estar en un jardín de niños o en la escuela primaria, disfrutando de una infancia feliz.

Por algunñañ razón deseaba darle a Chris la infancia feliz que él no había tenido.

Cuando lo vio comenzar a comer hizo lo mismo sin dejar de pensar en que de verdad necesitaba mejorar sus condiciones, necesitaba conseguir cierta estabilidad en ese mundo para poder tomar un respiro, para que ambos pudieran tomar un respiro.

—Hola…

Levantó la cabeza al escuchar el saludó, ofreció una sonrisa amable.

—Hola.

La mujer latina que lo saludó parecía estar en sus cuarentas, su cabello era negro y largo con algunas canas esparcidas, a pesar de su rostro y ojos verdes cansados, era una mujer muy bonita. Ella se sentó en el lugar frente a él que en algún momento había sido desocupado.

—¿Nuevo… nuevo por aquí?

Evan asintió, la mujer le ofreció una sonrisa triste.

—Es un buen lugar, uno de los mejores en los que he estado… —dijo en un tono suave y tranquilo.

Como si buscará transmitir esa tranquilidad a Evan.

—Eso parece.

—Ciertamente lo es —dijo un chico de unos dieciocho años a su lado, cabello rubio y ojos cafés, sostenía un bebé de unos dos meses. El chico estaba lejos de estar cansado de la vida como la mujer frente a él—. Lamento involucrarme así. Soy Matt. Elena, no escuche que te presentaras —susurró, lanzándole una mirada.

—Ya lo hiciste por ella, Matt —habló otro hombre de unos treinta años, muy atractivo de piel oscura y ojos color ámbar, ratas en su cabello, le ofreció una sonrisa amable a Evan—. Me llamo Francis. —Después miró a la mujer de ojos verdes— Gracias por romper el hielo, Elena.

Despertando como un personaje secundario en una novela BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora