"Esta es mi promesa.
Estaré contigo hasta que el viento se lleve a las montañas
Estaré contigo hasta que muera el último de los poetas
Estaré contigo hasta que el sol se ponga por el este y nazca por el oeste
Estaré contigo hasta que la luna se apa...
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Capítulo XIII
Steve tamborileó los dedos sobre la baranda de madera oscura del Scarlett y se inclinó inconscientemente hacia adelante, como si quisiera apurar el movimiento del barco con su cuerpo. Estaba ansioso, desesperado, al borde de la locura por llegar pronto a su destino. El miedo y la esperanza corrían por sus venas por partes iguales; una parte de sí estaba aterrado por lo que encontraría cuando finalmente llegara junto a Natasha, temeroso del daño que pudieran haberle hecho, especialmente luego de la tragedia que presenció con la pobre Sybil. Si a una chica inocente le habían hecho algo así, no quería imaginar el sufrimiento al que pudieran haber sometido a Natasha, sabiendo del odio y el rencor que Rumlow acumulaba contra ella. Otra parte de él, una que conseguía eclipsar a la primera, estaba ansioso por volver a verla.
Si ella estaba bien y lograban reencontrarse, significaría que la vida les estaba dando una segunda oportunidad, una que no pensaba desperdiciar por nada del mundo. Natasha era todo lo que quería, todo lo que siempre había querido y ahora que sabía que ella compartía sus sentimientos, se moría de ganas de volver a verla, de tenerla en sus brazos, a salvo y decirle todo lo que calló por años. Se sentía tan tonto por haber desperdiciado tanto tiempo. Fueron muchos los años que compartieron, miles las experiencias que vivieron juntos; los buenos y malos momentos, las alegrías y las tristezas, los triunfos y las derrotas... era toda una vida la que compartían. No habían secretos entre ellos y, cuando comenzaran su camino junto, todo estaría dicho. La conocía tanto y aún así sentía mariposas en el estómago de sólo pensar en volver a verla, de sólo rememorar el breve beso desesperado que compartieron antes de su separación.
─ Vas a lastimarte─ le advirtió Bucky, apareciendo a su lado repentinamente. Había estado enterrando las uñas en la baranda sin darse cuenta y sus dedos lucían ya algunas astillas clavadas en su piel─ Si te lastimas, ¿cómo vas a sostener la espada?
─ No me di cuenta...─ se excusó, mirando a su amigo con una pequeña sonrisa que no logró convencerlo. El capitán del Scarlett suspiró y cogió su mano, examinándola cuidadosamente y arrancando las pequeñas astillas que se habían clavado en las yemas de sus dedos.
─ Ella estará bien─ le aseguró, alzando la mirada hacia él, intentando transmitirle seguridad─ Es dura como un clavo, no podrán con ella...
─ Lo sé, pero, no logro dejar de pensar en lo que estén haciendo con ella... es decir, Rumlow la odia...
─ No la odia. Se requiere devoción para hacer lo que hizo, para maquinar un plan como ese y madurarlo durante tanto tiempo. Sigue enamorado de ella, aunque no quiera admitirlo y trate de disimularlo con desprecio. Creo que la ama tanto como tú... sólo que de un modo horrorosamente enfermo─ respondió, provocando un leve sonrojo en las mejillas de su mejor amigo.
─ ¿Es tan evidente que la amo?
─ Dios, Steve, sólo un ciego o un tonto no vería que ustedes son el uno para el otro y que llevan amándose desde que eran niños... lo que no comprendo es porqué nunca hicieron nada al respecto─ comentó, ganándose un pesado suspiro del más alto.
