III

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era sábado por la mañana. jungwon dormía muy plácidamente entre los brazos de sunghoon, aunque era bastante caótico. la manta estaba en el suelo, una pierna de jungwon estaba sobre las de hoon y sentía como un brazo del mayor le estaba aplastando la cara, a eso sumándole que el cuello comenzaba a dolerle debido a que una almohada había caído al suelo también. no entendía cómo, pero así era.

—hoonie... —balbuceó jungwon, cobrando un poco de conciencia acerca de que tenía que despertarse. —te están llamando.

—hmm... —hizo aquel sonido con la garganta, confirmando que lo había oído también. —ya va a colgar.

jungwon se removía con inicios de sentirse incómodo y adolorido, buscó en el escritorio a su lado el aparato y se lo dio a sunghoon porque su ringtone era horriblemente fastidioso. el mayor descolgó sin mirar.

—¿aló? ¿quién habla? —sus palabras fueron casi inentendibles para la persona que estaba del otro lado de la línea. —¿qué estás en dónde? ¡ya voy! ya me levan- ¡no me apures! ¿ok?

la cama se movió con brusquedad al sunghoon prácticamente haber brincado de ella, jungwon con sus ojitos apenas abiertos notó que el mayor ya no llevaba puesta su camiseta como la noche anterior. un raro hábito de park sunghoon.

se fue de la habitación dejándolo solo. por un lado se sintió feliz, tenía la cama para él solito. estiró sus brazos y piernas cual estrella de mar con una pequeña sonrisa dibujada en los labios. sin darse cuenta, se quedó dormido de aquella forma.

por otro lado, sunghoon había abierto la puerta a aquel que le llamó hace un rato. un jay bien peinado se encontraba allí con una media sonrisa en los labios.

—¿en serio? ¿a esta hora? —preguntó adormilado hoon.

—¿te interrumpo algo? —la vista de jay se enfocó precisamente en el torso desnudo de su amigo. hizo un gesto de escalofrío a la vez que ponía su mejor cara de asco. pero sabía que estaba con el chico de detención, por lo que no lo estaba pensando demasiado.

—¿algo como qué? — sunghoon tenía fruncidas las cejas al no poder abrir bien sus ojos por la claridad. —solo pasa.

jay se adentró a la casa del rubio. se resistió a volver a molestarlo, estaba claro que sunghoon recién despertaba y probablemente le revolearía cualquier cosa que tenga a su alcance.

—¿viniste por algo en especial? —su amigo dijo a la vez que buscaba algo para beber en el refri.

—sí... —se sentó en el sofá dejando su mochila a un lado. —está... ¿está ese chico contigo?

—¿cuál chico? ¿beomgyu?

—no. el otro.

—¿niki?

—¡no! ¡el otro!

—¿cuál otro?

—tu amigo, el que durmió contigo anoche.

—¿y cómo sabes que dormí con alguien anoche?

—¡solo dime si está o no!

—ah... —sunghoon lo miró intentando descifrar qué es lo que quería. —jungwon. es jungwon. y sí, está, pero dormido. yo que tu ni me molestaría en despertarlo. es muy malhumorado por la mañana.

—bueno... traje-

—espera. —lo interrumpió. —¿cómo lo conoces?

—larga historia. —jay sonrió inocente. —fue casual, en realidad. pero no importa, le traje esto. dile que es de mi parte.

—¿no te vas a quedar?

—¿dijiste que jungwon era malhumorado, no? pues lo he presenciado. no creo que quiera verme.

—no te preocupes, sé cómo controlarlo.

sunghoon le sonrió a la vez que sacaba tres tazas para comenzar a preparar el desayuno. puso la cafetera para sus deliciosos cafés y en la taza restante puso polvo de chocolate. a jungwon le caía pesado beber cafeína muy temprano.

—¿acaso es un niño? —jay preguntó viendo como sunghoon hacía muy meticulosamente la leche chocolatada para el chico. —¿qué con esas galletas con formitas?

—le gusta que lo mimen. —respondió llevando una de esas masitas a su boca. —mucho más las personas que lo quieren. es tierno.

jay estaba de acuerdo con ese cumplido. jungwon era tierno, pero cuando tenía su boca cerrada. cuando lo estuvo observando juntar las hojas ayer, su atención había sido cautivada por el menor. y no supo si fueron sus cejas fruncidas de enojo al barrer o su manera de que más de dos palabras insultantes aparecieran en sus oraciones.

—lo dudo.

sunghoon luego de terminar de preparar casi todo, se dirigió a su habitación para buscar una camiseta que ponerse y, por supuesto, a jungwon también. se sentó en la cama y comenzó a sacudirlo de una forma no muy bruta, contrario de si la situación fuera al revés. el menor probablemente lo golpearía con almohadas, o jugaría con las luces encendiéndolas y apagándolas.

—¡vamos jungwon, levántate! —sunghoon exclamó quitándole por décima vez la manta de la cabeza. —te hice tu desayuno favorito.

—quiero dormir, hoonie. —su voz somnolienta era aún más adorable.

—hay alguien esperándote. dijo que tiene que darte algo.

el menor al escucharlo abrió los ojos de golpe, sunghoon sonrió por su rápida reacción. a jungwon se le vino a la cabeza una sola persona, pero eso sería imposible.

—¿quién? —se animó a preguntar.

—levántate y lo verás.

yang odiaba ese lado de sunghoon. odiaba que sea misterioso en lugar de ir directamente al punto. jungwon se dio media vuelta dándole la espalda.

—ok, elegiste el modo difícil.

el menor a punto de responderle de regreso, fue abruptamente interrumpido por los brazos de su mejor amigo. no sabía ni cómo, sunghoon ni era tan fuerte, pero en un abrir y cerrar de ojos lo estaba llevando cual costal de papas hacia la cocina. le sorprendía incluso que no los haya hecho caer a ambos al cabo de unos pasos.

—¿recuerdas que sé taekwondo, hoon? —jungwon quiso sonar temerario, aunque mucho no lo había espantado. —y cuando me bajes podría patearte el trasero.

el aludido lo apoyó suavemente en la silla, le echó una mala mirada y al todas las palabras haberse acumulado en la garganta para decírselas, automáticamente tuvo que tragárselas al ver un par de ojos café y cabellera negra del otro lado de la mesa. la sonrisa burlona en su rostro no le daban más que náusea.

—de verdad, te voy a patear el trasero.

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nabi

𝙈𝙄𝙉𝙀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora