Capitulo 4

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Había pasado una semana después de aquella reunión inesperada con su azabache, fue una maravillosa coincidencia el haber visitado a su madre esa tarde. Ser modelo jamás habría pasado por su mente, pero si eso le daría algunas horas cerca de ella, no sería una humillación sino un placer.

Esta última semana fue bastante ocupada, la mayor parte de su tiempo lo dedicó a seguir a su chica, aprendiendo sus horarios, conociendo a las personas con las que se relaciona. Se dio cuenta que su familia sigue viviendo en Tokio y su única pariente que vive cerca es una prima llamada Sango. Claro que Kagome no estaba enterada de su admirador secreto que le seguía a todas partes casi como una sombra.

Sin embargo también tuvo que dedicarle tiempo a su medio hermano que para no tener experiencia en peleas, no lo hacía tan mal. Se encargaría de enseñarle lo suficiente como para defenderse de cualquier imbécil. En el tiempo que estuvo pendiente de su chica en la universidad pudo verlos, esos cobardes que solamente les nace el valor cuando se sienten acompañados. Pudo ubicarlos bien, estudiarlos y logró también darse cuenta de que todos son unos idiotas peleles que no hacen más que seguirle el juego a ese tal Suikotsu, sin embargo ese sujeto si era peligroso, era el único sobrino de un político corrupto al que se le rumoraba tenía contacto con el narcotrafico. Había decidido dejar a Inuyasha aprender, sin embargo no le daría la oportunidad de una revancha contra ninguno de ellos. Su medio hermano quizás podría ganarle a algunos, sin embargo las consecuencias podrían ser graves. En cambio si se mantenía distante, ignorandolos simplemente, todo estaría bien con Inuyasha. Alguien más podría hacerse cargo de cada uno de ellos. Alguien con experiencia en diferentes tipos de artes marciales, alguien que no tenga nada que ver con esos sujetos, alguien con la suficiente sangre fría como para eliminar un poco de la escoria que habita en esta ciudad. Alguien como... Él.

-Sube la guardia. - dijo Sesshomaru, dándole una leve cachetada a su hermano para hacerlo reaccionar.

-¡Ahg! Maldito, eso intento. - resongó el menor.

-Eres un fiasco arriba, Inuyasha. Ahora intentemoslo en el piso nuevamente, primero vas a intentar derribarme y una vez lo logres te enseñaré a someter a tu oponente en el suelo.

-Ya estoy cansado, Sesshomaru.

-Anda, no seas flojo, tú me pediste que te enseñara a pelear.

-Sí, pero no sé si vale ya la pena, los tipos de los que me quería vengan han desaparecido. - respondió Inuyasha antes de tomar su botella de agua y darle un gran trago.

-¿Desaparecer? ¿Todos desaparecieron? - preguntó tomando su botella también.

-Sí, bueno, no todos. Suikotsu y Renkotsu aún no. Casi toda la escuela está siendo interrogada por la policía, es muy extraño que en una semana hayan desaparecido de uno a uno.

-¿Tienen algún sospechoso? - preguntó tratando de sonar solamente un poco interesado.

-No, no que nosotros sepamos. Dicen que quizás fue alguien que intenta darle un mensaje a Suikotsu. Él siempre ha sido un abusivo insoportable, sin compasión ni corazón y últimamente está muy callado, se le ve intranquilo y me atrevo a decir que hasta temeroso. Y es que el primero que desapareció fue Ginkotsu, ese sujeto era enorme, debieron ser varios hombres para poder someter a ese monstruo. - Sesshomaru se llevó la botella a la boca nuevamente para ocultar con ella la sonrisa que se había formado en su bello rostro.

Flash Back

Era la tarde de un lunes, Sesshomaru ya se había asegurado de que su pequeña estuviera a salvo en su departamento, era una chica que a pesar de ser una estrella del pop, era una joven demasiado sencilla y también un tanto distraída. Seguir sus pasos era demasiado fácil, ni siquiera tenía que esforzarse en camuflarse entre la gente.

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