Capitulo catorce: Una voz rara

550 67 8
                                    

Recuerdan que dije que los dioses pueden llegar a usarte y dañarte, con tal de llegar a sus fines, sin importar quien salga herido, pues este sería uno de los casos y más porqué me trajeron en contra de mi voluntad al Olimpo, sin contar que antes un dios me desmayo y me hizo despertar en la gran “Sala del trono”, encadenada delante de veinte dioses que recordaba perfectamente, que yo misma le conseguí ese lugar a esos ocho malditos dioses en el Olimpo.

Sip señores, odio a todos los dioses en general.

—Persephone Jackson —le llamo ese maldito hijo de puta que me intento asesinar más de una vez—. Hace tiempo que no estás aquí, ¿quieres algo? ¿ambrosía, nectar o algo? —preguntaba intentando sonar amable, aunque se notaba que le costaba.

—Lo que quiero es que me dejen en paz, me dejen vivir una nueva vida y que se hagan a un lado —gruñí, enserio odiaba a Zeus, no quería nada que ver con ellos.

Luego estaban todos ellos mirándome, lo notaba en sus caras, estaban dolidos y arrepentidos, pero ya era tarde para pedir perdón, yo solo quería alejarme de ellos.

—Hija por favor escucha a tu tío él....—decia ese maldito bastardo que me abandono durante doce años y luego solo me utilizó.

—¡¡¡CÁLLATE!!! —le grité, no puedo creer que siga creyendo que lo perdonaré después de todo—. No te atrevas a hablarme, no después de que decidiste creerle a esa puta zorra

—¡¡Mas respeto a mi hija!! —me recriminó Demeter.

—¡¡Pues si tu hija no hubiera abierto tanto la boca como las piernas, todo sería como antes, pero adivinen, no lo es!! —se que responderle a una deidad es la idea más suicida que pueden hacer, pero yo ya estaba harta de todo—. ¿Que es lo que quieren realmente? —pregunté, sabía que ellos no querían que estuviera por voluntad propia, algo sucedía.

—¿Por qué crees eso, querida? —hablo está Afrodita nerviosa.

—Ustedes no aceptarían que cometieron un error, a menos que suceda algo tan importante que ni siquiera ustedes puedan resolverlo y necesitarían ayuda de alguien más —le respondí con obviedad—. ¿O les recuerdo las dos últimas guerras que necesitaron mi ayuda y la de los semidioses? ¿Que ustedes creyeron que podían resolverlo solos y realmente huyeron en busca de mi, y los demás semidioses?

Se veía que me querían calcinar algunos de ellos, mientras que los otro me miraban lastimados, pero yo lo estaba más, no podía simplemente perdonarlos después de todo lo que me hicieron.

—Percy —le llamo la diosa que intento reclutado hace años para ser una de sus cazadoras, pero yo no se sentía digna por lo que mi padrastro (si a ese monstruo se le llama así) le hizo—. Sabemos que estás enojada con nosotros, por todo lo que te hicimos pasar y sabemos que un simple perdón no arregla nada, pero puedes volver de nuevo a tener tu edad real y de nuevo replantearte en casarte, de nuevo todo volverá a ser como antes.

—Ya nada puede ser como antes —gruñí estaba harta—. Estoy harta de ustedes, prometen y prometen cosas sin cumplirlas, o aveces la cumplen a medias, solo por sus propios intereses

—Percy sabes que no es cierto — contestó Artemisa, esa diosa quería hacer recapacitar a Percy a toda costa—. Sabes que hay antiguas leyes que nos impiden actuar directamente

—Excusas, son excusas —gruñí de nuevo, sabía cómo eran, como actuaban, pero no me iban a convencer—. Ustedes tienen que cambiar, aceptar que se han equivocado una y otra vez, siempre es lo mismo con ustedes, no importa lo que hagan, siempre serán egoístas.

—¡¡Basta!! —grito el rey del drama—. Hemos estado siendo amables, hemos estado suplicando a que vuelvas y todavía te hemos traído al Olimpo para decirte que ya no estás desterrada de aquí, que tendrías todo de nuevo

𝑷𝑺𝑰𝑻𝑯𝑰𝑹𝑺𝑴𝑨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora