Ruby

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Ruby




La noche antes de Navidad, Harry y Severus se presentaron puntualmente en La Madriguera que se había convertido en un bullicio de gente. Los ojos de Harry buscaron de inmediato a Ginny y cuando la encontró ésta ya venía corriendo a su lado. El joven Gryffindor tuvo que guardarse sus comentarios sobre lo hermosa que lucía con su vestido de gasa azul debido a que Ginny lo apartó un poco para susurrarle al oído.


— Harry, tenemos un problema, ya sé porqué mis padres querían a Snape aquí precisamente hoy.

— ¿Porqué? —cuestionó preocupado mirando a Severus de pie, francamente incómodo al estar rodeado de tanto pelirrojo.


Pero Ginny ya no pudo responder, sus padres se aproximaban a ellos con una gran sonrisa emocionada en sus rostros. La joven pelirroja se mordió el labio con angustia. Demasiado tarde, ya no podía hacer nada por ayudar.


— Nos complace que haya venido, Profesor. —dijo Molly estrechando la mano del hombre.

— Ustedes obligaron a Harry a pedírmelo.

— Nimiedades. Pero pase, queremos presentarle a alguien muy especial.


Molly y Arthur sujetaron a Snape por ambos brazos conduciéndolo hacia la estancia principal donde había más Weasley. Ginny aprovechó el momento para acercarse a su novio hablándole al oído.


— Lo lamento, Harry, acabo de enterarme, si no te habría enviado una lechuza para ponerte sobre aviso.

— Por favor dime que no es lo que pienso.

— Ellos actúan de buena intención, pero sí, siento decírtelo... mis padres creen tener la mujer ideal para Snape.

— ¡Pero eso lo enfurecerá! Todo el mundo sabe que no le gusta que lo presionen a conocer a nadie.

— Ya sé, mejor ve con él, sólo tú puedes conseguir que no maldiga a mis papás. A pesar de lo cabezotas que son, así los quiero.


Harry asintió. Dudaba mucho poder apaciguar la ira de Snape pero lo intentaría. Fue tras de ellos justo en el momento en que una joven no mayor de treinta años que conversaba con Charlie Weasley se giró respondiendo al llamado de Molly.


— Ella es Ruby, mi sobrina. —dijo la mujer—. Ruby, te presento a un amigo de la familia, es el Profesor de Pociones de Hogwarts, Severus Snape.


Harry se quedó pasmado al verla, era hermosa. De rizado cabello rojo como el resto de los presentes, a excepción de Harry y Severus. Sus ojos eran verde azulado y tenía una sonrisa encantadora, como si viera la vida a través de un cristal rosado. Llevaba un vestido negro ceñido a su cuerpo dejando ver una figura bastante esbelta.


— Oh, mi tía me ha hablado mucho de usted, Profesor. —dijo extendiendo su blanca mano hacia el hombre que la miraba con suspicacia.

— Mi sobrina es enfermera alquimista. —intervino Molly con orgullo—. Estudió en Egipto y actualmente pasará una temporada en Inglaterra realizando un doctorado sobre pociones curativas.


La expresión de Snape se modificó al escuchar esas palabras. Respondió al saludo de la joven y, para sorpresa de Harry, le sonrió.


— Es un placer conocerla, señorita Weasley.

— Por favor, dígame Ruby o no sabré a quién se refiere.

— Y usted puede llamarme Severus, si así le place.

— Oh, claro que me place. —afirmó sonriente—. Le invito un poco de té, acompáñeme, por favor.


Ruby le ofreció su brazo, y otra vez ante el asombro de Harry, Snape lo aceptó y se marchó con la joven pelirroja hacia uno de los sillones.


De ahí ya no se apartaron hasta que fue la hora de cenar, y en la mesa ocuparon un lugar juntos. Tenían su propia charla privada hablando sobre pociones, técnicas para realizarlas y combinaciones más propicias para ahorrar tiempo y esfuerzo sin menguar la calidad.


Harry no podía apartar los ojos de ellos. Casi sentía la necesidad de salir corriendo a estudiar más sobre pociones para poder entender de lo que hablaban e intervenir. Snape parecía fascinado escuchando los métodos egipcios para formular la poción regeneradora de tejidos.


— ¿Vamos a anunciarlo? —le preguntó Ginny al oído.


A Harry se le dificultó comprender de qué hablaba, pero cuando lo recordó se olvidó de Snape y Ruby y volvió a concentrarse en su novia. La ayudó a ponerse de pie para llamar la atención de todos los presentes. No pudo evitar sentirse satisfecho al ver que Snape también interrumpía su conversación para mirarlos a ellos.


El anuncio cambió todo. La familia Weasley por entero se lanzó hacia la joven pareja recién comprometida para felicitarlos. Ron y Hermione eran los más emocionados, ellos habían visto nacer el romance y vivían ansiando lo que sucedía en esos momentos.


— No quiero ser el típico hermano que amenaza... —dijo Ron mientras abrazaba a su mejor amigo—... pero ya sabes que si Ginny te hace algo sólo dímelo y le damos su merecido.


Todos rieron por la ocurrencia de Ronald. Harry se sentía tan feliz y orgulloso de tener a Ginny a su lado que no podía dejar de sonreír. La vió mostrar su anillo de compromiso a todos los demás, su rostro irradiaba luz y en esos momentos nada más le importaba, sólo verla contenta.


— Felicidades, Señor Potter. —le dijo Snape quien había esperado a que los demás bajaran su ánimo para poder acercarse.


Harry se giró a mirarlo, no venía solo, Ruby estaba a su lado como si en los pocos minutos que tuvieran de conocerse ya formaran una pareja inseparable. No supo bien cómo sentirse por eso, pero cuando fijó su mirada en la de Snape y le vio realmente iluminado, dejó sus reservas a un lado y sonrió también a la recién llegada.


— Gracias, Severus. Veo que conociste una nueva amiga.

— Mi nombre es Ruby. —dijo la chica, aunque los Weasley también la habían presentado de manera general—. Y tú eres Harry, ¿verdad?

— Sí, ese mismo. Harry Potter.

— Un placer conocerte. —afirmó, y para el alivio del chico no hizo mención alguna sobre su papel en la guerra—. Severus dice que comparten departamento.

— Así es, espero aceptes una invitación a tomar el té con nosotros algún día.

— De hecho, Severus ya me invitó a ir mañana, si estás de acuerdo.

— Por supuesto.

— Bien, ahora discúlpenme ambos, debo ayudar a mi tía a acomodar los obsequios. Ha sido un gusto conocerte, Harry, y felicidades, mi prima es una gran chica.


Al quedarse solos, Harry intercambió una mirada pícara con su ex Profesor consiguiendo que éste se sonrojara tenuemente.


— Así que ya la habías invitado, ¡y pensar que creímos que te enfadarías!

— Por favor dime que no estabas inmiscuido en la treta de los Weasley.

— Lo juro que no, la verdad ya estaba preparado para ayudarte a escapar... pero noté que no te interesaba huir, como en otras ocasiones.

— Si no fuera porque sé que no había bebido nada antes de que me la presentaran pensaría en que Molly había vaciado un filtro de amor en mi té.

— Vaya, eso es fuerte.

— Es tu culpa, Potter. —respondió gruñendo—. Andas esparciendo miel por todos lados que contagias.

— Como sea, me alegra mucho saber que encontraste a alguien.

— Probablemente sea demasiado pronto para decirlo... pero sí. Creo que la he encontrado.


Harry notó que Snape buscaba a Ruby con la mirada, y ella pareció sentirlo pues interrumpió brevemente su ayuda a Molly para sonreírle. A leguas se veía que era una buena persona, así que Harry decidió que tenía que sentirse feliz por Snape.


Atrévete a amarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora