Voyeur

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Voyeur





La habitación entera daba vueltas. Harry intentó fijar la mirada en un punto del techo pero no resultó, la vista se le nublaba, y no podía normalizar su respiración ¿alguien podía desmayarse con un orgasmo?


Volteó a su lado, Severus tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos, lucía bastante satisfecho y eso le quitó un peso de encima, ni siquiera se molestó en acomodarse la ropa desabrochada, giró sobre sí mismo montándose sobre Severus, apoderándose de su cuello para besarlo.


— Estaba asustado de no gustarte. —confesó relamiéndole la oreja.

— Eres hermoso, de todas partes eres hermoso. —dijo ladeando la cabeza para disfrutar más de las lamidas de Harry—. Mi siguiente propósito es hacerte en tu pene lo que haces ahora con mi oreja


Harry dejó de succionar el lóbulo de Snape para reír nervioso oculto en su cuello. Pero fueron solo unos segundos, respiró hondo armándose de valor para susurrarle con excesiva timidez.


— Quiero ver el tuyo.

— ¿De verdad? —cuestionó sujetándole del rostro para mirarle a los ojos, conmovido y feliz por el sonrojo de su pareja.

— La piel de tu mano envolviéndome, acariciándome, fue... indescriptible, y quiero tocarte también, pero...

— ¿Pero qué?

— Creo que parece bastante grande y me preocupa no poder darte el mismo placer, Severus.

— Deberías saber que ya empieza a endurecerse, y es por ti.

— Desnudémonos. —propuso de inmediato—. Quiero ver eso... nada de ropa, Severus.


La mirada de Snape se iluminó, se puso de pie con la intención de deshacerse de su vestimenta, pero Harry se apresuró a impedírselo. Había querido hacerlo con sus propias manos desde su visita a Suecia. Severus hubiese brincado de entusiasmo si no fuera porque estaba tan excitado que dolería.


Sin prisa, Harry fue desabrochándole la camisa que tiró sobre una silla, después el pantalón, y antes de bajárselo besó los labios de Severus. Lentamente fue acuclillándose llevándose consigo la prenda y dejando a su pareja en ropa interior. Para sorpresa del Profesor, Harry aprovechó la cercanía y besó su entrepierna por encima de la tela, eso le arrancó un jadeo extasiado a pesar de lo etéreo de la caricia. El aliento cálido de Harry fue suficiente para casi correrse en ese momento, pero por fortuna aún tenía voluntad de contenerse.


Las manos de Harry temblaban, pero no dudaron cuando liberó la endurecida erección de Severus, sus pupilas se dilataron al máximo, nunca antes se había detenido a mirar ningún miembro masculino, ni siquiera en las regaderas del Quidditch, jamás le provocaron ni morbo ni curiosidad... pero ahora, esa parte de Severus le pareció un banquete de reyes.


— Tócame... ah, por piedad, necesito sentir tu mano sobre mí.


Harry sonrió con malicia. Empujó a Severus contra la cama para terminar de sacarle el pantalón y la ropa interior. Entonces el Profesor alargó sus manos queriendo desnudarlo a él también, pero Harry le dio un suave golpe en ellas para impedírselo.


— Déjame desnudarme para ti, Severus... mírame.


Aquello fue delicioso, Severus casi se olvidó de respirar mientras veía a Harry sacándose lentamente cada una de sus prendas hasta que quedó totalmente desnudo, vestido solo con el suave rubor de sus mejillas que poco a poco iba atenuándose.


El joven Gryffindor también estaba totalmente erecto nuevamente, y para deleite de Severus, Harry se tocó a sí mismo con suavidad.


— Sí que lo has puesto duro, Sev. —dijo asombrándose de la desesperante congestión que sentía en todo su miembro.

— Eres un sueño... mi sueño.


Harry le sonrió brevemente antes de acercarse e inclinarse a besarlo, la cercanía hizo que su miembro quedara aprisionado entre sus abdómenes, y entonces tuvo una idea, se recostó sobre Severus procurando que sus erecciones quedaran juntas y empezó una serie de vaivén que frotaba sus miembros uno con el otro.


— Ahora me encanta que seas hombre. —jadeó Harry disfrutando de la anatomía de Severus.

— Más fuerte, Harry... —suplicó excitado.


Harry obedeció, movió sus caderas restregándolas contra las de Severus, no dejó de mirarle. El Profesor había cerrado los ojos y se mordía los labios, parecía que estaba sufriendo de tanto placer y Harry podía entender ese sufrimiento. Por fortuna tenía buen acondicionamiento físico pues pudo perpetuar el movimiento por varios minutos, y ambos se tensaron vaticinando que se aproximaba un intenso orgasmo.


De pronto, Harry sintió las manos de Severus deslizarse hacia sus nalgas, atrayéndolas a su cuerpo para aumentar el golpeteo de sus vientres. Sin embargo, los dedos de Severus eran largos, y hubo un momento en que estos rozaban lo más profundo de su intimidad. Estuvo a punto de saltar alejándose pero fue más fuerte el placer de su pene enamorado del de Severus y continuó moviéndose hasta que ese suave roce en su ano terminó por incrementar su deleite.


Y justo cuando se corrieron, los dos al mismo tiempo, Harry sintió que el dedo de Severus se permitió presionar un poco arrancándole un grito jadeante mientras se removía, sin saber si apartarlo o rogar para que se adentrara más.


La abundante humedad que había ahora entre sus cuerpos le impedía pensar más que sentir, y al final decidió fingir no haberse dado cuenta de la audacia de Severus.


Permaneció recostado abrazado muy íntimamente a su pareja. Harry no tenía ánimo de separarse después de una explosión como aquella y se entretuvo mezclando ambas sustancias pegajosas sobre el abdomen del profesor.


— ¿Harry?

— Dime.

— Definitivamente creo que sí soy gay.

— Definitivamente creo que yo también.


Ambos rieron entre jadeos pos orgásmicos que aún no cesaban, en realidad no se veían excitándose con ningún otro hombre, esa atracción era sólo para ellos... los demás no existían, ni hombres ni mujeres, ya no más.


Severus tomó la mano con la que Harry revolvía los sémenes, y la llevó a su boca lamiéndole los dedos.


— ¿A qué sabe?

— A nosotros ¿quieres probarlo?


Harry dudó pero asintió, entonces Severus volvió a empapar su dedo. Harry pensó que se lo daría a lamer pero lo que hizo fue embarrarse los labios con él.


— Pruébalo. —le retó asomando un poco su lengua.


El chico se abalanzó besándolo, conociendo el sabor de la mezcla de la boca de Severus con el de sus sémenes cálidos y apasionados.


Atrévete a amarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora