Después del beso

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Después del beso





Cuando Harry despierta se sorprende al escucharse gemir placenteramente mientras se acurruca más contra un cuerpo cálido que le envuelve en un abrazo.


Por unos segundos todo parece ir bien en su vida, no hay espacio para el dolor o la tristeza, sólo se siente... bien, más que bien. Está a salvo, protegido por una magia suave y deliciosa, era más que su oasis, era su hogar, el lugar donde pertenecía y donde el dolor era un sentimiento lejano e inofensivo.


Pero luego reacciona, nota que el cuerpo que lo abraza es demasiado grande para ser de una chica, abre los ojos recordando de improviso todo lo sucedido ¡Se besó con Severus Snape!


El pánico, el terror, la confusión, todo hace presa de él. Abandonó apresurado la cama tomando la primera ropa que encontró a su paso y salió corriendo, agradeciendo a la suerte de que Severus no hubiese despertado. No podía verle a los ojos, no podía.


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Aparece en La Madriguera, la familia entera está desayunando en inusitado silencio, pero todos se levantan al verlo llegar.


— ¿Harry, estás bien? —preguntó Ron observándole curioso y alarmado.

— No. —responde volviendo a llorar—. Sólo déjeme quedarme aquí... necesito... necesito quedarme aquí.

— Claro, es tu casa. —aseguró Molly conmovida hasta las lágrimas—. Pero, cariño...


Harry ya no le puso atención, salió corriendo hasta la habitación de Ginny donde se encerró. Los demás le dejaron respetando su privacidad, suponiendo que era demasiado pronto para haberlo superado.


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No pasó ni una hora cuando Severus apareció también en La Madriguera.


— Necesito hablar con él. —dijo intentando ocultar su perturbación esquivando la mirada.

— Se ha encerrado en la habitación de Ginny. —le confió Hermione—. No quiere hablar con nadie.

— Tendrá que hacerlo conmigo.


Severus subió la escalera hasta la habitación que fuera de la pelirroja. La familia Weasley se apartó cada uno a sus ocupaciones, con excepción de Ron y Hermione que continuaban mirando hacia arriba.


— ¿Crees que pelearon? —interrogó Hermione a su novio.

— No lo dudo, lo raro es que Harry haya decidido salirse de su casa, ellos están en armonía, debió tratarse de algo fuerte.

— Ojalá lo solucionen, Harry le necesita aún.

— Hermione... ¿notaste que...?

— ¿Qué?

— No, nada, no me hagas caso.


Ron disimuló fingiéndose despreocupado, pero si alguien conocía bien a Harry después de Severus Snape, era él. Y sabía que su amigo nunca se compraría una camisa tan grande como la que llevaba puesta a su llegada. Esa camisa no era suya ¿y de quién más podía ser?


La respuesta no tenía qué pensarla, el dueño estaba en ese mismo instante con Harry.


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Cuando Severus entró a la habitación y Harry le vio, de inmediato le dio la espalda retirándose hasta la ventana para que no mirara su rostro enrojecido de vergüenza.


— ¿Porqué has venido, Severus?

— Tú sabes porqué, saliste huyendo y tenemos algo de qué hablar.

— No, por favor, aquí no. —suplicó abrazándose angustiado.

— Entonces volvamos a casa, Harry.

— No pienso volver ahí... entiende, lo arruinamos, Severus.


Severus se mordió los labios al notar que Harry volvía a llorar y ahora era él el culpable de esas lágrimas.


— Perdóname, Harry, tienes que perdonarme.

— ¿Porqué tenías que besa...? Oh, ni siquiera puedo repetirlo. —confesó llevándose las manos a su abrumada cabeza.

— Estábamos bajo el influjo del alcohol, no te atormentes por eso.

— Ya no estoy bajo el influjo de nada y aún tengo que luchar contra mí mismo para no desear volver a probarte ¡esto no puede estar pasando, no quiero!


Ambos guardaron silencio, los dos sorprendidos por igual por la revelación de Harry, casi podían escuchar sus corazones confundidos y asustados, pero también latiendo contra el feroz deseo de olvidarse de todo y correr a los brazos del otro.


— ¿Qué tanto hicimos, Severus? —quiso saber, aún sin atreverse a mirar atrás—. Cuando desperté estábamos medio desnudos y...

— Nada, Harry, sólo nos besamos, no fuimos más allá, te lo prometo.

— ¿Sólo besarnos? ¿Te parece poco? Mancillé el recuerdo de Ginny, la he traicionado.

— ¡No, no, Harry! —negó con vehemencia dando unos pasos hacia él pero al escucharlo Harry se apartó más.

— ¡No te acerques, Severus, te lo suplico!

— Haré lo que quieras, pero regresa a casa, no permitas que un error nos separe.

— No puedo, Severus. —se lamentó angustiado—. Me da miedo estar contigo... me da miedo que vuelva a pasar.

— Harry...


La voz de Severus sonó quebrada, inmensamente entristecida y fue suficiente para que Harry se atreviera a voltear a mirarlo, dio unos pasos hacia él pero se detuvo a una distancia prudente.


— No te culpo, Severus. —afirmó con sinceridad—. Recuerdo muy bien que yo no te aparté, que... que te besé también, y me disculpo.

— ¿Y porqué me tienes miedo? Nunca te obligaría a nada.

— No te tengo miedo a ti, si no a mí... ¿Qué no te das cuenta que aún siento tu sabor en mi boca? ¡Ay por Dios, ya no me hagas hablar más, mi corazón no debería de acelerarse tanto contigo!


Harry se alejó nuevamente hacia la ventana, sacudió su cabeza como si eso le ayudara a despejarla de imágenes e ideas impropias.


— Sólo quiero que sepas, Harry, que durante todo el tiempo que estuviste con Ginny te miré siempre como un amigo, pero ahora estoy tan confundido como tú, sin embargo te prometo que intentaré fingir que nada ha pasado para que podamos seguir siendo amigos como antes, eso es lo único que te pido, no te apartes porque tu amistad es lo más valioso que jamás tuve.

— Ruego con todas mis fuerzas que sólo sea cuestión de tiempo, para que llegue un día en que pueda volver a mirarte a la cara, Severus... ruego por poder perdonarme. Ahora no, aún no. Dame tiempo, te lo suplico.


Severus ya no insistió, Harry se sobresaltó al escucharlo salir y estuvo a punto de correr tras de él pero no pudo, terminó de rodillas llorando de rabia consigo mismo, lo había arruinado todo.


Atrévete a amarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora